“Vivimos en una sociedad que no es más que una pura conspiración. Desde un mundo imaginario colectivo, ha crecido un monstruo, y la conspiración es la única ideología viva”. Henning Mankell.
Nadie en su sano juicio se atrevería a negar la veracidad de aquella frase latina de M.T. Cicerón: “Historia magistra vitae est”. Y, como ejemplo más cercano, podemos referirnos al sistema empleado por los partidos de izquierdas que, cuando se ven incapacitados para derrotar a sus enemigos políticos por medio de la razón, los argumentos, las pruebas y la dialéctica, en los foros del Estado donde se tratan los asuntos de la nación, recurren a otros ardides, a procedimientos menos democráticos y a contubernios oscuros con la intención de conseguir, por medio del juego sucio, lo que no tienen asegurado lograr por los medios legales establecidos por el Estado democrático. Nada nuevo, por supuesto, porque durante la legislatura del señor Rodríguez Zapatero, ya se inventó la frase “cordón sanitario” fruto de la ocurrencia de un actor ( de la farándula, por supuesto, este criadero de progresistas donde, el clientelismo del PSOE e IU, ha logrado crear el foco mayor de antisistemas e inconformistas que, por desgracia para España, hoy constituyen uno de las lacras mayores que enturbian nuestra inestable democracia) Federico Luppi , quien fue al que se le ocurrió parir semejante despropósito.
En realidad, se trata de una conspiración para aislar a un determinado partido, en este caso el PP, cuyas ideas resultan non gratas para la izquierda, por medio de acuerdos preelectorales entre varias formaciones políticas, cuya única coincidencia es impedir que el PP, por ser de derechas, tenga posibilidad de gobernar en aquellos lugares en los que saque mayoría, aunque fuere simple. Es obvio que no están dispuestos a que la evidente atomización del voto de los ciudadanos, motivada por los numerosos partidos de nueva factura que han invadido el mapa electoral, pudiera favorecer al partido de centro derecha si el resto de formaciones de izquierdas, por sus evidentes diferencias entre ellos, no consiguieran las alianzas precisas para poder gobernar. Ni gobernar ni dejar que se gobierne, una magnífica fórmula para sembrar el caso administrativo en cualquier lugar en el que se pudiera producir tal situación.
Resulta descorazonador que el PSOE, del señor Pedro Sánchez, se haya prestado, si es que no es el organizador de tal antidemocrática conspiración, a una maniobra tan antiestética, tan rastrera y tan carente de ética. Hemos de decir que si, en un principio, llegamos a pensar que el partido socialista había acertado en la elección de su Secretario General que, de alguna manera, salvando las distancias, pudiera recordarnos a la época de Felipe González; no hemos tardado mucho tiempo en percatarnos que la patina de hombre de Estado, capaz de anteponer los intereses de partido al bien de España y de los españoles, se ha desprendido con suma rapidez de la persona del señor Sánchez, para dejar al desnudo a un sujeto dispuesto a recurrir a los métodos más indignos y partidistas con tal de conseguir dos objetivos: alcanzar el poder, aunque para ello tuviese que pactar con el propio Satanás y, en segundo lugar, deshacerse de la derecha, como si en España no existieran suficientes ciudadanos que forman parte de estas ideas aunque, por la incuria del gobierno actual, no parezcan dispuestos a votarle si no hay una renovación de su cúpula. En todo caso no se les puede imponer la mudez política, sin incurrir con ello en la destrucción de la calidad democrática
La idea de dejar huérfana a la derecha o centro derecha si se prefiere, no puede ocurrírsele más que a quienes sólo hablan de democracia cuando se trata de subirse a las poltronas del gobierno, como está sucediendo a todas estas naciones de Sudamérica, que se han ido convirtiendo en meras apariencias de democracia cuando, en realidad, sus gobernantes practican una política a todas luces totalitarias, absolutistas y, en muchos casos, convirtiendo a los Parlamentos en meras marionetas sometidas a la voluntad omnímoda de dictador en cuestión.
La experiencia del famoso “cinturón sanitario” que las izquierdas establecieron en contra del PP durante las legislaturas de Rodríguez Zapatero, dejaron al PP como mero convidado de Piedra en los escaños del Parlamento y del Senado, durante los más de siete años en los que consiguieron torpedear y dejar sin efecto todas las propuestas que venían del PP. Los resultados, no hace falta ser un gran cerebro para saber cuales fueron: una serie de leyes, pretendidamente de mejoras sociales, pero que acabaron con las reservas del Tesoro y, la mayoría, no pudieron llegar ni a implantarse con carácter general, como fue la de Dependencia. La llegada de la crisis y la resistencia a reconocer que éramos de los más afectados por ella; condujeron, junto a la mala praxis del gobierno socialista, al gran desmoronamiento de la economía y el empleo en nuestra nación, lo que fue el principio del camino hacia lo que acabaría por ser la antesala de una quiebra soberana, que sólo se pudo soslayar gracias a las medidas excepcionales que tuvo que implantar, en contra de sus deseos, el nuevo gobierno del PP y a los recortes que se vieron obligados a soportar todos los españoles.
El caso “piloto” que parece que ha tenido lugar en Murcia, del que, inteligentemente, se han apartado los de Ciudadanos ( sin duda que, juntarse con las izquierdas extremas con un fin tan poco democrático, les hubiera restado los votos de las personas sensatas que han decidido apoyarlos), mucho nos tememos que sólo sea el principio de una práctica que puede que se extienda a toda España, si es que el pueblo español no reacciona en masa ante una actitud tan poco digna y antidemocrática, de modo que los haga desistir de seguir por esta línea. Lo contrario, pensamos que sería el medio de precipitar los acontecimientos, situarnos claramente en la línea de los griegos de Syriza, si no en algo todavía peor, y poner al país en la peor situación si se llegaran a poner en práctica las propuestas de Podemos, IU (o lo que quede de ella) y el propio PSOE del señor Sánchez, cada vez más propicio a la demagogia; algo que, difícilmente, puede casar con una política sensata que es lo primero que demanda la economía y que es una condición sine qua non para que el resto de países sigan confiando en España y los inversores mantengan la confianza que nos demuestran actualmente en ella.
Los errores que cometió la II República española, cuando formó el “frente popular” para eliminar al partido de Gil Robles y establecer el régimen que llevó a la nación al levantamiento del 18 de Julio de 1.936; no puede volverse a cometer porque, ni las circunstancias ni el resto de naciones que forman parte de la UE y el pacto económico que nos ha proporcionado el euro, permitirían que el mal ejemplo de Grecia y su gobierno filocomunista, se extendieran a otro país europeo de modo que pudiera marcar una tendencia que muchos países y, por supuesto, los más influyentes, no estarían dispuestos a tolerar. Los resultados para nuestra nación serían los mismos o muy parecidos de los que obtendrían los catalanes con su pretensión de constituirse en una nación independiente de España, fuera del amparo de la CE, ¡desastrosas para España y los españoles!
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como volvemos a las andadas y las izquierdas, encabezadas por los más radicales, intentan repetir aquellos errores que nos llevaron a estar a punto de quedar excluidos de Europa y fuera de la moneda común. Ut sementem feceris ita et metes .Cicerón (Según como hayas hecho la sementera, así será la cosecha). DIARIO Bahía de Cádiz