“El comunismo tiene un lenguaje que todos los pueblos pueden comprender, sus elementos son: el hambre, la envidia y la muerte”. Heinrich Heine.
Señores, puede que se haya pensado, en algunos momentos, en que estos recién aparecidos grupos de profesores universitarios de ideas progresistas y de gestos agresivos y amenazantes, fuera una de estas modas políticas de las que solemos estar tan afectados los españoles, una más de estas manifestaciones antisistema que proliferan entre determinados sectores de nuestra sociedad, generalmente de los marginados o mejor podríamos decir, los automarginados, que prefieren vegetar fuera del “sistema”, donde se encuentran más cómodos y pueden ir presumiendo de contestatarios algo que, especialmente, en determinados ambientes de la llamada “cultura” tiene mucho predicamento y da “prestigio”, en sectores que presumen de bohemios, filosofantes y de la farándula; donde es difícil que se entienda correctamente que, una nación, depende del trabajo, la preparación, la investigación, el esfuerzo, la potencia de sus economía, la competitividad de sus industrias y su comercio y la imagen de solvencia y seriedad que es capaz de proyectar hacia el resto de naciones con las que tiene vínculos de comercio y culturales.
No obstante, deberemos reconocer que estos nuevos corpúsculos revolucionarios, a medida que la prensa (como siempre dejándose llevar por lo que les ayuda a vender ejemplares de periódicos o a adquirir más audiencia si se trata de las TV) les ha abierto el camino para que hayan podido esparcir sus panfletarias opiniones; haya contribuido de forma interesada, a la par que insensata, a propagar sus ideas comunistoides que, en estos momentos, especialmente, se puede decir que inoportunas y gravemente peligrosas para la estabilidad del país y la tranquilidad de aquellos inversores foráneos de los que precisamos para conseguir abaratar nuestra deuda y reducir nuestro déficit público. Si exceptuamos a la Grecia del señor Psipras, compadre y amigo del dirigente de Podemos, señor Pablo Iglesias; un cáncer incipiente que la UE debería fulminar antes de que se expanda por el resto de naciones que la integran; pocas naciones encontraremos que estén decididas a renunciar a todo lo conseguido en estos años de sacrificios y recortes para iniciar experimentos de tipo soviético cuyos resultados, a la vista de las experiencias históricas de detrás del telón de acero, han resultado deletéreos para aquellos ciudadanos que han sido obligados a soportarlos.
Lo preocupante es que se empiezan a detectar síntomas de que muchas “ratas” de la política ya están empezando a abandonar el barco del “orden constitucional”, para irse acercando a las ideas revolucionarias, antisistema y antidemocráticas de estos que piensan que dándole la vuelta a la tortilla y asumiendo el papel de defensores de los pobres, tienen la desvergüenza y el valor de decir a los españoles que, enfrentándonos a las naciones más poderosas del mundo y volviendo a, como dice paladinamente, el señor Monedero, lo que para él fue: “El triunfo de la revolución soviética es el faro de referencia”; es decir que, utilizando los métodos Troskistas y Leninistas de los años 1917; cuando las circunstancias sociales en Rusia eran de una extrema pobreza y el sistema de gobierno era la monarquía, el zar Nicolás II, un monarca absolutista que no supo hacer caso de los consejos de sus asesores, aún cuando ya se habían producido hechos indicativos de que la revolución se estaba preparando entre los obreros rusos (recuérdese el caso de la fábrica Putilov, en Petrogrado, que empleaba a 35.000 personas y en la que se empezaron a gestar los cimientos de la futura revolución soviética).; sería posible mejorar el nivel de vida de los ciudadanos españoles. Algo que, si no es que se refieren al nivel de vida de la pobreza, no se puede coger ni con hilos.
