Habían pasado ya las barricadas en el Barrio Latino de París, y todavía faltaban algunos años para que los estadounidenses abandonaran el suelo de Vietnam. Fue entonces cuando La Lupe cantaba: “Me parece que es teatro/Lo tuyo/Lo tuyo es puro teatro”. Mucho antes, algunos siglos antes, desde Oscar Wilde hasta William Shakespeare, incluso el mismo Cervantes, abordaron desde diferentes perspectivas la relación y las semejanzas entre la vida y el teatro. En El Quijote, Cervantes afirma: “Uno hace el rufián, otro el embustero, este es el mercader, aquel el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y acabada la comedia y desnudándose de los vestidos…, quedan todos los recitantes iguales”.
No quiero referirme a la pelea en la Casa Blanca entre Trump y Zelenski, que al ser retransmitido casi en directo, me dio la impresión de estar contemplando una sesión de guiñol o del títere de la cachiporra. Al ver a estos dos machos sobreactuando y hasta las trancas de testosterona dándose mamporrazos, no pude evitar sentirme como si estuviera presenciando un ensayo general de la “obra de teatro” que es la vida.
Un ejemplo es el sionismo de Israel y el genocidio contra el pueblo palestino. Ensayan armas para luego venderlas, afirmando que han sido probadas y que funcionan. Desafían el derecho internacional, y la reacción del público es mínima, en el mejor de los casos, con la gente consultando sus teléfonos en lugar de prestar atención. Además, están experimentando con la selección de objetivos mediante inteligencia artificial, apoyada y promovida por varias empresas de Silicon Valley. La IA utiliza millones de llamadas telefónicas, reconocimiento facial, geolocalizaciones y otros datos para seleccionar objetivos para la destrucción y los bombardeos. Un ejemplo de esto es el proyecto Nimbus, que no podría funcionar sin Google. Si nota que sus dedos o pabellón auditivo se manchan de sangre mientras usa su ordenador, tableta o teléfono, no se alarme; es sangre palestina que rezuma de los chips.
El año pasado, presenciamos otra prueba. ¿Qué pasaría si alguien que está siendo procesado por los tribunales de su país se presenta a las elecciones? La prueba fue exitosa, ya que ganó las elecciones.
Otro aspecto importante es el cambio de paradigma. Permítanme intentar explicarlo. En los sistemas que surgieron tras la revolución de la burguesía y se consolidaron en el siglo XX, los representantes de la derecha, incluso los fascistas, eran apoyados, no solo económicamente, por los dueños, como diría Marx, de los medios de producción.
si nota que sus dedos o pabellón auditivo se manchan de sangre mientras usa su ordenador, tableta o teléfono, no se alarme; es sangre palestina que rezuma de los chips
¿Recuerdan la película Novecento? Hay una escena en la que terratenientes, condes, marqueses, el cura y un fascista se reúnen en una iglesia. El fascista, interpretado por Donald Sutherland, pasa el cepillo y todos los demás lo apoyan ideológicamente. Hoy en día, después de varios ensayos, parece que a los grandes empresarios y multimillonarios les sobran los intermediarios y están asumiendo el poder político directamente. Trump y Elon Musk son solo algunos ejemplos.
Dicho de otra manera, es como si en el golpe de Estado de 1936 en España, en vez de Franco, Mola o Queipo de Llano, lo hubieran encabezado directamente Juan March, incluso condes y marqueses de viejo cuño. No habría habido mucha diferencia.
Estamos de ensayo general para estrenar un día de estos la obra completa de teatro. Quizás, todas estas actuaciones solo sean una forma de “probar”, “ensayar” el comportamiento de la gente en el patio de butacas, plateas y palcos. Por ahora, parece que no entendemos que sin nosotros, el público, las obras de teatro no tienen razón de ser, y que además nosotros mismos formamos parte de estas, con capacidad de parar, repetir incluso iniciar una obra diferente si no nos gusta lo que hay en el escenario.
¡Pero cómo está el patio! Me recuerda a otra película, La vida de Brian. Hay una escena en el circo romano donde diferentes grupos se reúnen en sus propias secciones. De manera similar, en nuestro espacio teatral, podríamos ser, por ejemplo, el Gallinero/Paraíso sí que puede, lógicamente desde el gallinero/paraíso. Los Palcos Unidos de Izquierda están en constante conflicto con la Suma de Palcos. Podemos encontrar estos micro grupos en cada sección del aforo, incluso dividida por filas, afirmado su derecho a existir, siempre aduciendo lo que les define, les separa.
Mientras el Ensayo General continúa, se acerca a su final. ¿Nos daremos cuenta de que basta con lanzar una buena descarga de, por ejemplo, tomates sobre los actores mediocres que hoy dominan la escena, y cómo cantaba Carlos Puebla, “mandar parar”? DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio