El otro día visitando los Belenes de Cádiz con mis nietos, en el de la calle Ancha, vi en una esquina a tres figuras que parecía que estaban hablando por lo bajini, al oído, cerca del castillo de Herodes. Arrimé la oreja y escuché:
Este año esto viene siendo lo que llamo yo un desastre, no sé a quién se le ocurrió que ya que anunciamos “la buena nueva”, vamos, las noticias, lo lógico sería que los ángeles dejáramos las alas arriba, en el cielo, y nos pusiéramos unos chalecos que ponga en grande “PRESS”. Total que nada más llegar a Palestina nos han matado a dos, de cinco que venimos, no sé yo cómo vamos a cumplir lo de informar de las noticias, pero os digo una cosa, para eso hemos venido y de aquí no nos echa ni Dios, ¡uy, perdón! No quería yo blasfemar. A ver cómo nos organizamos.
Tú vete a informar a los pastores, tú a los reyes, yo me quedo para ponerme en el establo con esa especie de pancarta de “paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. Nos vemos el día veinticinco a las nueve de la mañana en el pozo de Belén y tiramos pa’rriba.
Ya me entró el gusanillo de cómo seguiría esta historia, así que volví al día siguiente, puse una grabadora, de esas de espías al lado del Pozo de Herodes. El día veintisiete volví (sí, el veintisiete, porque si hubiera sido el veintiocho creeríais que es una inocentada), cogí la grabadora y me la llevé a casa sin que nadie se enterara.
Bueno, ya estamos aquí los tres de nuevo, creo que por la cara que traemos…, no sé yo. Vamos a ver, empieza tú, ¿qué tal los Reyes Magos? Ufff, complicado. Sabéis, este año les tocó hacer de Reyes a los sanitarios, en concreto a un médico de color de Médicos sin Fronteras, a una enfermera gaditana de una ONG, que estaba haciendo un voluntariado en un ambulatorio y a un paramédico que conduce ambulancias de Ramala, decidieron que había que modernizarse, en vez los trajes de toda la vida llevaban la ropa de trabajo, bata blanca, pijama de enfermera verde oliva y un mono rojo el conductor, les dejé camino del establo, supongo que llegarían bien, iban un poco confundidos con las bombas de fósforo, parecían cometas, claro, se confundieron de camino.
Allí dejé a los Reyes Magos intentando quitar escombros a ver si ha quedado alguien con vida, que yo creo que ni Dios se salvó de esa bomba, desde luego el Niño estaba muerto
Lo del establo fue una catástrofe, me bajé un momento para sacar una foto al Niño, a José y a María, con la mula y el buey, ya sabes, me sentí en la obligación al llevar el chaleco de “PRESS”, me alejé unos metros para coger ángulo y vi como caía una bomba justo encima del establo, reduciendo todo a escombros. Creo que se creían, los de la bomba, que era un grupo pacifista por lo de la pancarta de “Paz en la Tierra…”. Allí dejé a los Reyes Magos intentando quitar escombros a ver si ha quedado alguien con vida, que yo creo que ni Dios se salvó de esa bomba, desde luego el Niño estaba muerto cuando le sacaron.
Pues a mí me pareció raro, que al contrario de otros años, los pastores ni iban con su rebaño, ni lavaban ropa en el río, ni na de na, iban todos juntos huyendo en dirección del sur. Les dije que fueran para el portal, que Él había nacido; me contestaron que no, que venían de campos de refugiados destruidos, con cientos de niños muertos, heridos y mutilados, y que en cada mirada de esos niños estaba Dios, que otro año, si eso, van al portal, pero este año no están para ir allí. Yo les entendí.
Casi un minuto de silencio después, escucho a los ángeles con chaleco de prensa: Bueno, ¿vamos pa´rriba? Otro respondió: Creo que nos debemos quedar, alguien tiene que contar lo que pasa en este belén, en Palestina.
Bueno pues nos quedamos, coge la cámara que luego no se lo creen.