“Conservar enhiestos los castillos en el aire resulta muy costoso”. E. Bulwer-Litton.
¿Por qué, señores, hemos tenido la sensación de un déjà vu cuando hemos presenciado la pompa y circunstancias de la llegada del señor Artur Mas ante el edificio del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya.? Toda la cohorte del separatismo catalán, desde los más encumbrados burgueses de la sociedad pudiente catalana hasta los más modestos seguidores del proceso de catalanización del país, enfervorizados, rendidos al carisma de su President en funciones y convencidos de que nada ni nadie puede ya parar el camino hacia la independencia; ha escenificado, con precisión y entusiasmo, todo el teatro que precisaba el “astuto” señor Mas para conseguir el marchamo del sucesor nato del fallecido Luis Companys, el héroe nacional de los más fanáticos de los soñadores del independentismo catalán.
Uno, quizá pudiera pensar que, salvando las distancias, el baño de multitudes que se dio ayer un Mas exultante, nos pudiera recordar lo que sucedía en la Plaza de Oriente de Madrid, cuando se llenaba a rebosar, para apoyar al general Franco, cuando el resto del mundo nos negaba el pan y la sal por no ser una “democracia” al uso; pero el espectáculo de un Mas elevado a los altares del independentismo por una masa de seguidores; con el señor Juan Baños, de la CUP, aguardándole en las escalinatas, al pie del edificio, para rendirle pleitesía, acompañado por la plana mayor del gobierno de la Generalitat en funciones, no hubiera tenido nada que envidiar a aquellas exhibiciones de poder de la mafia en tiempos de los gansters Al Capone, Dillinger, Barrow o Parker, cuando eran los capos de los pandilleros de Chicago y New York
Pero recordemos algunos puntos de este problema insoluble en el que estamos enzarzados catalanistas y españolistas sin que, de momento, se atisbe la más mínima esperanza de que exista una solución que no pase por la aplicación del artículo 155 de la Constitución, si es que, en este estado de cosas y ante la virulencia de una masa considerable de catalanes separatistas, es posible su aplicación pacífica y no quede otro remedio que se tenga que recurrir al Artº 8 de dicho cuerpo legal, en el que se le encomienda a las fuerzas armadas la preservación de la unidad de la nación española, como último y definitivo recuso. En primer lugar, el empeño de los dirigentes separatistas de intentar cubrirse con el manto de la democracia para justificar sus actuaciones en contra de la unidad del Estado español; cuando todos ellos, precisamente ellos, fueron elegidos de acuerdo con los procedimientos democráticos establecidos en la Constitución española, por los que quedaron legitimados para ocupar sus cargos cuando se comprometieron, mediante juramento, a respetar la Constitución española.
El acudir, repetidamente, a que el pueblo catalán, “democráticamente” se ha pronunciado por la independencia, aparte de que no es cierto (en las recientes elecciones, que ellos designaron como plebiscitarias, solamente votaron a partidos separatistas un 47% de los votantes y un 53 se decantó hacia los partidos constitucionalistas). Pero es que estamos en una nación con una Constitución aceptada por todo el pueblo español y, también, por una gran mayoría del pueblo catalán y, lo que no puede suceder es que, unos cuantos, aunque fueran más de dos millones o que constituyesen la totalidad de los catalanes, decidan por su cuenta el independizarse del resto de la nación. El hecho cierto es que las 16 autonomías restantes tendrán algo que decir sobre esta cuestión. En realidad esta boutade nos recuerda el intento de independizarse de Cartagena o los resultados de las otras ocasiones en las que Maciá y Companys lo intentaron y la forma expedita con la que ambas intentonas fueron anuladas. Resulta absurdo que, un presidente de una autonomía, que ha jurado defender la ley en virtud de la cual fue elegido, pretenda que tiene derecho a rebelarse contra ella, a burlarse del gobierno central y a exigir que, el Estado español, se siente a negociar con los rebeldes, acusándolo de inmovilismo porque se ha negado a pactar con ellos la mejor forma para que los catalanes se independizasen y siguieran gozando de todas las prerrogativas que les confería el estar en la UE. ¿En base a qué leyes se le puede exigir a una nación soberana que capitule ante quienes tienen la obligación de mantener la nación unida y solidaria?
