He titulado este artículo con la coletilla de “primera parte”, convencido de que, en el futuro, sucederán cosas que me harán escribir unos cuantos más empleando el mismo título de hoy. En ese sentido, soy pesimista, no sólo con respecto a lo que a mí personalmente me ocurra, sino también en lo relativo a lo que le está sucediendo ya a este país. Esto viene a colación de un artículo anterior de Teléfono Rojo que se llamaba “La luz… y las tinieblas”, y que para ahorrarles el trabajo de ir a ver lo que yo decía allí, se lo resumiré a ustedes. Resulta que tengo una casa en San Fernando, muy cerca del Observatorio Astronómico, que es donde trabajo. Hace poco recibí en mi domicilio una liquidación provisional de Hacienda, en la que me notificaban que, habiéndose puesto en contacto con Endesa y averiguado que mi consumo eléctrico era “nulo o ínfimo”, de ello deducían que yo no estaba empleando mi vivienda como habitual y que, por tanto, debía devolver la cantidad desgravada por el concepto de primera vivienda, en la declaración de la renta correspondiente al año 2012. Lo curioso del caso, para empezar, es que esta notificación me la han enviado, precisamente, a la dirección en la que aseguran que yo no vivo; lo cual, dicho en español castizo, manda cojones.
Con las técnicas para infundir miedo en los contribuyentes que suele emplear el Ministerio de Hacienda, me informaban de que si no alegaba nada en contra de la liquidación, pagaría lo que ellos consideraban que debía al fisco y el asunto se terminaría ahí. En caso contrario, iniciarían un expediente sancionador en contra mía que nadie sabía cómo podía acabar. Puesto que consideraba aquel asunto un auténtico atropello de mis derechos —¿desde cuándo es obligatorio consumir electricidad en la vivienda de uno?—, envié una alegación en la que aportaba, entre otros documentos, mi certificado de empadronamiento, mi DNI —en el que figura mi dirección—, facturas y solicitudes de obra dirigidas a mi nombre y a mi domicilio, consumos eléctricos por meses, pagos del impuesto del IBI urbano, recibos de la comunidad de vecinos del edificio en el que vivo e incluso una copia del acta de la reunión anual de la comunidad en la que figuro como presidente. Ninguno de tales documentos sirvió para nada; hace unos días, he recibido otra notificación en el que me dan un plazo de un mes para pagar la cantidad que me reclamaban y se me notifica que han iniciado contra mí un expediente sancionador por no haber correspondido con mis obligaciones fiscales como debía hacerlo: “Por lo tanto se considera que Marcos Fernández Marco con DNI … no ha actuado con el cuidado y la atención exigibles para la presentación de la declaración sin que tampoco se puedan apreciar otras causas de exoneración de la responsabilidad previstas en la Ley General Tributaria”. Y siguen las tácticas de amedrentamiento al contribuyente propias de Hacienda; si pago la sanción propuesta y a chantar la mui, me cobrarán 260,61 euros; si protesto, ejerciendo mi derecho, probablemente no me harán ni caso, como no me la han hecho en la fase de alegaciones, y me cobrarán 496,38 euros. He protestado, de todas maneras. Además, he formulado una reclamación económico-administrativa ante el Tribunal Regional Económico-Administrativo de Andalucía que, hay que suponer, tiene un criterio independiente al de Hacienda, pidiendo la devolución de la cantidad que ya le he entregado a este Ministerio del Miedo, por utilizar el título de una novela de Graham Greene.
Años de publicidad institucional inculcándonos a los ciudadanos las bondades del ahorro energético, por no hablar de aquella campaña en la que “regalaban” las bombillas de bajo consumo que había que recoger en Correos —utilizo las comillas porque, en realidad, las dichosas lamparitas las hemos pagado con nuestros impuestos—… y ahora resulta que si usted consume poca energía eléctrica en su casa, Hacienda va a freírle a fuego lento. ¿Hace falta ser más hijos de puta? Estamos en manos de una mafia político-eléctrica; lo digo porque nuestros políticos se sientan en los consejos de administración de las tres grandes compañías eléctricas españolas, Iberdrola, Endesa y Gas Natural-Fenosa, ganando sueldos millonarios durante la crisis mientras los ciudadanos nos veíamos obligados a apretarnos el cinturón, cada vez más. En tales circunstancias, no les extrañe que les suceda lo que me ha pasado a mí: o consumen energía eléctrica, o si ahorran, y están pagando la hipoteca de la casa en la que viven, ya se pueden ir preparando para recibir una liquidación provisional de Hacienda como la mía.
Y hace unos días me enviaron las liquidaciones provisionales correspondientes a los años 2010 y 2011. Están empleando los impuestos como un rodillo contra la clase media. A mí particularmente, no es que me agrade un tipo como Pablo Iglesias; pero luego les extrañará a los del PP y a los del PSOE que el de la coleta haya sacado los buenos resultados que obtuvo en las pasadas elecciones europeas. Y si continúan así unos y otros, machacando al ciudadano medio, no me extrañaría que Iglesias, después de las próximas elecciones generales, le cambiase el nombre a su partido, de Podemos a Pudimos.
vaya tela!! en manos de quién estamos…
Pues Marcos, si gana el de la coleta ni notificación ni leches, ése directamente te la expropia por tenerla vacía, con que tan jodido está enero como febrero, así que tu verás que es peor.