Antes de nada quisiera hacer una confesión, yo creía que a todos esos fenómenos meteorológicos les ponían nombre propio: Filomena a aquel temporal de frío y nieve que asoló el centro peninsular, a otro, hace tiempo le llamaron el Niño, genérico pero reconvertido a nombre propio, así este año hemos conocido a Nadin, Patty, Rafael, Valerie, Tara… entre otros. Yo, en un exceso de autoconfianza, entendí que Dana era también un nombre propio. Pues no, son siglas, Depresión Aislada en Niveles Altos, más conocida como “gota fría”, pero a mediados-finales del siglo pasado le cambiaron el nombre por unas siglas “para no crear alarmas”.
Ahora en serio, después del desastre ocurrido en Valencia quiero mandar un abrazo, pero de los de verdad, a todos los afectados, a todas víctimas a toda la gente del País València. En estos momentos, ya pasados unos días, tengo que intentar ser lo más claro posible, aún corriendo el riesgo de no ser complaciente con algunos, incluso conmigo mismo.
En primer lugar, no me cabe ninguna duda de contar, de que en este país tenemos, recuperando el título de la película de Marco Tullio Giordana, ‘La mejor juventud’, que marcha a riadas con pocos medios a ayudar en lo que puede, quitando barro con palas, si las hay, si no con las manos, construyendo a la vez una muralla de dignidad contra la mentira, contra el fascismo con disfraces nuevos, que se mancha de barro/maquillaje para los directos televisivos, como aquel reconvertido corresponsal de guerra que retransmitía desde Bosnia delante de extras de atrezo como si fueran combatientes.
No toda la juventud, ni mucho menos, son esos niñatos con los que Su Majestad conversa en prime time delante de las cámaras. Estoy seguro que ha llegado el momento de aclarar de donde salió esta “brillante idea” de paseo real con las autoridades, era justo lo que menos se necesitaba en ese momento.
Una vez que poco a poco el barro se retira, es el momento de decir, incluso gritar que no “todos los políticos son iguales”, que hay políticos al lado de la gente, respondiendo al segundo a la protección de los que más necesitan protección, los más débiles, y sí, efectivamente estoy señalando al Gobierno de España.
Ha llegado el momento de defender el bien común con todas las herramientas, incluso las judiciales, y si son responsables, ¡a la cárcel!
Mónica Oltra, la política con mayor índice de aceptación en un momento determinado en el País València decía hace unos años: “Ahora mismo tenemos tres derechas: la corrupta, la bárbara y la que no se entera de nada”. El actual gobierno de la Generalitat quizás no esté al cien por cien en uno de los grupos, pero por sus actuaciones pueden estar en los tres.
Cada día que pasa se van clarificando más las decisiones del presidente Carlos Monzón, de su consejera Salomé Pradas, “responsable” del dispositivo de emergencias de la comunidad, quienes no solamente debieran estar fuera de sus puestos por incompetentes.
Porque como se ha demostrado en este y otros casos, tanto las decisiones “políticas” de quitar unidades de emergencia, como la inaptitud e ignorancia de los instrumentos y mecanismos en estos casos de la consejera, esto no solamente es triste en un gestor público, sino que cuestan vidas. Ha llegado el momento de defender el bien común con todas las herramientas, incluso las judiciales, y si son responsables, ¡a la cárcel!
Hay que tener mucho cuidado con los eslóganes facilones y que pueden esconder mensajes perversos en boca de fascistas. Un ejemplo, “solo el pueblo salva al pueblo” en boca de los Abascales, Ikers Jiménez, o de los que defienden no pagar impuestos, lo que nos quieren decir es que ¿para qué queremos el estado si no funciona? Es decir, lo mismo que sus líderes mundiales, los Milei, los Trump…
Digo orgullo de nuestra mejor juventud, por supuesto, pero al lado de un estado que protege a los más débiles. Los otros, los poderosos se protegen ellos solos.
Un aviso para caminantes: “los voluntarios”, “las mareas”, “los nunca mais” son imprescindibles para construir y cerrar esa muralla, pero no solamente. ¿Nos acordamos de nuestra historia? Si además de estas manos no somos capaces de articular una suma de todos, vieja, nueva y novísima izquierda, de nacionalistas y de internacionalistas, de los que levantan el puño izquierdo y los que levantan el derecho, incluso los que no levantan el puño, si no somos capaces de plasmarlo en grandes mayorías políticas y sociales, llamarlo como queráis, creo que la muralla no se cierra.
Trump, Trump… ¿quién es?… la mentira y… ¡cierra la muralla! DIARIO Bahía de Cádiz