Como siempre, el Gobierno ha estado lento, inseguro y poco listo a la hora de imponer lo dispuesto en la Constitución del 78 en su Título VIII , donde se disponen las medidas que deben adoptar las Cámaras cuando una autonomía no se ajusta a lo que las leyes de la nación disponen en cuanto a su administración, solidaridad, respeto por la Constitución y cumplimiento de las leyes. El Artº 155 es suficientemente explícito, así como lo dispuesto en el CP de nuestra nación, para afrontar desde la ley y la autoridad de los tribunales, apoyados por la policía y la Guardia Civil; cualquier intentona sediciosa, por mucho que los responsables de la misma pretendan defenderse bajo las falsas excusas de ejercer una democracia que, en realidad, no hace sino encubrir el saltarse la Constitución de la nación a la que pertenecen que, en todo caso, está legitimada para abortar el intento y juzgar a los que intenten imponer un cambio que no haya sido aceptado a través de las dos cámaras, el Parlamento y el Senado, por la mayoría especial que se precisa para modificar el contenido constitucional.
Sin embargo, una y otra vez, los españoles tenemos que tascar el freno, sentir la vergüenza de que se nos insulte, escarnezca, se nos llame ladrones y se nos amenace por una pandilla de simples oportunistas, empeñados en conseguir hacerse con el poder de una parte de España, no se sabe si para ocultar manejos poco ortodoxos, negocios poco claros o enriquecimientos ilegales, como parece que, presuntamente, ha sucedido con la familia Pujol, una familia multimillonaria, con cadenas de negocios en todo el mundo y acusados de haberse beneficiado de múltiples contratos públicos facilitados desde la Generalitat y otras empresas públicas o semipúblicas. No tenemos demasiada confianza en lo que pueda resultar de esta especie de astracanada que han montado desde Convergencia y mucho nos tememos que la presión constante que se viene ejerciendo sobre el máximo órgano judicial de la Justicia catalana, acabe en agua de borrajas, con una sentencia simbólica que no sirva para otra cosa que para reforzar el victimismo del señor Mas y conseguir que se le designe para Presidente de la comunidad, con el apoyo de la CUP, a la que se le han facilitado la tarea de vender a sus bases la excusa perfecta para retirar todas aquellos condiciones que impusieron a CDC para ayudarles a conseguir la presidencia de la Generalitat.
Tarde, muy tarde y faltará ver con qué resultado; los ministros del gobierno, el de Justicia señor Cátala y la vicepresidenta del Gobierno, señora Santamaría, han hablado, por primera vez, de la posible aplicación del artículo 155 de la Constitución. No se han atrevido a mencionar el 8º por aquello de que no se les tache de apocalípticos; sin embargo, los que vivimos en Catalunya, vemos como, en lugar de irse amainando la tormenta, de entrar en razón a la vista de la serie de circunstancias adversas que acompañarían, inevitablemente, a un intento de independizarse; en la calle todavía existe un ambiente, fomentado especialmente desde los partidos anarquistas y comunistas, que ven en la revolución catalanista un medio adecuado para intentar fomentar un contexto propicio para debilitar al Gobierno, especialmente ahora que se va a quedar sólo en funciones y que estamos apenas a 60 días de las legislativas; un momento propicio para intentar desequilibrar a la nación y sacar provecho de una situación de caos como se podría producir si en Catalunya, un pueblo soliviantado, adoptara por crear disturbios en las calles y patrocinar actitudes de enfrentamiento a las autoridades legítimas, representadas por el Gobierno de Madrid.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, mucho nos tememos que ya sea tarde para paralizar este proyecto del independentismo catalán, que lleva años incubándose, empezando por la inmersión en catalán y la enseñanza de una historia manipulada desde este bodrio que se conoce como la Ley de Memoria Histórica, de malhadado recuerdo. Lo hemos venido avisando desde hace tiempo infructuosamente. DIARIO Bahía de Cádiz