Imaginen que viven en el mismo centro de Cádiz. Imaginen también que son ustedes personas respetuosas y tolerantes con todo tipo de creencias religiosas, pero viven en el centro de Cádiz…
Durante una semana tendrán que consultar itinerarios y geocofrades Apps para poder salir y entrar de su casa, durante una semana entera no sabrán a qué hora podrán dormirse, acunados, eso sí, por tambores y marchas procesionales. Durante una semana la calle donde tienen ustedes su residencia, permanecerá alfombrada de cáscaras de pipas y restos de comida.
Se le increpará cada vez que necesite entrar en su domicilio, al que llegará patinando por la cera derramada en la calzada, y tendrá que atravesar multitudes que taponan cada acceso a su calle. Multitudes que, lejos de facilitarle la maniobra, le pondrán todo tipo de obstáculos por más que les intente convencer de que usted vive allí. Todo esto se recrudece si además lleva un niño pequeño, un anciano o incluso un estado de buena esperanza.
Si además en un descuido suyo, o de un vecino, la casapuerta queda abierta, también invadirán la misma y cuidadito con decir nada. La propiedad privada queda en suspenso durante esta semana. Nada ni nadie puede objetar absolutamente nada. Faltaría.
Curiosamente las multitudes carnavaleras, que también sufrimos los vecinos del centro, resultan ciertamente más comprensivas con estos temas e incluso suelen echar un cable al vecino desamparado. Sobre todo cuando lleva un niño. Curioso cuando menos.
Eso sí, no vayas a molestarlos a su barrio, ni les pongas un restaurante cerquita o intentes cualquier actividad lúdico-festiva, por mucho que lo necesite la economía maltrecha de la ciudad. No es lo mismo, en nombre de su fe y sus tradiciones todo vale. Lo demás son frivolidades.
Conste que lo soporto estoicamente e incluso lo defiendo, por supuesto. Esto, el Carnaval, los conciertos de verano, los pasacalles y cualquier otra tradición, fiesta, iniciativa popular o cultural. Mi queja es por la actitud, las formas y el que se me haga sentir secuestrada en mi propia casa.
Lo que me gustaría es que todos entendiéramos que la ciudad es el espacio compartido en el que todos vivimos. Si un sector de la población, por muy amplio que sea, utiliza ese espacio, que es de todos, al menos debería respetar y agradecer al resto la cesión que voluntaria, o involuntariamente hacemos. Al menos deberían ponérselo fácil.
Digo yo que es elemental y básico, en las buenas relaciones entre vecinos, ayudarnos unos a otros. Si me vienes a pedir sal y yo te la doy, lo que no es de recibo es que me la tires encima y me exijas más, sin agradecérmelo tan siquiera.
Abuela cebolleta me he levantado hoy. DIARIO Bahía de Cádiz
Una ‘abuela’ con mucha razón.
¡Bravo! Suscribo todas y cada una de tus palabras.
Lo que me gustaría saber es porque no hace el mismo artículo en carnaval, que viene a ser lo mismo: basura, ruido, calles cortadas… Vivo en el casco antiguo y entiendo que este tipo de fiestas son buenas para la ciudad, aunque me molesten, porque ni me gusta el carnaval, ni me gusta la semana santa.