“Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas…”.
Al alba del viernes, 22 de agosto de 2014, con una agradable brisa procedente del Océano Atlántico y del Mar Mediterráneo. Y cuando despuntaban los primeros rayos solares, encontrándose la ciudadanía aún descansando en sus moradas. Me pongo a crear, mi tribuna de opinión semanal. Teniendo claro, en esta ocasión, el tema a tratar, a raíz de los raciales disturbios acaecidos en Ferguson (Missouri), tras la muerte el pasado 9 de agosto, del joven negro Michael Brown de 18 años, como consecuencias de los 6 disparos realizados a bocajarro por el policía blanco Darren Wilson.
Ferguson, es una ciudad de unos veintiún mil habitantes, donde se manifiesta las diferencias económicas, raciales y sociales… en una aproximada población negra del 70%. No siendo esas pautas exclusivas de esta ciudad, al existir racismos en más, viviendo las comunidades blanca y negra en barrios separados…
Las protestas o revueltas de Ferguson han traspasado las fronteras locales. Poniendo entre las cuerdas al Gobierno de los Estados Unidos, del todopoderoso afroamericano y Premio Nobel de la Paz, Barack Obama. El que se ha visto obligado a interrumpir sus vacaciones estivales. Para poner en marcha la maquinaria estatal, afrontando los presuntos atropellos, abusos, hostilidades y extralimitaciones de las fuerzas policiales contra su pueblo negro.
El fiscal general, Eric Holder, tuvo que desplazarse el miércoles pasado a la zona, para informarse sobre las posibles violaciones acaecidas contra los derechos humanos y civiles. Siendo significativo que, tanto él como el presidente, son conocedores de las continuas transgresiones racistas, al haber sufrido ambos a igual que sus familias, la discriminación racial incrustada en los pilares de ese país tan poderoso del planeta.
Aunque, es evidente que, en EEUU se ha avanzado en la igualdad social y contra el racismo y la opresión. Pero queda mucho por hacer, a pesar de que, por primera vez, a lo largo de la historia de esa potencia mundial, su actual primer mandatario es de color. Mientras están acaeciendo las revueltas o levantamientos del pueblo negro en determinadas ciudades de Estados Unidos. El próximo jueves, 28 de agosto, se cumplirán 51 años, del histórico discurso conocido como “I have a dream” (Yo tengo un sueño). Ofrecido en 1963 en Washington ante más de 200.000 personas, junto a la estatua del gran Abraham Lincoln, por el humanista, Martin Luther King, luchador en las décadas de los años 50 y 60 contra la discriminación racial y la esclavitud…
El mensaje transmitido por Martin Luther, caló muy profundamente en la población. Siendo asesinado vilmente dos años después. Por ello, medio siglo y un año de ofrecer el mismo, al estar tan vigente. Escucho, nuevamente, el referido discurso, transcribiendo parte del mismo que dice:
“…Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio.
Pero, cien años después, el negro aún no es libre. Cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material. Cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra…
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño… Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: –Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales–. Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia. Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad. Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas…”. DIARIO Bahía de Cádiz