El 14 de marzo de 2023, hace poco más de un año, recorría un camino que dibujaban unos pañuelos anudados en el suelo en la Plaza de Mayo, justo delante de la Casa Rosada. Fueron unas cuantas vueltas, tras una pancarta con un texto muy español, “no pasarán”, que portaba la dignidad de las abuelas del pañuelo en la cabeza. Fueron apenas diez o quince minutos, pero fueron los pasos de los más importantes que he dado.
Las llamaron de todo a estas “viejitas”, que si provocadoras, que si subversivas, que si locas… todo porque pedían, siguen pidiendo, exigiendo, “con vida se los llevaron y con vida los queremos”. Estas “viejitas” que tanto me recuerdan a mi vieja…
Las han humillado, las han apaleado, las han despreciado, pero ellas han acudido a su cita de todos los jueves frente a la Casa Rosada, en Buenos Aires (“hiciera frío o calor” las cantaba Carlos Cano). Las Madres, las Abuelas de la Plaza de Mayo han seguido buscando desaparecidos, secuestrados, han seguido y siguen manteniendo vivos de una u otra manera a los treinta mil desaparecidos.
El día 24 de marzo, la ONU lo declara como Día Internacional del Derecho a la Verdad en Relación con las Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas, en Argentina es Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en homenaje a las víctimas de la última dictadura cívico-militar (1976-1983).
De una u otra forma se ha venido conmemorando este día, la mayoría de las veces, desde las varias sensibilidades separadas, ¿a qué me recordará esto? Pareciera que cuando los militares hacían desaparecer a los argentinos, les pidieran su filiación: ¿vos soy peronista?, ¿vos montonero?… y no, no hacían distinción cuando los tiraban vivos desde los aviones, que despegaban de los campos de detención, al río de la Plata.
El año pasado, a los pocos meses de la ocupación de la presidencia de Milei, las marchas del 24 de marzo estaban cargadas de cierta pesadez, tristeza… era la oscuridad que parecía que ocupaba todo. Daba la impresión de que el sol abandonaba su sitio entre las dos bandas azules de la bandera.
Pero lo que en 2024 era el desasosiego ante lo que podría acontecer en un futuro, en este 2025 se ha convertido en certeza. La nueva administración en manos de Milei ha desmantelado la industria, la fuerza de riqueza del país, ha enviado a miles de trabajadores al paro, ha recortado pensiones, presupuesto de universidades… todo ello en nombre de la libertad, su libertad de hacer caja a costa de un país. Su presidente está imputado por fraude, su hermana cobra por posibilitar reuniones del presidente con quien esté dispuesto a pasar por caja. Niegan las 30.000 desapariciones… negarán que hubo dictadura.
da la impresión de que el pueblo argentino empieza a encontrar zonas comunes que les acerca a países de su entorno como Brasil, Colombia, Chile, México, Uruguay y les aleja de esa pesadilla por la que están pasando
Pero ocurrió algo muy importante esta semana. Después de grandes manifestaciones de mujeres, de manifestaciones por la libertad sexual, marchas de los “viejos” arropados por las aficiones de los equipos de fútbol cantando “si nos tocas a los viejos te armamos un quilombo”, después de dura represión…, después de esto, la conmemoración del día de la Memoria, la Verdad y la Justicia se hace forma unitaria. En la marcha de más de un millón de personas se mezclaron jubilados e hinchas de equipos de fútbol con estudiantes de secundaria. Universitarios y activistas de movimientos LGTB, con trabajadores en activo y en paro, todos y todas tras una única pancarta ‘Porque son 30.000 fue y es genocidio, Verdad, justicia y reparación’, y en un lateral un pañuelo blanco con un nudo.
Da la impresión de que el pueblo argentino empieza a encontrar zonas comunes que les acerca a países de su entorno como Brasil, Colombia, Chile, México, Uruguay y les aleja de esa pesadilla por la que están pasando. Al ver las imágenes me acordé de un cartel en el lugar de la Memoria de Buenos Aires que decía: “En mi primera marcha mi viejo me dijo: si te perdés, seguí los pañuelos blancos. Desde ese día, ellas me marcaron el camino”.
Gracias Hebe de Bonafini, Estela de Carlotto Azucena Villaflor, Carmen Arias y tantas otras, siguiendo vuestros pañuelos seguro que no me pierdo. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio