No suelo faltar a mi cita con los pocos o muchos lectores que tenga en este sitio tan gentilmente cedido por este diario desde hace años. Escribo desde Sevilla pero mi pluma periodística está exiliada en Cádiz aunque ya la Red te lleva por todas partes. También salen mis ideas por todo el mundo gracias al diario Rebelión.org porque, lo que es en mi ciudad, como no empiece a ser bueno no me comeré nunca una rosca.
He estado por la “pérfida” Barcelona, la independentista Barcelona y el plan de actividades que llevaba me ha impedido escribir un texto que es ponerse y ya está porque opinar opinamos todos y soy consciente que demasiado. Hoy opinamos mucho, escuchamos poco y estudiamos menos, de ahí que a veces me den ataques y me pregunte para qué cojones sirve que yo escriba en lugar de callarme e hincar mucho más los codos.
Cuando en los años setenta estaba de aprendiz en el semanario Tierras del Sur, el periodista y poeta cordobés Sebastián Cuevas –que era el corresponsal en la ciudad de los patios hermosos- apareció un día por la redacción en Sevilla y nos vio escribiendo textos de opinión o de análisis y exclamó algo así como: “Eso me siento yo y os hago unos cuantos en un momento”. Y creo que adornó su frase con algún taco. Cualquiera le rechistaba a Sebastián, además de la voz potente que tenía se había pateado la sierra cordobesa hasta dar con el cementerio nuclear de El Cabril que estaba allí, escondidito y con dudosas medidas de seguridad. Y Cuevas sacó todo eso a la luz y fue un bombazo mundial. Eso es periodismo y no tanto bloguero y tanto “periodismo ciudadano” que es puro intrusismo de aficionados a los que encima muchos dan crédito, incluso en la universidad. ¿Hay “arquitectos ciudadanos”? ¿”Abogados ciudadanos”? Entonces, ¿por qué narices vamos a llamar periodismo ciudadano a los herederos de los escritores de cartas al director pero en formato cibernético?
Cuando de nuevo me siento al ordenador con disciplina de periodista para cumplir con mi palabra –eso basta- de escribir cada semana en DIARIO Bahía de Cádiz se me agolpan las ideas en la cabeza, cada una de ellas podría dar lugar a un texto pero no faltaba más que les golpeara a ustedes aún en mayor medida de lo que ya lo hago cada siete días. Primero, Barcelona no es una ciudad a atacar sino a imitar, mejorándola. Hubo un tiempo en que creí que el nacionalismo iba a aislarla más del mundo pero por esas calles, por ese metro, por esos trenes de la Generalitat, por todos los lugares que he caminado, he oído diversas lenguas y poco castellano y, a veces, hasta poco catalán.
No sé cómo lo hacen los catalanes –bueno, sí lo sé, trabajando duro- pero están a lo París, ellos siempre han querido ser más que París. Y lo son en algunos aspectos porque París vive mucho del cuento con eso de la ciudad del amor y otras pamplinas. Riadas de turistas y de estudiantes de aquí para allá, riadas de camiones en el puerto (“la crisis debe estar pasando, antes esto no se veía”, comentaba el taxista que me conduce –con atasco incluido- desde el aeropuerto al hotel en Pasarela. Debe estar pasando en Barcelona porque, a mi regreso, Sevilla ve cómo aumenta el paro y la pobreza en Andalucía alcanza al 50 por ciento de los niños.
¿Dónde están los empresarios andaluces? Sí, leo que hacen cosas pero, ¿dónde está ese emprendimiento empresarial a lo grande, no ese liliputiense que sirve de muy poco y al que animan a los jóvenes inexpertos? En una economía de mercado, del paro y la pobreza no son culpables los gobiernos sino los empresarios que conforman el sistema y se sirven de unos políticos dóciles.
Se observa algo en Andalucía la mano benefactora de la socialdemocracia porque el señor Mas aprieta mucho con los recortes. Pero aquí la que se llama a sí misma “izquierda” está desde 1982 en el poder y con ellos los empresarios, todos juntitos. ¿Qué hacen? Me avergüenzo de nuevo de vivir en una zona subsidiada por el dinero catalán, madrileño, mallorquín o europeo, me dicen fuentes de La Caixa que algunos andaluces retiraron sus cuentas cuando Cajasol pasó a ser catalana pero bien que le ponemos la mano al Estado para que nos siga subsidiando con dinero que no nos hemos currado.
Mientras, a Mas lo va a hacer santo el nacionalismo rancio castellano representado por Rajoy porque en Barcelona conozco a personas no independentistas a las que no les gustaba nada esas comparecencias teatrales de Mas ante la justicia. Les diré algo, por si dudan: Cataluña no quiere independizarse, sólo quiere que resolvamos de una vez el problema de España, coleando ahí desde el siglo XIX. Y eso es asunto del PSOE y de Ciudadanos, ambos representan a la nueva derecha, en teoría. Y, si me apuran, hasta Podemos –junto a los otros dos- puede traernos una nueva España, la que tenía que haberse formado a partir del siglo XVIII. Pero, sobre todo, es el PP quien debe espabilar y asumir de una vez que la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, debe terminar definitivamente si de verdad queremos estar a la altura de estos tiempos vertiginosos. DIARIO Bahía de Cádiz
Llevo años leyendo al profesor R.Reig, su pluma es clarividente, precisa, contundente, certera.
Sin duda alguna un gran periodista y escritor, tan honrado que los medios convencionales sumisos al gran capital no lo contratarian jamás.
Tendremos que seguir esperando a que el pueblo vote otras opciones para enviar a la mismísima mda. a los periodistas sumisos.