“Rateros que intentan apoderarse de lo capturado por los rivales, hasta con desdentadas asquerosas similares como las de las hienas”.
Los corruptos se han pegado presuntamente festines, hasta con tácticas envolventes similares como las utilizadas por los reptadores más repugnantes. Cerrando sigilosas filas, para que sus operaciones exterioricen ser de una ejemplaridad absoluta, a pesar de estar recubiertas por el tufillo que desprende, la democracia libertina que presuntamente practican, desde las poltronas afines a sus cargos. Desde donde su artillería pesada de cuello y guante blanco, presuntamente tienen en el punto de mira, el objetivo inmediato a caer en sus redes. Siendo, para ellos, un bocado muy apetitoso, los que por arte de magia, aterrizan como pueden, ‘dejándose querer’, por esas míseras estirpes corruptas. Porque, de lo contrario, “no rascan bolas” y se quedan fuera del repartidor tanto por ciento del circuito perolero…
Rateros que intentan apoderarse de lo capturado por los rivales, hasta con desdentadas asquerosas similares como las de las hienas. Imponiendo sus predominios e influencias en los territorios sometidos, similarmente como lo hacen los mafiosos con represalias, coacciones, persecuciones, chantajes…
Miserables rateros situados en la derecha, centro e izquierda del arco iris de sus dogmas doctrinales. Que sacian sus ansias de poder y gloria en cada operación, una vez repartido en B, C o D, el porcentaje que a cada cual le corresponde según el orden jerárquico de sus escalafones. Para, posteriormente, ordenar o indicar a sus delfines o guardianes tesoreros de suma confianza, que depositen el resto del botín a buen recaudo, “limpios de polvo y paja”. Para aflorarlo blanqueado en el mercado de sus valores, cuando les sea más propicio para no levantar sospecha alguna. Y, así, tener asegurado contrarrestar la liquidez en tiempos adversos. DIARIO Bahía de Cádiz