¡Esas manitas, que yo vea esas manitas! Estas fueron una de las últimas frases escuchadas en un despacho de abogados laboralistas; a partir de estas palabras, habló el horror de las detonaciones ante los ojos incrédulos del grupo de personas que estaban al fondo de esta sala de espera, que era compartida por varios de los despachos…, el resto ya lo sabemos, el asesinato en el despacho de abogados de la calle Atocha de Madrid, hoy hace cuarenta años.
Sí, cuarenta años de lo que fue, según algunos, toda una prueba de talante democrático del Partido Comunista y círculos afines, prueba siniestra, prueba inútil. Vidas segadas, arrancadas por una única razón, apostar por los más débiles, por crear espacios de libertad, aunque fuera en pequeños despachos.
De todos los recuerdos, de todos los homenajes que durante estos días se celebran, uno, no por su importancia, no por ser más o menos masivo, me ha sumergido en la esperanza y en la desazón, el que en el Colegio de Abogados ha contado con la presencia de Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid. Nunca una muerte justifica nada, nunca; pero ¿qué pensarían los asesinados de ver a una compañera suya de despacho como alcaldesa de Madrid? Y sobretodo, ¿qué pensarían sus asesinos de la inutilidad de la barbaridad que cometieron? Al final no pararon la historia, la izquierda, todo lo nuevo que intentaron acabar con ello sigue vivo, más vivo que antes de aquel veinticuatro de enero; al final los asesinatos fueron inútiles.
Un grupo escultórico, ‘el abrazo’ de Genovés, les recuerda en la plaza de Antón Martín, casi enfrente del portal de la calle Atocha donde se encontraba el despacho. Un abrazo, no de las dos Españas, un abrazo de reencuentro entre los que habían sufrido la represión del régimen franquista y los que esperaban fuera, de los mismos que tantas veces estos abogados habían defendido ante los tribunales y en las empresas.
Cuando las muertes son en grupo, las individualidades se difuminan, hablamos, se les conocen como los Abogados de Atocha, pero quiero aprovechar hoy para recordar uno a uno. Quiero recordar a Enrique Valdelvira, a Luis Javier Benavides, a Javier Sauquillo, a Serafin Holgado, a Ángel Rodríguez, asesinados, y a Miguel Sarabia, Alejandro Ruiz, Luis Ramos y Dolores Ruiz, gravemente heridos. Os recuerdo siempre siguiendo con atención los problemas de la gente que acudía a vuestros despachos, siempre dando ánimos, siempre devolviendo una sonrisa como bálsamo.
Hoy, cuarenta años después, qué mejor imagen para recordaros que la de una compañera de despacho, Manuela Carmena, en otro despacho, el de la alcaldesa de Madrid. GRACIAS. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio