Parece que fue ayer, cuando en vísperas de las vacaciones de Navidad, olvidaba penas y problemas para acometer lo más libre de cargas este periodo de asueto y divertimento, esto viene ocurriendo año tras año. La voz, primero de niños, más tarde de niños y niñas cantando con el mismo soniquete número y cantidad, antes en pesetas, después en euros, significaba que empezaba el tiempo en el que la única preocupación era llenar los días de juegos, amigos y risas; había dejado atrás, primero los libros y tareas de estudiante, luego los problemas del mundo laboral al salir del bombo la primera bola del sorteo.
El primer día que me levantaba sin que sonara el despertador o la voz de mi madre diciendo eso de ¡vamos, arriba, que llegarás tarde!, mientras tiraba de mantas y sábanas, hiciera frío o calor. Ese primer día ya me había olvidado, consciente o inconscientemente del último día de escuela, o de trabajo. Me quedaba mirando nada mientras veía lejos, muy lejos la vuelta a la actividad cotidiana de mi vida, más de quince días por delante hasta el día de Reyes…
Pronto pierdo la noción del tiempo y olvido. Al contrario del otro periodo largo de vacaciones, las estivales, al final, si no se vuelve al principio, al menos se vuelve al mismo punto del día antes del sorteo de la lotería. Las vacaciones de verano, al menos en la escuela, significa el cambio de curso, de ciclo, hay novedad, y esto ya es un aliciente.
Por esta razón el día que menos me gusta, es más, me disgusta, es el día cinco de enero, esta noche vienen los reyes; para un republicano no es motivo de jubilo, pero no es eso, es que después de la noche de Reyes, viene el día de Reyes y ¡zas!, las vacaciones están terminadas, y el día de después los mismos compañeros y profesores en el colegio, o la misma mesa o herramientas en el tajo, en el trabajo. Si dejé el libro de sociales abierto por la página 42, cuando vuelvo después de Reyes seguirá abierta por la página 42. Si dejé una tarea del trabajo a medias, me lo encontraré a medias, nada ha cambiado con respecto al 22 de diciembre.
no entiendo mucho de fiestas, fijas, móviles… creo que estamos ante una nueva modalidad: fiestas adaptables a la climatología
Hoy es cinco de enero y en contra de la tradición, en muchos lugares se han celebrado las cabalgatas de Reyes en días anteriores, porque se preveían lluvias. No entiendo mucho de fiestas, fijas, móviles… creo que estamos ante una nueva modalidad: fiestas adaptables a la climatología.
Os acordáis la que montaron por los trajes de los Reyes en Madrid, una dirigente significativa del PP, llego a exclamar “¡nunca perdonaré a Carmena lo de los trajes de Melchor, Gaspar y Baltasar!”. Mis hijos están “desilusionados”. Me imagino que los abogados cristianos esos denunciarán a los ayuntamientos que han roto la ilusión de muchos niños que esperaban la cabalgata para que en esa noche los Reyes repartieran los juguetes, o tal vez no. Lo que sí es seguro es que nadie sabe a ciencia cierta si el domingo de ramos, será domingo o martes de ramos, man yadri…
Pero no es el cambio de día de cabalgata lo que me preocupa hoy, es el convencimiento que el día siete de enero los sionistas seguirán cometiendo genocidio contra los palestinos, que seguirán destruyendo pueblos y ciudades enteras y estoy convencido de que la mayoría mirará mientras tanto hacia otra parte. A la vez quiero, espero, estoy convencido de que cada vez más personas cruzarán la línea de la indiferencia para intentar parar lo que es ya la vergüenza del mundo, al sionismo.
NOTA: Antes que se me olvide, te lo voy a desi: tenemos que repetir un día aquella lectura que ya hemos hecho en el templete de la plaza de Úbeda del poema de Don Antonio, Del pasado efímero. Quillo, qué gritos pegamos, casi vinieron los municipales, incluso alguna parte del poema la cantamos. Te reto a volver a Úbeda, al templete. DIARIO Bahía de Cádiz