Con un discurso contra el aborto, la dirigente del Partido Popular (PP), de España, Esperanza Oña, se ha lucido en el Parlamento de Andalucía. Dice un diario vocero del citado partido que su intervención está recibiendo en la Red miles de visitas de todo el mundo. Es cierto. La he visto y oído y me gusta, es un buen alegato de defensa del “ser en sí”, de la semilla que contiene al árbol pero que se la destruye. Y estoy de acuerdo con ella porque rechazo que los que considero de mi línea de pensamiento estén una y otra vez con la pamplina de que el cuerpo de la mujer es de la mujer y memeces por el estilo como las cuotas femeninas por aquí, allá y acullá, medidas culturales y políticas que acaban por “matar” al más capacitado que está vivo y ya ha nacido y crecido y se ha formado con su esfuerzo y el apoyo de los demás.
El PP se ha contagiado, su nuevo líder andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, ya dice “ciudadanos y ciudadanas” y ha elaborado una ejecutiva paritaria. Por el voto, todo lo que sea: estos son mis principios y si no les gustan tengo otros. Javier Arenas debe estar asesorando desde la sombra parta intentar ganar de una vez el gobierno aunque sea con otra forma humana. Es cuestión de orgullo y de superar indirectamente una especie de trauma psíquico.
Aquí se están confundiendo las cosas desde hace ya muchos años. Hemos celebrado el día de la mujer sobre la base de errores interpretativos que pretenden convertir en natural lo que no lo es y eso está demostrado por mujeres y hombres procedentes de la neurociencia, la paleontología y la genética, me recuerda todo esto la película “Bananas”, de Woody Allen, cuando el guerrillero líder triunfante en una revolución en un país bananero le dice “al pueblo”: “Desde ahora el idioma oficial será el sueco y la ropa interior se llevará por fuera”, ante la incredulidad del personal que lo escuchaba. Otra cosa es que, con el tiempo, lo cultural se convierta en innato que puede ser aunque haya entendidos que lo niegan.
Muy bonito el discurso de la señora Oña, ella es mujer y no ha abortado, quiere la vida y no la muerte, etc. Lo malo es que, cuando comprobamos lo real, se demuestra que es falso en su esencia y eso es peor aún que las simplezas de las feministas y de la llamada izquierda que no lo es porque, en efecto, la izquierda defiende la vida, no la muerte, y defiende –o debería defender- la destrucción del capitalismo y la codicia humana que son quienes promueven la muerte. Pero la izquierda actual más oficial, de pensamiento débil, de mucho debate y poca acción, de mucho ruido y pocas nueces, va de perdonavidas con la ortodoxia de la ignorancia a cuestas, es el hazmerreir del Poder que, como digo tantas veces, puede estar tranquilo ante un panorama lleno de chiringuitos donde cada cual aporta sus simplezas, supuestamente alternativas. Los alternativos no son la solución sino parte del problema aunque menos da una piedra, con suerte, de aquí a cien años se han aclarado aunque para entonces la estructura mercantil nos habrá llevado a la felicidad de los imbéciles.
(Se me nota hoy especialmente cabreado, ¿eh? Me acerco bastante al personaje que yo mismo he creado, Peter Mancorrow, El pitufo gruñón, que lanzó sus exabruptos en este mismo diario y luego los corrigió y amplió para que se publicaran en la editorial Absalon que lo editó, en efecto, pero con una tirada ridícula, un desorden absoluto, y se ha cachondeado de su prologuista, el director de este diario, de su autor, servidor de ustedes, y de todos ustedes y eso lo ha hecho a través de don Jesús Lebrero, su propietario, que no ha promocionado el libro y lo ha distribuido mínimamente, dejando en mal lugar no sólo a su empresa sino a todo su gremio. Personas así deberían pensar en si pueden llamarse realmente empresarios. El señor Lebrero pretendía presentar un libro -sobre el que su empresa no ha creado demanda- en la Facultad de Comunicación de Sevilla, un lugar saturado de actos y a las afueras de la ciudad donde, a buen seguro, hubiera sido un fracaso, ¿o pretendía que obligara yo a mis alumnos a ir al acto y a comprar el libro? Evidentemente, no me conoce si así fuera.)
Los manuales de periodismo afirman que el columnista debe mostrarse tal y como se siente por dentro, he ahí la personalidad de la columna o del artículo “ligero”. Y como uno está harto de muchas cosas y le queda la palabra, no trago ni con las Esperanzas Oñas sepulcros blanqueados ni con sus acompañantes en la obra del gran teatro del mundo como son las progres y los progres de turno.
