Mientras mis amigas van a ver la seducción de una sumisa, embarrancándose las ganas con sus placeres, una niña de trece ha sido prostituida en Almería como forma de vida. Puede que estén concatenados los hechos, porque las mujeres somos muy permisivas. No hace ni un rato que una conocida me justificaba los malos tratos como algo de lo que en España se han pasado dos roscas defendiendo a las mujeres. Es el día a día, de mujeres justificando a maltratadores, igual que en USA los latinos idolatrando a Trump, antes de que les pegue una buena patada en las posaderas.
Mi amiga Carmen Rodríguez Campoamor, mujer lista donde las hubiera, decía que no había más desgraciado que el obrero de derechas. Supongo que no llegó a ver la mujer machista o el hispano de Trump. No me parece mal que se alimenten de Grey, pero me descolocan los ovarios que sea prostituida una niña por su propia madre. Sé que de todo hay en la viña además de uvas, pero es que mientras no cambiemos la mentalidad seguirán cayendo como fruta madura mujeres inocentes por monstruos machistas.
¿Piensan -esas que vomitan- que nunca les llegará la hora? Serán tan estúpidas de creer que solo apuntará la injusticia, la vergüenza y el dolor a la casa de otras.
Ya saben que no creo en esta humanidad maldita, más que cuando veo a Isabel Carrasco sujetando la mano de Juan con amor sobrado, tras muchos lustros de convivencia y respeto. Ya saben que quiero más a mis perros que a los que no entienden el significado de la perdida, de la soledad o del abandono.
Hay gente que no merece la pena, no porque sean tóxicos sino porque están vacíos, rellenos como los espantapájaros de billetes usados, relamidos por las llagas de sus manos. La niña de trece años que se prostituía lo hacía por su hermano de nueve, y ahora- lo que son las cosas bien hechas- han merecido el premio de estar alojados en un Centro de menores de donde –presuntamente- saldrán esposados, abusados, o lo que es peor, domesticados en su mala suerte.
Mi tía María decía que había gente con estrella y gente que nacían estrellados. Quién mejor que ella para saberlo que se quedó huérfana de madre, con tres hombres a su cargo, abuelo, padre y hermano, esclava a tiempo completo sin que aún su pequeño cuerpo de niña se hubiera desarrollado. La vida es difícil, pero para algunos más, infinitamente más.
Creo que a la niña de Almería no le gustaría Grey porque tenía un abusador a tiempo completo, que por quince euros, con consentimiento y publicidad de su propia madre, usaba su cuerpo a mesa y mantel. Luego el resto del día, lo hacia otro prenda que la tenía en su negocio trabajando por cinco euros. Las mujeres tenemos que luchar mucho para que no nos claven las rodillas en el asfalto, pero encima tener que luchar contra nosotras mismas, denigra. DIARIO Bahía de Cádiz