“Sale de la guerra, la paz; de la paz, abundancia, ocio; del ocio, vicio; del vicio, la guerra”. Francisco de Quevedo.
Hace unos años pudimos llegar a pensar que, el fantasma de la guerra, se había alejado definitivamente de nuestra patria. Llegamos a tener la esperanza de que los agravios mutuos entre los que constituyeron los dos bandos en liza de nuestra Guerra Civil era solo cosa del pasado y que los españoles habíamos encontrado nuestro destino común, siendo capaces de convivir en paz, en una nación democrática y mediante una alternancia de gobiernos capaces de evitar los extremismos, buscar lo mejor para España y los españoles y ser capaces de dirimir sus diferencias dentro de los cauces marcados por una Constitución aprobada por gran mayoría en 1978.
Hoy, señores, cuando contemplamos nuestro alrededor y vemos lo que nos rodea, escuchamos lo que nuestros conciudadanos dicen y sentimos en nuestras nucas el hálito acre de las amenazas que se ciernen sobre nuestra nación; al tiempo que nos percatamos, a través de los medios de comunicación; estos medios que, en apenas segundos, son capaces de ponernos al tanto de lo que está sucediendo a miles de kilómetros de distancia y nos permiten ver, casi en el momento en que se producen, los acontecimientos que tienen lugar en cualquier lugar de la Tierra; nos estamos empezando a dar cuenta de que fuimos unos ilusos, unos meros soñadores de quiméricas bonanzas que, las realidades cotidianas y el transcurso de los años, se ocupan, implacables, en destruir.
Lo cierto es que, si dentro de nuestra nación, ya estamos empezando a experimentar señales claras de enfrentamientos entre ciudadanos; han ido apareciendo una serie de partidos que no reconocen al régimen democrático del que gozamos y grupos ácratas y antisistema vienen proliferando, a medida que la autoridad del Estado parece que va cediendo terreno mientras, en las calles, van surgiendo nuevas hordas que no dudan en emplear el terrorismo urbano, la fuerza, la protesta contra el orden establecido y las reivindicaciones contra el modelo de Estado, haciendo caso omiso de las instituciones que nos dimos los demócratas para regular nuestras relaciones como ciudadanos; no se puede decir que, el panorama de los países que nos rodean y de aquellos que, aunque a distancia, pueden tener una influencia determinante en todo lo que nos pueda suceder aquí, en España; no parece que tengan el aspecto de estar en condiciones de garantizarnos esta paz que todos quisiéramos poder conseguir.
Si, durante las pasadas semanas, Europa ya ha sufrido los efectos de las avalanchas de refugiados que nos han ido llegando desde Libia, Siria, Irak y de Afganistán, causando los primeros desacuerdos entre los países de la UE respecto a cómo se debería afrontar esta situación, con la evidencia de que hay países como la UK que ya se han manifestado contrarios a aceptar ninguna clase de cupos que les pudieran corresponder, es obvio que surjan dudas fundadas respecto a su actitud ante desafíos mayores. No se puede decir que el panorama internacional de las distintos polos de inestabilidad y enfrentamientos armados, que afectan a aquellas naciones cuyas relaciones han experimentado una subida de las tensiones entre ellas; como es el caso de la Rusia de Putin y los EEUU de Obama y sus distintos criterios sobre cómo se han de llevar a cabo las operaciones militares sobre Siria y sus invasores, los del DASH, y aquellos que, siendo adversarios del Bashar al Asad también están en contra del EI, con la particularidad de que, en este caso, reciben el apoyo de los EEUU y ,a la vez, son objetivos militares para los aviones rusos; permitan que se contemple aquel centro de conflictos sin la preocupación de que, en un momento determinado, no salte la chispa entre rusos y americanos cuando, la tirantez entre ambos pueblos ya viene de la situación de Ukrania, donde los rusos jugaron fuerte y consiguieron ventaja territorial y estratégica, dejando en una situación desairada tanto a la OTAN como a la nación americana.
Pero es que, en estos momentos Turkia está en una situación en la que, los islamistas y los kurdos, están poniendo en serios apuros al partido islamista y conservador del señor Erdogán, en una situación en la que la permisividad que se tenía en Turkia con los yihadistas que estaban en su territorio, ha dejado de existir, lo que puede hacer pensar que el reciente atentado con 95 muertos y centenares de heridos, en Ankara, haya sido obra del EI en represalia por la toma de partido de Turkia. En Siria es evidente que el actual presidente Bashad al Asad se inclina hacia el apoyo de Putín, que se ha mostrado más efectivo que el que le proporcionaban los aliados que, además, prestaban apoyo logístico y armamentístico a los rebeldes contrarios al presidente.
Por si fuera poco, la situación en Israel en Jerusalén y las continuas incursiones y atentados por parte de los palestinos, atacando y acuchillando a ciudadanos israelíes, está creando una nueva situación de enfrentamiento que los terroristas palestinos ya empiezan a calificar de la tercera intifada y que, de no conseguirse que se calmen los ánimos y se entierren las armas, es muy probable ( hoy la artillería israelí ya parece que ha causado víctimas en la franja de Gaza lo que seguramente va a exacerbar más los ánimos de los palestinos) que sea imposible evitar un enfrentamiento masivo entre ambas facciones enemigas. Por otra parte, se van a producir unas maniobras de la OTAN que han sido calificadas como “el mayor ejercicio de la OTAN desde la guerra fría”. Casualmente, estas maniobras están diseñadas en un escenario donde existe un conflicto entre dos pequeños países, Kamon y Lakuta, que se están disputando el agua en un contexto de cambio climático. Son unas maniobras costosas, a pesar de que la OTAN pague un parte de sus costes. Lo que hace pensar que, si se ha decidido que tengan lugar, es que interesa demostrar que Europa está en condiciones de poner sus tropas en el lugar donde sean precisas en un momento determinado. A nadie se le ocultará la relación que pueda existir entre estos ejercicios militares y la tirantez que occidente pueda tener con la Rusia de Putín.
Cuando en una olla se pone agua fría y se la pone al fuego, puede que tarde un tiempo en calentarse, pero si el fuego no se apaga o se añade agua fría, llegará un momento en el que el calor elevará tanto la temperatura que acabará por hervir, desbordándose del recipiente. Si tenemos en cuenta la situación de Corea del norte con un mandatario, Kim-Jong-Un, que no ha dudado en hundir en la miseria a sus súbitos, para crear un ejército monstruoso con el que, en su insania, amenaza al resto de países con un holocausto nuclear; que, en el norte de África, hay una serie de naciones donde la inestabilidad de sus gobiernos hacen imposible garantizar que no salte la chispa de la rebelión cuando menos se espere, como es el caso de Libia, en la que los dos gobiernos existentes parecen incapaces de entenderse, mientras las milicias yihadistas del EI van alcanzando sus objetivos, amenazando con hacerse con el territorio libio y con su riqueza petrolífera. El coloso chino está expectante. Él tampoco esta libre de problemas y su economía, hasta ahora en expansión continua, parece que empieza a ralentizarse, lo que seguramente va a crear problemas al PCCH que le pueden inclinar a crear un conflicto artificial para desviar la atención del pueblo chino hacia sentimientos patrióticos que, muy bien, pudieran convertirse en un enfrentamiento con el Japón, su enemigo tradicional. Un caldo de cultivo que, unido a la inestabilidad de la mayoría de países latinos y la pérdida de popularidad de la presidenta brasileña, que parece estar en caída libre; no auguran un porvenir que nos haga pensar que va a estar libre de un conflicto a gran escala, como los que, por motivos a veces nimios, fueron los causantes de las dos guerras mundiales del pasado siglo XX.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos sustraernos a la idea de que la situación de una gran parte de los países, que pudieran llegar a amenazar nuestras fronteras; de estos regímenes islámicos que están enfervorizados ante la posibilidad de una guerra santa que les permita invadir media Europa; junto al interés de los grandes fabricantes de armas sofisticadas y la inestabilidad de muchos gobiernos, con problemas internos de difícil solución, como es el caso de España; pudiera acabar por hacer rebasar la caldera y el agua hirviente de los odios desatados, llegara a convertir a la humanidad en el nuevo protagonista del holocausto final. DIARIO Bahía de Cádiz