Ante todo, una confesión: no soy independentista, nunca lo fui, ni siquiera nacionalista. En el archivo sonoro de mi vida se han mantenido vivas algunas canciones, como la de ‘Punto y Raya’ de Aníbal Nazoa que cantaba, entre otras, ‘Soledad Bravo’ y que en unos de sus versos decía algo como: “porque esas cosas no existen/ sino que fueron trazadas/ para que mi hambre y la tuya/ estén siempre separadas”, cuando hablaba de mapas, países y de sus fronteras.
Dicho esto, la penosa y déspota actuación del Partido Popular, en relación con Cataluña, entra dentro de lo esperado, no defrauda; o es que ¿no hicieron lo mismo con los sindicatos antes de promulgar la última reforma laboral? Primero campaña de acoso -que si los liberados, que si las mariscadas, que…-, cuando tuvieron a la gente contra ellos, ¡zas!, reformazo y a otra cosa mariposa. ¿O qué paso con los funcionarios? Primero que eran unos vagos, que se pasaban horas y horas en las cafeterías, que no daban palo al agua…, y una vez que muchos aplaudían con las orejas: bajada de sueldo, congelaciones salariales… y todos tan contentos.
Pues en Cataluña igual, sacan banderas, uniones patrias, siembran el odio contra todo lo que suene a catalán, productos, cultura, nos hacen mirar un dedo que parece señalar a los independentistas, y no, nos señalan a los demócratas y mientras nos roban el bolsillo, nos están robando la tolerancia, la libertad, la convivencia, y algunos aplauden cuando la Guardia Civil detiene a carteles, a urnas, a papeletas incluso a escobas; ¡allá ellos!, mañana veremos cómo solucionan esto que han montado ellos solos.
Otra confesión: soy de los que creía que el PSOE -y me da lo mismo decir de Pedro Sánchez o de Susana Díaz- tarde o temprano apostaría por la convivencia, la libertad, la igualdad; pero no, por ahí andan medio escondidos, con acuerdos públicos y de tapadillo con el Partido Popular y demás fuerzas “nacionales”, sí, nacionales y nacionalistas, haciéndose los mártires y marginados, ellos mismos han elegido ser los mamporreros de toda esta chapuza. Y un poquito de por favor a la Ferrusola andaluza Susana, no hable usted de referéndums ilegales, cuando en su chiringuito ha pasado de los acuerdos de su propio partido en el porcentaje de avales para los procesos electorales internos.
Yo quiero a esa Cataluña que cuando alguno hablaba con desprecio de charnegos, la mayoría contestaba “es catalán todo el que vive y trabaja en Cataluña”. Me gusta esa gente de Sant Adriá, que para referirse a una amiga que decidió irse a trabajar a Barcelona la llaman la catalana, en vez de la madrileña. Me siento orgulloso de ese amigo que siendo hijo de andaluces, habla en un catalán que ni los Pujol. Me enternece el recuerdo de aquella republicana de más de setenta años que me explicaba “ahora que estoy en Cataluña soy de Les Dones -y acercándose-, que son los mismo que las Mujeres Democráticas de allí”.
Por todo, el día 1 de octubre yo iría a un colegio electoral, cogería una papeleta o la llevaría impresa, da lo mismo, pondría una cruz al lado del no, pero el día 1 de octubre yo votaría, en defensa de su libertad, que es exactamente la mía, la nuestra. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio