Muchas veces me he preguntado por qué el amor de pareja ocupa un sitio tan primordial en la vida de la mayoría de las mujeres. Por qué no se puede vivir sin un hombre. Por qué en tantos casos en que esta relación produce sufrimiento, no son capaces de desprenderse de ella.
No hablo de casos extremos, ni de otras mujeres en otros sitios. Quiero hablar de aquí y ahora, de nosotras, ciudadanas de un país del primer mundo. Ciudadanas que ya estamos incorporadas al mundo laboral y que se nos supone libertad de elección. Mayores de edad, dignidad y gobierno, que decían mis mayores. Haciendo un poco de abogada del diablo, intentaré reflexionar sobre la parte que entiendo que nos toca.
Cierto es que el sistema social imperante ayuda, y la mujer “perfecta” debe cuidar de las necesidades afectivas de los demás, especialmente de los hombres. De esta manera conseguimos sentirnos queridas y hacemos de ello un elemento imprescindible para construir nuestra identidad como mujeres. Tal vez veamos “la pareja” como un lugar privilegiado, donde tener cubiertas nuestras necesidades afectivas en detrimento de otras relaciones, igual de importantes.
Aceptar que somos personas diferenciadas y autónomas trae consigo aceptar el miedo que conlleva, pero sería la manera de acabar con las falsas expectativas sobre lo que deben y/o tienen que cubrirte los demás.
Somos personas separadas que interactuamos con otras personas, no personas pegadas a personas. Si gestionas tu vida, tomas tus decisiones y asumes tus errores serás más libre a la hora de decidir si quieres o no quieres vivir en pareja, y si no quieres o no te va bien, no pasa nada. Nadie está ahí para protegerte ni para llenar y colmar todas tus expectativas. Será más sano estar si quieres estar y tener un compañero, si lo quieres tener, en el que apoyarte y al que dar apoyo.
Existen incontables relaciones a lo largo de la vida, padres, hijos, amigos y amigas. Todas pueden ser gratificantes, y tan importantes y satisfactorias como las relaciones de pareja. Todos los abrazos son importantes y no sólo los que te da él. Las palabras, los gestos de cariño y el amor vienen de muchas partes y cuantas más, mejor.
Con todo esto no quiero decir que la vida en pareja no sea una opción estupenda, lo que quiero decir es que es una opción más, no la única e ideal. Lo bueno sería que fuera una opción elegida libremente y que ninguna mujer se sintiera incompleta sin un hombre.
El amor no es algo que te arrastra, no debe serlo, y aunque quieras a alguien también debes de poder dejarlo si no te hace bien. Ahí estriba la diferencia. DIARIO Bahía de Cádiz