Los servicios secretos de un país amigo lo habían anunciado días atrás: “han sido detectadas urnas en coche en la frontera, con toda posibilidad se dirigen a Barcelona, ya que en el momento de entrar en suelo español cantaban algo así como… Baixant de la font del gat, una noia, una noia, baixant de la font del gat,una noia i un soldat…”.
Pasan los barrenderos baldeando mi calle, me doy media vuelta en la cama…
En torno a la fuente de Canaletas, muy cerca de la plaza de Cataluña, se reúnen tres papeletas y un bolígrafo, a los pocos segundos son increpados por la gente de uniforme convenientemente equipados, “se me vayan disolviendo que esta concentración esta fuera de la ley”, mientras, tres urnas consiguen pasar casi desapercibidas al lado de los uniformados, que en ese momento comenzaban a mostrar sus razones convincentes a las papeletas y al bolígrafo, los cuales de forma casi instintiva empiezan a correr Ramblas abajo.
El ruido de los ruedines de los cubos de basura sobre los adoquines me vuelve a sacar del sueño. Es lo malo de vivir en una calle estrecha del centro de Cádiz. Pero yo consigo pronto seguir durmiendo.
A la altura del primer puesto de flores, las papeletas y el bolígrafo adelantan a las tres urnas, una de ellas dice: “córrer córrer que això es posa lleig”, “però si no hem fet res” responde otra al punto de iniciar la carrera. La tercera urna susurra “si ens enxampen diem que crèiem que era un marató”. Al punto de formar grupo urnas, papeletas y bolígrafo sobrepasan a un numeroso grupo de turistas japoneses que se ponen a correr también -por si acaso-, en japonés, “baai ni jikkō suru”.
Cien metros más abajo, Blesa, que había dejado el yate atracado en el puerto, se cruza con Barbera: “¡hombre, te creía muerto e incinerado!… Calla, calla, que mi trabajo me está costando pasar de incógnito…”; en ese mismo momento pasan a su lado a toda marcha urnas, papeletas, bolígrafos y japoneses. El último de ellos, un japonés luchador de sumo sin apenas aliento grita “no corráis que llevo babuchas”, pero en japonés, y sonaba algo como “watashi no surippa ni wa hashiranaide kudasai”.
Blesa y Barberá retoman su conversación: “pues a mí en menos de un día me encontraron, me hicieron la autopsia y me incineraron, oye, y todos se lo creyeron”. “Pues yo les dejé liados que si había sido la ginebra, el wisky o el stress post-imputación”. “Qué arte tienes…”. Que no estaba muerto, no no, que no estaba muerto, no no, que estaba de parranda…
Suena el despertador y se conecta la radio -pii, pii, piiiiiiiiii-, son la ocho de la mañana, noche de incidentes en la Rambla barcelonesa con urnas, papeletas, bolígrafos y un grupo de japoneses, conectamos con nuestro corresponsal en Barcelona… según testigos presenciales fueron avistados en las inmediaciones dos personas que se creían fallecidas, y que la autoridad han preferido no identificar públicamente, ya que el juez encargado del caso ha decretado el secreto del sumario.
Yo sigo durmiendo hasta que suenan nueve campanadas en la catedral. DIARIO Bahía de Cádiz