El poeta y catedrático de cálculo de estructuras Joan Margarit mantenía que tanto en poesía, como en las estructuras en arquitectura, había que quitar todo lo que supusiera “un peso” innecesario, todo lo que fuera superfluo.
En arquitectura, se hace fundamental que la obra descanse y sea soportada por una estructura, que lejos de eclipsar la misma, sirva para dar más realce, pero sin sobredimensionar. Ya que, aparte de costos innecesarios, no tendría asegurada su función; en poesía, también en prosa, cuando se es capaz de prescindir de florituras, frases hechas… el mensaje que se pretender dar, el contacto directo con el lector, sin trampas, se hace claro y diáfano.
Ejemplos de lenguajes saturados de imprecisiones, con exceso, no ya de palabras, de palabrerías, lenguajes en el fondo vacíos, que no pretenden comunicar nada, en el sentido de hacer llegar de forma clara y concisa, un mensaje, una idea al receptor o lector, es el lenguaje de muchos “políticos”.
Más de una vez he escuchado a alguno, que al final tengo que repensar lo que ha dicho, incluso darle a la moviola, para volver a escuchar intentando descubrir algún mensaje más o menos velado, pero no, al final estoy convencido que es absolutamente adrede lo del discurso sin mensaje, sin querer decir nada, solo hablar y chupar cámara o micrófono.
Siguiendo el hilo de los “discursos” políticos que algunos realizan, con opiniones o informaciones fuera de toda lógica y mesura, alguno pareciera como si no hubiera pensado lo que dice, que hace bueno eso de que entre los pulmones y las cuerdas vocales no está el cerebro, por tanto no piensan lo que dicen y sueltan las barbaridades que sueltan.
Pero no, está calculado al milímetro, normalmente lo consiguen, el objetivo no es otro que el de ocupar portadas y noticias con su firma. MAR, la mujer esta de Madrid, ¿cómo se llama…?, ah, sí, pues esa. La cuestión es que no inventan nada, antes ya lo utilizaron José Stalin, y otro José, Goebbels.
cuando emitimos el mensaje, estamos consciente o inconscientemente dando una interpretación personal de lo que nos rodea, no hay un lenguaje neutral, al menos totalmente neutral
La utilización del lenguaje, las palabras, nos sirven para describir situaciones, personas, hechos. Aunque esta utilización está totalmente mediatizada por la interpretación, por los valores, y por qué no, por la ideología del sujeto que habla y siempre, cuando emitimos el mensaje, estamos consciente o inconscientemente dando una interpretación personal de lo que nos rodea, no hay un lenguaje neutral, al menos totalmente neutral.
Valgan algunos ejemplos de la utilización de palabras que transmiten visiones diferentes con alto contenido de valores. Resulta que una misma o similar situación, depende el origen son una cosa u otra. Un palestino capturado de forma violenta por el gobierno de Israel se le denomina normalmente prisionero. Un israelí retenido, secuestrado, admito cualquier término, no son prisioneros, son rehenes. Al prisionero se le reconoce de antemano, cierta legalidad en su detención y/o retención; el rehén se le considera de antemano una retención fuera de cualquier ley, con el fin de convertirlo en objeto de intercambio para conseguir algo. Pero, o todos son prisioneros o todos son rehenes, personalmente considero que tendríamos que utilizar el término de rehenes con el fin de acercarnos mejor a la realidad.
Otra realidad sobre la que el lenguaje ha realizado una labor de usurpación y manipulación de la historia es lo que ocurrió en este país el 18 de julio de 1936. La gran mayoría hemos “comprado” el discurso, el relato que nos habla de una guerra civil de unos españoles contra otros. Reivindico que no es cierto, no es una guerra civil, es un golpe de Estado de elementos facciosos, que se levantan en armas contra el poder legalmente constituido de la II República; y pese a la ayuda en medios económicos y militares, tardaron tres años en conseguir sus objetivos. Eso no es una guerra civil, eso es un golpe de Estado. DIARIO Bahía de Cádiz