A muchos en España habrá que hacerles tomar un vaso del gazpacho adormecedor preparado por Pepa (mujeres al borde de un ataque de nervios) y es que entre la euforia por la abdicación del Rey, las expectativas sobre el traje que llevará la futura reina, la no asistencia del rey y la hermana Infanta, el supuesto sueldo de infarto de la infantita que pasará a ser Princesa de Asturias, los medios de prensa arden, la población va y viene metida entre sus cosas los más, mientras una parte da rienda suelta a la frivolidad.
Por otro lado, en Brasil, en lo que parecen episodios paralelos pero casi semejantes por la similitud de sus consecuencias, los habitantes de las favelas y las masas brasileñas a las que no llegan los beneficios del fútbol, se manifiestan en protesta por el derroche que a los pobres más empobrece, llenando las arcas de los que siempre, allá y acá, exprimen los beneficios de ese deporte.
¿Qué vestido lucirá Letizia? cuál diseñador se hará más famoso vistiendo a la que será la nueva figura en cuya testa luzca la corona de la Casa de los Borbones, la mujer que sin sangre azul, se dice que empuña una fusta que mueve a voluntad, por si acaso a alguno de los nobles se les ocurriera arrebatarle sus derechos.
¿Cuánto costará el modelito? lo más seguro es que con lo que cueste, podría resolverse por ejemplo, el hambre de muchos españoles.
En todo esto de la abdicación y el Mundial, existe una verdad común y es que enajena y absorbe de tal manera al pueblo, que a excepción de los que se dedican a desglosar este tipo de eventos, los demás pensarán con razón que ya sumergida la economía, poco o nada pierden dejándose llevar por la avalancha y el triunfalismo.
Mientras se monta el circo en dos puntos diferentes, el día a día de las familias en ambos lugares continúa entre la monotonía de un estado existencial que ya ni esperanza admite, en España igual se muere la gente en los pasillos de una Seguridad Social que no responde a los imperativos para los que fue creada, porque todo es manipulado bajo los efectos de una crisis de la que se habla, pero no se combate.
En Brasil, quien sabe si peor o mejor, la gente en miserables favelas que apenas les protegen de las inclemencias del tiempo, escuchan la algarabía de sirenas mirando de lejos el jolgorio y despilfarro de un dinero que bien puede resolver la vida de miles de brasileños, pero que el sistema imperante emplea en un deporte que representa un negocio redondo.
En definitiva, españoles y brasileños, están embaucados y embobados entre coronas y balones en este circo que nos ofrece la monarquía y el Mundial, mientras se habla de ello, igual más de medio millón de niños españoles podrían pasar hambre durante las vacaciones porque sus familias no tienen con que alimentarles.
Ni que decir de las protestas de la población brasileña que solo escándalo recibe del fútbol, ante injusticias semejantes y otras evidentes verdades que vive la sociedad mundial, quienes somos creyentes empezamos a cuestionarnos, haciéndonos preguntas que por mucho que indaguemos, no encuentran respuesta.