La señora Oña lleva en sí misma el germen de la destrucción de su acertado discurso. ¿Cómo se puede defender la vida y al mismo tiempo el capitalismo agresivo y dócil con poderes asesinos que representa su partido? ¿Por qué tanto interés por el no nacido y tanto desprecio por el nacido? Es que, copular, quedarse embarazada y dar a luz es pan comido en comparación con el hecho de que la nueva criatura crezca con dignidad y con futuro por delante. Es parecido a eso de que lo difícil no es llegar sino mantenerse. Lo más difícil no es gestar ni parir sino educar y ofrecer una sociedad donde el nacido crezca con ilusión y oportunidades de futuro. Y esto lo afirmo con todo mi respeto y admiración hacia las mujeres que han de soportar un embarazo y un parto porque los hombres hablamos muy fácilmente de las cosas pero los que hemos estado al lado de una mujer en su gestación sabemos lo duro que es eso también.
Señora Oña, tengo ante mí, en la universidad que su partido quiere privatizar y que está destruyendo, a casi doscientos alumnos de quinto de carrera que me miran apáticos, como si ya hubieran tirado la toalla. La impotencia del sistema que usted defiende ha creado eso del emprendimiento cuanto ustedes saben que es un sofisma como la copa de un pino y que ese emprendimiento es algo de elegidos y además es una doctrina de mercado que lanza a la gente a vivir sin vivir en ella, a la competencia patológica, a la insolidaridad, al desvalimiento, al vivir sólo en el presente, sin raíces ni futuro.
Señora Oña, veo a mi alrededor a niños y jóvenes adictos a un aparato informático, incapaces de enfrentarse a la vida real sino imbuidos de otra realidad: la virtual. Señora Oña, veo a los andaluces estar más de cinco horas frente al televisor contemplando programas “de evasión” alienantes para no pensar en sus desgracias, unos programas que permite tanto su partido como el PSOE e IU. Se afirmaba que Franco utilizaba la TV y el fútbol para adocenar a la gente. Y ustedes, ¿qué están haciendo? Él era un dictador pero ustedes sostienen ser demócratas y estar representando al “pueblo” y perseguir su bienestar. Y lo están logrando, desde luego: bienestar por ignorancia. Pero eso no es vida humana, es vegetar.
Señora Oña, lo que un ser humano más necesita, cuando ya ha nacido, es una formación humanista amplia y su partido está quitando de en medio materias como la filosofía, no se necesitan emprendedores en filosofía ni en arte ni en historia (hay que recuperar la memoria histórica pero la universal) a menos que sea para convertir tales áreas de conocimiento en mercancías. Lo que un ser humano, tras nacer, sobre todo, precisa, es una sanidad que no lo tenga meses en espera, unos médicos y sanitarios en general contentos y satisfechos laboralmente igual que unos enseñantes reconocidos por su autoridad y carisma pero los hechos que vivo desde aquí abajo, donde me encuentro, me dicen lo contrario y usted es cómplice de esta situación. ¡Lance ahora diez mil discursos para defender la vida digna de los nacidos!
Señora Oña, observo cómo poco a poco ustedes y sus compañeros de comparsa dialéctica de aborto sí, aborto no, han ido marginando al conocimiento y a la intelectualidad molesta y crítica para llenar el país de mediocridades dóciles, de manera que si uno de esos embriones humanos que usted tanto defiende nos sale respondón ya sabe lo que le espera. Señora Oña, el problema no es la política sino ustedes, muchos de los políticos que tenemos -que la están destruyendo- si los comparamos con Pericles, con Aristóteles, con Cicerón, con Graco o con Jefferson, incluso con Adolfo Suárez y hasta con Fraga, son un insulto continuo a la poca inteligencia que nos va quedando porque la sociedad termina siendo un reflejo de sus representantes políticos.
De manera que o se toma usted la vida radicalmente en serio o váyase con sus discursos anti-abortistas a tomar viento, usted y sus compañeros y compañeras de escaños en esos eternos debates bizantinos a los que casi nadie echa cuenta ya por más que insistan sus amaestrados medios de comunicación, he ahí su mayor derrota: la gente los está abortando a ustedes y bien que lo siento porque he conocido una España con ilusión y era muy hermosa.