En el festejo que se celebró el pasado miércoles (16 de julio) en la plaza de toros de San Fernando, con motivo de la feria de Nuestra Señora del Carmen y de la Sal. Se lidiaron reses de la ganadería de Julio de la Puerta y Castro, justas de presentación y de juego, siéndole pedido el indulto con mucha fuerza al tercer burel de la tarde lidiado por Galván. Torero que resultó ser el máximo triunfador tanto artísticamente como en la consecución de trofeos recibidos. ¡Qué manera de realizar el torero de David Galán con tanta dimensión!, cortando4 orejas y 2 rabos con fuerte petición del indulto de su primero; ‘El Fandi’ cortó 4 y Juan José Padilla 3. Saliendo por la Puerta Grande los tres espadas a hombros de los capitalistas.
Hubo alrededor de tres cuartos de público en los tendidos, en tarde muy calurosa y con algo de viento que molestó levemente en algunas fases del festejo. El banderillero de la cuadrilla de Galván, Álvaro Núñez, se desmonteró en el sexto de la tarde, siendo aplaudido también Rafael Limón con los garapullos. ‘El Fandí’ sufrió un pitonazo en una de sus rodillas continuando la lidia y Galván al realizar la suerte suprema ante el sexto de la tarde, se tiró por derecho para matar a la res dejándose morir jugándose una cornada, siendo socorrido por todas las cuadrillas. Afortunadamente fue un topetazo temiéndose algo peor inicialmente.
El coso necesitó un remojón en la segunda parte del festejo para haberse evitado tanto polverío. Y a un vendedor ambulante otro, aunque fuera de agua salada en sus pies, al apestar más que las zahúrdas. ¡Qué fetidez echaban!, cuando se sentó detrás mía con ese tufillo de tan repugnante cante de mugre rancia, con esa caló que hacía que quitaba las ‘tapaeras’ de todos los sentíos.
Ah, se me olvidaba indicar en esta introducción del festejo que, Juan José Padilla ‘Ciclón de Jerez’, a la muerte del tercer toro se fue al burladero donde estaba Galván refrescándose antes de recoger los trofeos conquistados, y lo felicitó por la faena realizada. Gesto de mucha dignidad que honra al maestro jerezano.
David Galván a su primero marcado con el número 9 lidiado en tercer lugar. Nada más desplegar el capote desparramó a la verónica su esencia y empaque torero, siendo jaleado con profundidad y tronío. En el caballo cuidaron al toro. Y en banderillas cumplió la cuadrilla. La faena de muleta se la brindó al respetable en el centro del anillo. Y la comenzó con mucha torería cargando la suerte en cada muletazo componiendo la figura. Realizando en su conjunto una faena excelsa y sublime al alcance de muy pocos, porque este chico tiene mucha dimensión y cada día torea mejor tanto con la derecha como por naturales, manoletinas, pases de pecho, desplantes levantando al público de los tendidos. Posteriormente se pegó un arrimón siéndole gritado desde los tendidos “¡Torero! ¡Torero! Porque en verdad es que, San Fernando tiene ya a un joven torero desde las zapatillas a la castañeta, que pasará a los anales de la historia de la tauromaquia local y en el transcurrir de los años de otras. Por ello, cuando se dispuso a finiquitar al toro, le pedían que no lo matara, pero el presidente se resistió a conceder el indulto mandándole un recado al espada. Tras terminar Galván con la res, le concedieron las dos orejas y el rabo con mucha fuerza, siendo paseadas en la triunfal vuelta dada al anillo. Siendo pitado el presidente por no conceder el indulto.
Con el que cerró plaza marcado con el número 58, Galván lo lanceó con mucha majestuosidad formando con el capote otro jaleo importante, llegando los olés hasta la estatua del maestro Camarón y a la Venta de Vargas, cimbreando los cuadros de los artistas colgados en sus paredes, por el embrujo torero percibido. El toro fue mal picado, probándolo Galván en un quite por chicuelitas y revolera. En banderilla lidió muy bien Miguel Ángel Sánchez, desmonterándose Álvaro Núñez por sus dos grandes pares colocados, siendo aplaudido también Rafael Limón. La faena de muleta tras brindarla, la comenzó con unos doblones con mucho regusto para ya en el tercio comenzar a desparramar el tarro de sus esencias, marcando la figura sonando el pasodoble Puerta Grande, augurando la gran sinfonía torera que realizara al son de los compases de los maestros músicos, llegando las corcheas y el toreo de Galván a los tendidos clamorosamente. El diestro exprimió al toro hasta dejarlo exhausto en el arrimón que se pegó, no cabiendo entre el toro y él ni un papel de fumar. Cuando ejecutó la suerte suprema entró por derecho a matarlo dejándose morir él, siendo empitonado muy feamente, cayendo al albero a merced del toro, siendo socorrido por las cuadrillas. Se repuso y al doblar las manos la res, le fueron concedidos las dos orejas y el rabo. Dando una sentida vuelta al ruedo acompañado de numerosa chiquillería.