Eras libre, el monarca de Hwange, tus hembras te conseguían comida, tenias cachorros los cuales perpetuarían tu hermosa especie, el viento africano acariciaba tu oscura melena, esa corona impuesta por la naturaleza, eras un símbolo de fuerza, de esperanza.
Pero llegó un hijo de la gran puta, sí así de claro, las medias tintas para el que cobre y tenga en su cuello el yugo de un redactor, aquí estoy por pasión, las habichuelas me las gano de otro modo. Como decía, llegó un hijo de la gran puta, con el arma más mortífera de la humanidad, DINERO.
Un mierda de dentista, un yankee, ansioso por destrozar la belleza, seguramente con graves problemas de erección como todo aquel que necesita un arma para sentirse más hombre. Dinero, la bazofia que gobierna el mundo, ni pensó en tu honor, ni en tus cachorros que serán asesinados por el próximo macho alfa de la manada. Carente de espiritualidad, al contrario que su victima, nunca miró a las estrellas, no aspiró el olor de la hierba tras las primeras lluvias, no sintió el peso de la historia de la tierra que pisabas. Solo imaginó lo bien que quedaría tu cabeza en su salón, para contemplarla, al más puro estilo “American Way Life”, mientras veía un partido de los Minnesota Vikings.
Te pagaste un viaje a Zimbawee, contrataste a una carroña furtiva, y con engaños lo sacasteis de la reserva para eludir la ley. Después has tenido la poca vergüenza de decir que no “sabías que hacías nada ilegal”.
¡Me da igual rastrero!, aunque fuera “legal” no tienes empatía, en ningún momento te estremeciste ante esa figura, no sentiste la ancestral religión que emanaba de su piel, la única verdadera la fuerza de la naturaleza.
No, tú no sentías nada, al igual que en tu Minneapolis no sentían nada mientras masacraban a los indios, o mientras violaban a una recolectora de algodón para demostrar quién es el amo.
El problema es que al igual que a ti, a mucha gente les pone cachondos estas masacres: niños pateando a una gatita, ¿Qué se puede esperar de estos bastardos cuando crezcan? Asesinos, un gato pronto no les dirá nada, necesitarán algo mayor; toreros, furtivos, militares que juegan al tiro al blanco con delfines…
Pronto lloraremos todos, por Cecil, por los rinocerontes blancos, por las ballenas por todas esas especies que están al borde de la desaparición y que nuestros hijos solo conocerán por documentales. Que no quepa duda, lo pagaremos muy caro, solo espero que antes al menos veamos destripados a esos dos monstruos que profanaron al rey de la selva, que el espíritu de Cecil se les aparezca en la noche y tome su merecida pago. Por desgracia no será así, aunque los espíritus existieran, él era demasiado noble para querer venganza. DIARIO Bahía de Cádiz
Esta claro que el que maltrata a un animal lo mas lindo que se le puede decir es HIJO DE PUTA. Pero tan hij@ de puta es el que mata a un león en una cacería, un toro en una corrida, quien gana dinero haciendo pelear a gallos o a perros entre si como quien aborta después de la cópula por el mero placer de querer hacerlo «a pelo» y no considerar lo que mata como «un ser vivo» porque no está formado