Andalucía va bien. Podría resumirse con esta frase la opinión en las urnas de la mayoría de mi pueblo. Evidentemente son unas elecciones democráticas y hay que aceptar el resultado, la gestión de Susana Díaz parece haber convencido a una parte importante de los votantes andaluces. Pero ¿es consciente Andalucía de su situación? Eso lo dudo más.
Pienso que no somos conscientes de lo que tenemos en lo alto, puede ser porque aquí hace buen clima y muchos tenemos una madre que nos quiere mucho y todavía nos puede poner un plato sobre la mesa, o quizás estemos acostumbrados a la miseria. Andalucía no aspira a más y así lo ha demostrado. No aspira a cambiar sus estructuras, no aspira a nada.
Una región que seguramente es la más rica en recursos del país, y contrariamente la más deprimida que quiere seguir viviendo de lo mismo, ayudas sociales, fondos europeos, la caridad, las sobras de otro. Una región que no es competitiva en ningún sector en general. Una marca Andalucía promocionada por la Junta de Andalucía que no tiene fuerza ni en el interior ni en el exterior, y si la tiene, siempre beneficia a los mismos. A mí no me extraña que una persona con un bolsillo lleno vote por la continuidad, pero el que me duele es el voto del “mendigo”. ¿De verdad piensa usted amigo que Susana Díaz representa el cambio? Respeto su opinión amigo, respeto su apuesta y la de la mayoría, pero perdone que no la comparta y que explique mis razones.
Susana Díaz es una mujer ante todo de partido, que nunca traicionará a sus mentores, que siguen siendo diputados a pesar de estar imputados en casos serios de corrupción. Susana Díaz no puede representar el cambio, pues la estructura andaluza de su partido es la misma que lo fue de Griñán y Chaves, no ha habido regeneración política dentro de su partido y sigue una línea continuista a nivel central y regional. Quizás la Izquierda Socialista que se encuentra dentro del partido fue la única esperanza de cambio en las primarias que el partido celebró el año pasado, y su fracaso, fue la huida de muchos afiliados, que ven que las siglas que lleva el partido ya no se corresponden desde hace bastante tiempo con la actitud del mismo.
Susana Díaz, la hija del fontanero como ella se presenta, no es una obrera, no ha pisado una fábrica en su vida, no es una currante, no es una persona que haya pasado calamidades, no tiene ni idea de lo que es la vida, no tiene ni idea de lo que es no llegar a fin de mes, de lo que es no poder formar una familia por la falta de recursos, no tiene ni idea de lo que es que le falte un plato de comida a su hijo, ni la tendrá. Susana Díaz no puede representar en este caso a los andaluces, pues no vive como los andaluces. Lo hará políticamente si es investida, pero nunca lo hará humanamente. Andalucía hoy día es una tierra de miseria, de pobreza, de penuria, en la que intentamos sacar una sonrisa falsa, en la que intentamos tirar sin pensar si comeremos mañana, en la que los abuelos sacan para delante a los nietos, donde no hay trabajo, no hay esperanza, no hay casi de nada.
Andalucía es la tierra anquilosada que se vivía en la ruralidad de los años 20, la que no tiene recursos, y la que pierde los que tenía. No funciona bien la Sanidad, no funciona bien la Educación, no funciona bien la Cultura, no funciona bien el Urbanismo… sin industria con peso, desigualmente repartida, con terratenientes y una división en clases sociales cada vez más notoria. La zona del país donde más ha desaparecido la clase media y donde más nos distinguimos entre ricos y pobres. Andalucía hoy es la tierra de los desahucios, la tierra de las colas para recoger alimentos, la de la sociedad dividida, un pueblo desesperanzado y hundido, la de las lágrimas cada mañana en muchas familias, la principal creadora del verbo “curriculear”, la que tendrá que invertir mucho dinero en Salud Mental por depresiones de gente que se siente frustrada, inútil, insatisfecha por mucho que haga, por mucho que lo intente. Andalucía está muerta, y pienso, amigos míos, que le hemos dado el sepelio.
Acepto los resultados, puede que Susana Díaz siga siendo nuestra presidenta, pero también soy consciente de que nada cambiará, que todo seguirá igual, que la esperanza de unos pocos ha quedado en saco roto, que poco nos queda a los que pensamos en cambiar la situación. Socialista como yo, socialista pero no sectario, socialista que sabe distinguir entre un partido y unas ideas, entre una persona y una ideología, que no vota por siglas sino por políticas y programas, socialista que creía que podría haber una sociedad más justa, más igualitaria, más competitiva, más generosa, menos corrupta, socialista como yo, socialista utópico que está a punto de tirar la toalla. DIARIO Bahía de Cádiz Moisés Camacho
Artículos como éste hacían falta!!
Y gente como MOi también