El origen de la conocida expresión “cien días de cortesía” viene de la frenética iniciativa legislativa que desarrolló el presidente de los Estados Unidos de América, Franklin D. Roosevelt, en los primeros cien días de su gobierno allá por 1933. Desde entonces esta locución se dirige a todos los gobernantes como margen de cortesía para que puedan iniciar su actividad una vez acceden a un cargo después de ser elegidos.
El mismo tripartito ha dejado sin contenido esta regla al formular en su programa de gobierno una serie de medidas periodificadas en sus primeros cien días y que cada vez estamos más convencidos que obedecen exclusivamente al voluntarismo político sin prever todas las consecuencias que se derivan de tales compromisos electorales, y que solo han servido para contentar a su votantes, a los lobbies de presión que lo han sustentado, y el no por sistema al partido en el Gobierno, mal endémico generalizado y que practican en nuestro país todos los partidos políticos sean del color ideológico que sean y que podríamos definir como “Mediocracia” o el Gobierno de los mediocres.
En el programa de gobierno del tripartito y en sus respectivos programas individuales, llevaban promesas como No a la zona naranja, No a los parkings, No a la venta de Apemsa, pero no explicaban las consecuencias económicas que para todos los portuenses suponen el cumplimiento de esas promesa electorales. Ya sabemos lo que va a suponer la supresión de la zona naranja, 1.100.000 euros en el plan de ajuste en el periodo 2016-2032, mas 1.200.000 euros que supone el rescate de la concesión a Impulsa. Hoy hemos sabido por la prensa que el No a los parkings puede suponer 15.000.000 de euros a todos los portuenses, y ya no digamos cuando se conozcan las cifras de No a la venta de Apemsa.
La “conviá” del voluntarismo político del tripartito la tendremos que pagar todos los portuenses, bien de forma directa a través de una subida impositiva, que suponemos que no se atreverán a hacer porque ya soportamos una carga fiscal brutal, bien a través de forma indirecta, aumentando la deuda del Ayuntamiento que al final se traduce en dejar sin partidas de inversiones durante mucho tiempo y consecuentemente, la paralización de nuestra ciudad por años.
Para evitar que el voluntarismo político del tripartito pueda poner en peligro los intereses generales de todos los portuenses, proponemos que ya que están instalados en el gobierno, tienen un presupuesto para este año aprobado y un buen equipo de funcionarios que saben ejecutarlo, usen cien días para reformularse su pacto de gobierno, y conociendo la realidad desde dentro del Ayuntamiento, marquen unas nuevas pautas que salvaguarde los intereses generales de todos los portuenses. Si se quedan más tranquilos, una vez diseñado ese nuevo programa sin voluntarismo político, usen una fórmula que tanto les gusta, la consulta popular.
Si tienen a bien estudiar esta propuesta, corren el riesgo de convertirse en unos políticos… responsables.