Hay que cambiarse los chips. La vida ya no es lo que era. Estamos continuamente rasgándonos las vestiduras y a este paso vamos a terminar todos en los juzgados denunciándonos unos contra otros y hasta los jueces acabarán por imputarse a sí mismos y juzgándose a sí mismos porque no se fían de sus colegas (que ya no se fían y es comprensible). Les va a pasar como a ese médico ruso o polaco de la película Primera plana al que le dieron un tiro en la pierna y pretendía operarse a sí mismo porque no se fiaba de los cirujanos estadounidenses.
En la Cadena Ser, informativos de la mañana, hay un espacio que se llama “El ojo izquierdo” donde un señor se dedica a escandalizarse por los enfoques que le dan a las noticias los diarios de la derecha. Pero no cita nunca a El País, como si El País fuera modélico y de la izquierda. Oh, no, es de centro izquierda, en España no hay prensa de derechas, había un diario que estaba “encantado de ser de derechas” y quebró: La Gaceta. Todos somos o de centro derecha o de centro izquierda. El señor que conduce el espacio “El ojo izquierdo” se comporta de forma similar a sus criticados: se rasga las vestiduras por nada, es el jueguecito diario de la política metida a periodismo. Hay otro señor que estaba hasta no hace mucho en la Cadena Ser haciendo comentarios contra el PP y ahora que está en la Cope los hace contra el PSOE, eso sí que es tener principios pero como a los de la Cope no les gustaban resulta que tenía otros. Lo que hay que hacer para comer todos los días…
A Felipe González se le pasa por la cabeza un gobierno de coalición PPOE y también estalla el escándalo. “No somos lo mismo”, gritan desde las trincheras llamadas socialistas y desde las otras que ni sé cómo se autodenominan. Por supuesto que no son ustedes lo mismo, ustedes son parecidos, similares, pero no lo mismo, igual que una mano no es igual a otra mano ni siquiera un coche del mismo color, modelo y marca no es igual a otro del mismo color, modelo y marca. No hay cosas o partidos iguales sino semejantes.
La presunta democracia española se diseñó para dos partidos y vuelvo a anotar aquí mi inmortal teoría del huevo: para el Partido del Huevo Duro (PAHUDU) y para el Partido del Huevo Pasado por Agua (PAHUPA). A los españoles se nos condenaba a comer huevo por los siglos de los siglos y nos condenaron Estados Unidos, Alemania y esa maniobra lampedusiana que se llamó Transición, un buen pacto entre franquistas, políticos, banqueros, grandes empresas, Iglesia y Ejército, con Carrillo mirando para otra parte pero asintiendo a cambio de que lo dejaran pasearse sin peluca para luego acabar de tertuliano de la Cadena Ser. Y con el huevo seguimos y seguiremos.
El país se llenó de colesterol huevero y ahora es necesaria –coyunturalmente- la coalición Partido de la Tortilla de Dos Huevos de España (PATOES). Porque sabemos de sobra que aquel animal que posee “pies” palmípedos y emite un “cua cua” es un pato y también conocemos que el PAHUPA es amigo de fotos de tortillas camperas. La conformación de la democracia del huevo fue cosa del PATOES porque es un pato; la entrada en la OTAN y en la modernidad es obra del PAHUPA con el visto bueno del PAHUDU aunque protestara para disimular. Las privatizaciones del sector público de acuerdo con las nuevas consignas occidentales, a veces las empezaba uno y las terminaba otro y viceversa, como por ejemplo en el caso de Telefónica. El adocenamiento de la gente en torno a programas de televisión a la vez insultantes y graciosos que no se movían estuviera quien estuviera en el poder ha sido asunto del PATOES. ¿Qué diferencia hay? ¿El llamado feminismo y el apoyo a los matrimonios gays? ¿El pretendido estado de bienestar? No me hagan reír ni comer más huevo ¡por huevos!
También estamos escandalizaditos porque algunos, en las redes sociales, se alegren de que hayan asesinado a una política en León. Si hay que perseguir a todos los que emitan ideas fuertes o palabras malsonantes, lo dicho: aquí sólo habrá trabajo para la policía, los abogados y los jueces con ese argumento del estímulo a la violencia. ¡Todo el día nos están estimulando a la violencia, empezando por el gobierno y el sistema que crea pobreza! Repito: hay que cambiar el chip, las redes sociales son un interminable campo que han colocado a nuestra disposición y al campo no se le pueden poner puertas, prohibir y prohibir sólo sirve para estimular a ejercitar lo prohibido y más en una sociedad tan encabronada como la nuestra porque tiene motivos para estarlo.
