Semana dura sin duda. No es que Europa haya sido raptada de nuevo por Zeus disfrazado de toro blanco, mientras recogía florecillas en el campo; esto hubiera sido hasta romántico, aunque muy espabilada no habría estado, sería al menos la segunda vez que Europa se iría a lomos de Zeus-toro blanco a Creta.
En esta ocasión Zeus ni se disfraza, se presenta ante Europa como el toro del Guernica, observando a esa mujer con el niño muerto en brazos, recién sacado de entre las ruinas después de un bombardeo. ¿En Belgorod, Jerson o Rafah?, ¿en Ucrania, Palestina, o era Guernica, Brunete, quizás en la Desbandá en una carretera en el sur de España?
Europa se monta a lomos de este siniestro toro, dispuesta, no a huir a Creta, no quiere ni a Talos, ni al perro Lélape, ni a la jabalina que nunca falla en el blanco, simplemente quiere marchar con el toro negro a bombardear ella misma cualquier sitio que el toro le indique. Pobre Europa, me duele esta Europa.
Pero que quede claro, no es Europa la que elige su destino, es la ciudadanía europea la que ha elegido. Yo estoy de acuerdo con la persona que, cosa rara en política, decía algo como: “la gente vota lo que entiende que es mejor para ellos, individual y colectivamente, no se puede admitir que se diga que la gente vota mal porque no nos vota a nosotras. Tiene todo el derecho de votar a unos u a otros, incluso de no votar, está en su derecho. No podemos culpabilizar a la ciudadanía de nuestros malos resultados, esas responsabilidades hay que buscarlas en nosotros mismos”.
es cada vez más importante salir del individualismo que reniega de la realidad y participar en cualquier forma colectiva, movimiento, asociación para preocuparse y ocuparse de la cosa pública
Vaya por delante mi respeto, incluso una buena parte de las veces mi admiración, a las personas que optan por la militancia en partidos políticos, y digo buena parte ya que a los fascistas y afines, ningún respeto ideológico y poco del otro. Viendo el panorama, recuerdo el diálogo en la película Casablanca entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, cuando Rick Blaine a Ilsa Lund dicen: “siempre nos quedará Paris”; que en una adaptación personal se podría cambiar por “siempre nos quedarán el Ágora”, en su concepto más griego de lugar de reunión, discusión y donde se toman las decisiones entre los ciudadanos.
Hoy es cada vez más importante salir del individualismo que reniega de la realidad y participar en cualquier forma colectiva, movimiento, asociación para preocuparse y ocuparse de la cosa pública (res publica en latín).
Y hablando de res pública, cosa pública y república, quedó muy mono eso de la sorpresa en la cena sin Feijóo, donde celebraban los diez primeros años del último Borbón como jefe de Estado no electo. Dos jóvenes, también Borbones de última generación actúan, como los niños de la familia Von Trapp en ‘Sonrisas y Lágrimas’ delante de todos los invitados, qué mono a la par que entrañable, pero eso ya lo vi en el cine.
Por un momento, cuando las dos Borboncillas estaban actuando delante de los invitados, me acordé de la huida de la familia Von Trapp por un cementerio hacia las montañas, después de la actuación (en la peli) y me imaginé a nuestra familia Borbónica, después de la actuación en la fiesta, huyendo por los Pirineos camino de Arabia Saudí a encontrarse con el emérito… ¡Ay chacha, qué daño nos ha hecho el cine!
También hoy me acuerdo de Palestina, de su gente. DIARIO Bahía de Cádiz