El sentido común que evidentemente es el menos común de los sentidos en cuanto a su uso y aplicación, va a constituir la base del presente artículo y ya comprobaran ustedes, por qué.
Y es que para desarrollar el -sentido común- no es necesario pasar por la universidad o hacer un máster. No, no, es, que ni siquiera hace falta pasar por la escuela para desarrollarlo -auque también- bromas aparte.
Estamos en los tiempos donde las palabras, la conciencia y el sentido de las cosas y de los acontecimientos, no sólo han dejado de ser iguales, sino que tampoco se muestran coherentes con la realidad.
Y para comprobar lo descrito basta un solo ejemplo. Ahora, no llueve mucho -y es cierto- pero cuando sucede, no es que llueva, sino que -caen gotas- y existen múltiples ejemplos que mostrarían la ineficacia -manifiesta- para entender hasta donde hemos llegado.
Esto, me recuerda la cita del orador norteamericano, Stephen Covey que dice: Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo. Seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo. Y como observarán, esta máxima aunque sea por reducción al absurdo, no puede ser más acertada a una realidad que está a la vista y que ante la pasividad de todos, la hemos venido contemplando dócilmente.
No hay una asignatura del -sentido común- Es una cualidad innata que con certeza poseemos en mayor o menor grado todos los mortales aun con sus limitaciones. Pero cada cual, tiene la capacidad de utilizarlo y de ejercerlo desde su posición cualesquiera que sea.
El sentido común es vital y está constatado que en ocasiones muy difíciles y extremas, resulta ser una pieza clave y fundamental; cuestionando las presiones, los intereses y las especulaciones, que por innecesaria que sean, aparecen, se desarrollan, crecen, se reproducen y «difícilmente mueren».
Y en la administración; entre los numerosos ejemplos desafortunados que ocurren -éstos- se podrían citar por doquier. ¿Creen ustedes o quizás consideran que es de -sentido común- cometer tantos errores? ¿Qué sucedería si los responsables simplemente pagaran contundente por ellos en la misma proporción del daño ocasionado? ¿Sería acaso de sentido común?
Por eso, solamente creo en el trabajo y en la honradez de los hombres con -sentido común- que todavía los hay y por cierto, muy buenos, responsables y eficaces, pero lamentablemente, tal vez, el sistema no los dejan. DIARIO Bahía de Cádiz