También hay que cambiar el chip de la intimidad y el chip de la tolerancia a las ideas. Menudo escándalo montó –de nuevo- la Ser por lo de Arias Cañete cuando le dijo a Valenciano que no la atacaba porque discutir con una mujer es peligroso hoy en día. ¡Machista! Los guardias municipales que le ponen una multa a la Aguirre, ¡machistas! Alfonso Guerra le dice a la exministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, “señorita Trini” y las mismas mujeres de su partido (el PAHUPA) le espetan: “¡Machista!”. A una medianía como Elena Valenciano le ha hecho un favor otra medianía como Arias Cañete que tal vez se haya escondido en esa mediocridad para no tener que demostrarnos una superioridad mental que no tiene y también puede que, si la llega a demostrar, lo hubieran tachado de machista, quién sabe, algo de razón puede que tenga el hombre porque esto es como el chiste del burro: si voy montado en el burro, pobre burro, qué egoísta soy al no ir a pie. Y si voy a pie, qué idiota que, teniendo un burro, voy caminando…
Luego no quieren que la gente se abstenga de votar y es lógico: si el personal no va a las urnas el negocio se hunde y con él los puestos de trabajo y entonces sí que ya no van a poder pagarle a los bancos todo lo que les deben y a veces les perdonan al PATOES y a la llamada izquierda y a los sindicatos. ¿Qué cambios esenciales podemos esperar si los bancos los tienen a todos agarrados por los huevos en esta democracia huevera? A las empresas, a la política, sindicatos, organizaciones empresariales, a los medios de comunicación, a los ciudadanos… Hasta los bancos se tienen entre ellos sujetos por las partes bajas.
Ahora, con el censo en la mano, la Valenciano puede ganar las elecciones aunque ni por ésas, me parece a mí, porque a su partido ya lo han calado y más cuando Felipe González sale con lo de la concentración aunque Federico Jiménez Losantos dice que para qué el PATOES si en la práctica ya existe con el reparto bipartidista de la justicia, las prebendas, los medios de comunicación, etc., etc. De todas formas, no deben preocuparse ambos representantes del huevo. La gente tiene miedo de romper el bipartidismo, ahora sólo está enfadada pero tiene poca memoria, UPyD e Izquierda Arrimada (digo, perdón, Unida) así como los distintos “chiringuitos” y tiendas que se han montado para estas elecciones se irán difuminando poco a poco o de golpe. El emprendimiento suele fracasar más que salir adelante. De todas formas, está bien que se le haga tanto caso a las nuevas consignas del mercado: a emprender, chicos y chicas, que el que “triunfe” se arregla la vida y ya puede comprar lo que le plazca en Desigual (no quiero buscar ahora cómo se escribe la “s” al revés para darle gusto al establecimiento aunque debería hacerlo para aplacar a sus propietarios que para eso son catalanes).
Conclusión, nunca pasa nada (salvo –nada menos- que el fascismo avanza, ¿lo va a parar el PATOES o el mosaico electoral?), estamos tan sólo ante una nueva necesidad de cambiar todo para que todo siga igual, estamos ante el tiempo donde el sentido del humor y la racionalidad deben reinar por encima de todo y en el que lo que ayer era de una forma hoy es de otra, si bien todo son cambios epidérmicos. Antes te decían en la plaza o en el café, en el trabajo o en la cantina que eras un “hijo de puta” o que había que matar a los políticos y ahora te lo largan por las redes sociales pero eso deberá ser controlado por la propia gente que debe separar las voces de los ecos. Cuando aparecieron las revistas de mujeres en tetas obligaron a sus impulsores a meterlas en un plástico para que no las viéramos en los quioscos. Ahora hay tetas hasta en la sopa y no pasa nada, al revés, alegran la vida, al menos a los viejos verdes como yo. Al opinar de esta manera, ¿estoy consumando otra supuesta apología más del machismo? Si es así, llegaremos a la secuencia de otra película, La vida de Brian, cuando lapidaron a un señor acusándolo de blasfemia porque estaba comiendo en su casa y exclamó: “¡Estas judías son dignas del mismo Jehová!”. Y es que, si ustedes se fijan bien, estamos viviendo desde hace décadas en el interior de esa película.