Parece que, en una España moderna, con un gobierno democrático, elegido en las urnas y con unas instituciones plenamente constitucionales y operativas; precisamente cuando daba la sensación de que la crisis estaba empezando a amainar; es cuando, aprovechando que aún quedan restos de crisis y el desempleo, aunque con tendencia a la baja, todavía sigue siendo importante; estos grupos de izquierda revolucionaria, encabezados por los típicos cabecillas “intelectuales”, salidos de una universidad calificada de izquierdista, con un rector comunista (hijo de uno de los comunistas con un pasado más negro en la última Guerra Civil, el señor Santiago Carrillo, jefe de las Juventudes Socialistas que tanto papel tuvieron en la revolución de Octubre del año 1.934, en Asturias, ayudando a que aquella región se levantase en armas contra el gobierno republicano legítimamente constituido) pretenden aprovechar el impasse, entre lo que se pudiera calificar como los coletazos de la crisis y el comienzo de una evidente tendencia a la recuperación aunque forzosamente lenta, costosa y necesitada de que, en los países afectados, reine la paz y el esfuerzo conjunto; algo que sería imposible si los que intentan apoderarse del gobierno español, reniegan de lo conseguido en el pasado y deciden tomar por el camino de en medio, el del enfrentamiento con la CE y el de prescindir de las normas que aceptamos cumplir cuando nos integramos, como socios, en dicha comunidad de naciones europeas, con el objetivo de implantar un régimen, al estilo bolivariano, en España que nos conduzca a un sistema comunista, en el que, como dice el señor Monedero, la referencia, el camino a seguir, sea la implantación de lo que él llama “faro” en el que fijarse o sea: la propia revolución soviética de octubre del 2.017. ¿Puede haber algo más absurdo, obsoleto, inapropiado y alejado de los actuales sistemas de gobierno implantados en las naciones, donde la calidad de vida es más elevada, las mejoras sociales más adelantadas y eficaces?
Sin duda estos señores desconocen o simulan desconocer las circunstancias extremadamente precarias en las que vivían aquellos ciudadanos rusos, en un clima riguroso y sometidos a una semiesclavitud por las clases acomodadas gobernantes bajo el amparo del gran zar de las rusias Nicolás II: Gentes hundidas en la miseria, sin poder reclamar derecho alguno y sometidas a las grandes hambrunas que eran corrientes en aquellas latitudes. ¿Cómo es posible que el señor Iglesias hable de esclavitud, de miseria y de los “que rompen España”, mintiendo sin el menor rubor, mencionando a los que “se atrevan a enfrentarse a los de arriba”? ¿Pero, señor mío, quienes son estos a los que califica de “los de arriba”? Es posible que se refiera a los diputados elegidos por el pueblo para formar parte de las dos cámaras de representación popular de la nación; en las que están representados todos los partidos políticos del arco parlamentario, incluso los comunistas. O ¿es que, el señor Iglesias, preferiría una revolución sangrienta al estilo de la que tuvo lugar en la Unión Soviética?
Y es que, “los de arriba”, resulta que, hasta este momento, son los únicos que pueden exhibir el apoyo de los votantes contrastado en las urnas. Ni el señor Iglesias, ni el señor Monedero o ningún otro de su formación política, pueden quitar ni un ápice de legitimidad, ni una esquirla de legalidad ni un átomo de representatividad a los actuales gobernantes que, a diferencia de Podemos, pueden exhibir. una labor realizada con esfuerzo, en circunstancias muy graves y afrontando problemas que, por cierto, heredaron de una formación de ideas semejantes a las que ahora se atreven a esgrimir los señores de Podemos, con la pretensión de que sean las que saquen al pueblo español de la difícil situación en la que estaba; pero que, ahora, gracias a tomar medidas poco populares y difíciles, ya parece que se está empezando a superar, sin que haya sido necesario enfrentarse a Europa, antes al contrario, se ha conseguido gracias a su ayuda y cooperación. ¿Qué garantía tenemos de que Podemos lo hiciera mejor?
No podemos dejar que unos desnortados, cargados de la bilis negra del odio y de la inmadurez y poco conocimiento de la realidad de nuestra nación, se pretendan erigir en los adalides de la revolución, con el solo objetivo de hacerse con el poder y llevarnos a todos a la situación en la que se encuentran los países con los que han venido colaborando en Hispanoamérica. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, observamos vigilantes el progreso de los enemigos de España, a los que es preciso combatir con las mismas armas que ellos utilizan. Y sin darles respiro. DIARIO Bahía de Cádiz