Hoy dieciocho de agosto, pero de mil novecientos treinta y seis, era asesinado a las 4.45 de la madrugada en el camino de Víznar a Alfacar, junto al maestro nacional Dióscoro Galindo, y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcolla. Siguen sin aparecer sus cuerpos. Se creían que asesinando a Lorca, acabarían con su espíritu de libertad, porque si algo fue Lorca fue un amante de la libertad, se creían que acababan con su poesía, con su teatro, con sus dibujos y su música, con su sonrisa y alegría.
Las dictaduras de Videla, Pinochet y tantos otros se han esforzado sistemáticamente en hacer desparecer a las personas que no pensaban como ellos, porque solo con su existencia, con su palabra, con su ejemplo, ponían en evidencia la propia sinrazón de las dictaduras y sus artífices.
Una de las obsesiones convertida en estrategia del genocidio sobre las gentes de Palestina es el borrado físico de este pueblo, de su historia, de su cultura ante la mirada permisiva del resto del mundo, y en primer lugar de los ciudadanos llegados allí, que viven bajo la forma del estado de Israel. Por esta razón, su inquina contra la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UMRWA), no solo por los servicios que presta a los refugiados palestinos, sino también, porque son los depositarios de la propia historia de los mismos.
Aniquilar el presente, el futuro, la cultura de Palestina es el objetivo. Con la destrucción física de ciudades, ya sea mediante el bombardeo en Gaza o la ocupación por parte de colonos apoyados por el ejército en pueblos campos y ciudades de Cisjordania. Demoliendo escuelas, centros de educación, asesinando profesores, intelectuales, ciudadanos palestinos… y asesinando niños, el futuro mismo de cualquier pueblo. Más de 15.000 niños asesinados desde el mes de octubre de 2023. Pero todo esto ocurre no solo desde hace un año, sino desde la primera Nakba en 1948.
La tortura, la profanación de cementerios, el secuestro indiscriminado, el apartheid, el asesinato de periodistas, el intento de anonimato de las víctimas, solo son las herramientas aprendidas de los ‘Guantanamos’ norteamericanos, los vuelos en Chile, México o Argentina para lanzar a las personas al mar, del golpe de Estado de Franco y sus miles de asesinados, enterrados en campos y cunetas, de los guetos y campos de exterminio nazis…; de todos, los genocidas sionistas se han convertido en alumnos aventajados. Tanto maestros como alumnos utilizan la deshumanización de sus víctimas, si no están, no se conocen, no existen. Videla lo teorizó públicamente: “mientras sea desaparecido no puede tener tratamiento especial, porque no tiene entidad. No está muerto ni vivo”.
una de las obsesiones convertida en estrategia del genocidio sobre las gentes de Palestina es el borrado físico de este pueblo, de su historia, de su cultura ante la mirada permisiva del resto del mundo
Quieren que los asesinados no puedan ser identificados y lo único que quede de ellos, después de un bombardeo, sean bolsas de plástico llenas de trozos de restos humanos, de personas que tenían nombres y apellidos, que se distinguen si son adultos o niños por el peso de dichas bolsas. Quieren lo mismo que las fosas comunes sin localizar por parte de los golpistas españoles o los cadáveres sin identificar en el río Mapocho en Santiago de Chile.
El director de cine Costa Gravas terminaba una de sus películas icónica, con una lista de cosas que prohibieron los golpistas griegos después del asesinato del diputado Lambrakis: el pelo largo en los varones, las minifaldas, Sófocles, Tolstoi, Eurípides, romper las copas después del brindis, las huelgas laborales, Aristófanes, Ionesco, Sartre, Harold Pinter, y la letra Z, que fue utilizada como slogan para recordar que “él, el diputado asesinado, sus ideas y postulados viven, están vivos”.
Porque el “nosotros” no se puede confundir con el “ellos”. Frente a la muerte, la deshumanización y el olvido, yo grito ¡están vivos!; Lorca, los cadáveres del Río Mapocho, cada uno de los asesinados, violados, descuartizados en Palestina. Están vivos ellos y sus ideas, es decir escribo la letra Z en su memoria que es la mía. DIARIO Bahía de Cádiz