La Isla dispone en todos sus barrios y en el centro del casco urbano de calles preciosas, recoletas y de buenos vecinos, que conviven en casas de portales hermosos, de cierros y almenas excepcionales, las cuales, les dan un carácter especial y propio de esta tierra.
Calles que otrora eran aposentos y sitios de agradables tertulias en las largas noches veraniegas. Calles que desde luego no pasan desapercibidas del visitante, que saben apreciar y valorar, para nuestro orgullo, cuanto decimos. Sin embargo hay calles que bien merecen una dedicación por las deficiencias ocasionadas con el paso del tiempo, aunque todas sean acreedoras a que les resuelvan las suyas propias en el supuesto caso que las hubieras.
Cierto es que nuestro municipio tiende y atiende a subsanar en lo que puede tales deficiencias de acuerdo con sus presupuestos, urgencias y prioridades. Aun a conciencia de saber que gobernar no es fácil. Y contentar a todos en sus peticiones no sólo no lo es, sino que además resulta más difícil todavía.
Pero cualquier ciudadano que transite por la calle General Serrano, se dará perfectamente cuenta de su estado de conservación actual, si la comparamos con otras calles aledañas o del resto de la ciudad, siendo ésta además, objeto de observación de propios y extraños. Unos por las asistencias a los actos que se celebran. Y otros por las constantes visitas que nos llegan desde afuera para contemplar el edificio más emblemático, simbólico, representativo e histórico que tiene la Ciudad: el Real Teatro de Las Cortes, aunque tristemente cercenado (nunca debió ocurrir) en su parte trasera por la construcción de un edificio de viviendas y un parking, que redujo la espaciosa zona de la que disponía dedicada a entre bastidores, camerinos y servicios, cuya puerta lateral de acceso al escenario, ahora limita a dicha calle. Puerta situada justo frente a la del Centro de Interpretación del Parlamentarismo de San Fernando, que pese a su magnífico contenido informativo, cultural y recreativo (hay que decirlo) y a su elevada inversión. No ha cumplido sin embargo con el objetivo propuesto por el cual fue creado (lamentablemente pocos ciudadanos lo conocen) en el cual hace ya algún tiempo se ha instalado alternativamente una oficina de seguros. Y recientemente una Fundación para la integración laboral de personas con discapacidad, denominada Integralia. Pero es que además a su lado (ingeniosamente colocados) hay dos módulos de basura que sustituyeron al contenedor que siempre estuvo colocado a la vuelta. Es decir, en la calle Cayetano del Toro. Dichos módulos tal vez, se podrían suprimir volviendo al citado sitio anterior y así se evitaría el aspecto sumamente indecoroso de basura derramada permanentemente. O sea, permitir un real y bochornoso espectáculo afuera (las bolsas de basura, que no se introducen dentro de los módulos (algunas por sistemas y también hay que decirlo, invaden a diario totalmente el acerado de la calle). Mientras adentro se representa generalmente lo contrario: un espectáculo supuestamente agradable y/o divertido.
Tal vez este preámbulo para describir la situación de dicha calle, haya sido demasiado extenso, pero según creo, corto ante las dificultades y las necesidades de una calle que ha sido y es portadora y embajadora de nuestra Ciudad en el mundo. Basta recordar los acontecimientos del pasado Bicentenario: ¿Cuántas autoridades y personalidades de adentro y del afuera del País nos visitaron, incluidos nuestros propios Reyes? Y debo decir con tristeza que en aquellos días, algunos ciudadanos sentimos vergüenza ajena, porque queremos a nuestra Ciudad y nos duelen estas aparentes desconsideraciones, porque además son perfectamente corregibles, si se tiene la voluntad, el deseo y el tiempo necesario para detenerse a pensar y evitarlas o cuanto menos, solucionarlas.
Pero volviendo a la calle, podríamos compararla a una película versión tecnicolor. Me explico: cada tramo tiene un pavimento distinto. El que va de Real a Las Cortes, de hormigón, sin aceras, chinos incrustados, boquetes parcheados. ¡Ah! y anteriormente fue de tacos de madera (todo un éxito en el coste y en el resultado). El que corresponde de Las Cortes a Cayetano del Toro, de alquitrán que como el anterior era de madera. Y el de Cayetano del Toro a Antonio López de chinos peludos, los que van quedando, claro, porque los boquetes crecen por momentos con las correspondientes caídas, lesiones y denuncias de los ciudadanos y como mucho sólo se parchean los boquetes, lo cual constituye como se suele decir una chapuza. Hace poco solamente se ha afianzado por imperiosa y urgente necesidad el firme del trozo que confluye con el cruce de Cayetano del Toro. Pero el resto de la calle sigue igual.
Y por otra parte y a nuestro entender, la ilógica de la lógica ordenación del tráfico al permitir transitable dicha calle para vehículos sin un objetivo aparentemente cierto, claro y necesario. Toda vez que los que suben desde la calle Real con intención de salir al Parque, al final, obligatoriamente tienen que girar a la izquierda para en definitiva incorporarse a San Diego, cosa que podrían hacer directamente por Real tomando San Diego desde el principio. No obstante, sí tiene sentido el tránsito de los vehículos por las calles laterales tales como Antonio López, Cayetano del Toro y Las Cortes para alcanzar la calle de San Diego. Con lo cual, la calle General Serrano, que además sólo queda espacio para siete vehículos exactamente en zona azul y no más, dadas sus más que sobradas y probadas características, bien podría ser peatonal con más argumentos y necesidades quizás que otras, tales como la calle Velázquez o el tramo de General García de La Herrán a Las Cortes entrando por la calle Rosario, por citar dos de las más próximas. Y solamente sería transitable excepcionalmente para los vehículos portadores de los objetos necesarios de los espectáculos, que se representan en el Teatro. Y para las autoridades visitantes y las locales, en los casos lógicos, espontáneos, puntuales y excepcionales de asistencia a los actos institucionales como pasa en cualquiera de nuestras ciudades del resto de nuestra geografía.
Más incongruencia añadida todavía se produjo cuando se reformó la calle de Las Cortes desde General García de La Herrán hasta la Plaza del Rey. Y hay que decir igualmente en este caso y en sentido favorable, que dicha obra ha quedado formidable. Sin embargo fue una oportunidad o una ocasión perdida no continuar con el arreglo de la citada calle General Serrano en aquel momento.
Sinceramente creemos también, que no es igual pasar esporádicamente por una calle deteriorada, que cuando se hace diariamente por necesidad, aunque el espectáculo sea el mismo en otras, y ambas, tengan las mismas necesidades de su arreglo.
¿Dejaremos alguna vez de causar mala impresión a quienes nos visitan? ¿Cuántas personas toman fotografías del Teatro? ¿Cuántas compañías vienen para las representaciones teatrales? Por tanto y en consecuencia, no quisiera entrar en las reformas ya efectuadas en otras calles ni establecer agravios comparativos con las que se van a reformar. Pero sí aclarar que estos argumentos no son parciales ni personales, al contrario, los respaldan muchos vecinos de esta y de otras calles. Y aunque esto viene de lejos (años) la pregunta final y obligada sería: ¡Hasta cuando! DIARIO Bahía de Cádiz