Al “skyline” de Cádiz lo envuelve una cúpula de niebla, o de ceguera.
Entre dos puentes, el de la decadencia y el fuego de Astilleros, y ese, tan altísimo, el de las promesas bicentenarias que no llegaron, o que pasaron, desfilan todos los espejismos.
Mientras el levantito bambolea los amarres de “Puerto Churri”, es casi media mañana en la Barriada de la Paz. Y un chavea, muy en paz consigo mismo, se toma una servesita, para celebrar que ya cobró el parito, y que ya está aquí el verano, menos mal, aunque haya pasado el Carnaval y la Semana Santa, y todos los días sean iguales.
Después, ha quedado con el colega para coger unas mojarritas, y luego, carrera por la playa, para estar en forma. Y es que en Cádiz se vive muy bien. ¿Quién dice que no, picha? Hay que ser derrotista para decir lo contrario. Hay que ser cateto. Y además, el domingo juega er Cadi.
Ojú. Todavía se acuerda de cuando fue hasta Jerez, a una entrevista de trabajo. Un trauma. Qué lejos. ¿A Castellón, como el niño de la Mari que se fue y que no volvió? ¿Qué dise quillo? Demasiado lejos. ¿De qué? De Cai.
Y es que en Cádiz se vive muy bien. ¿Quién dice que no, cohone? Hay que ser malaje.
Si estar aquí es tenerlo tó: el pucherito de la vieja, la cañita del país, los colegas, el armasén der Cabesa, al lado justo de su casapuerta. Calidad de vida, ompare.
Envidia es lo que tienen. Hay que ser chungo y majara, para decir que Cádiz es decadente, y que se muere, y que no hay trabajo.
Bueno, eso sí. Está la cosa achuchá. Pero, uno vive con poco. Porque Cai se bebe el sol, Cai es la brisa marinera, que dice la canción.
Y es que en Cádiz se vive muy bien. ¿Quién dice que no? Con un parito, una ayudita, mucha playa, cangrejos, camarones, bocas, y arte, mucho arte. Y grasia, mucha grasia.
Pero llanto.
El “skyline” de Cádiz se desdibuja en el retrovisor. La pena honda. O la niebla. Sí. Es la niebla.
Y es que cuando me alejo, todo sigue igual, pero se va el Levante, me cambia el viento y me duele, a pleno sol, la misma humedad. DIARIO Bahía de Cádiz Rosario Troncoso