Andamos todos muy preocupados con esto de la clase media, y por supuesto no me estoy refiriendo a los habitantes de las “tierras medias” del señor de los anillos, me refiero a esa clase media que se han sacado de la manga algún sociólogo avispado, y que según un estudio publicado recientemente, de la que la pertinaz crisis ha expulsado a miles de personas.
No me voy a referir a las definiciones que don Carlos Marx hacía de la división de clases, y su posición en la propiedad de los medios de producción, sobretodo porque no faltaría quien me tachara de demodé, pero no llegó a encontrar el razonamiento para clasificarla como “media”, mucho menos si hago caso a los Alberts and Cía. que últimamente les escucho hablar de una “clase media trabajadora”, ¡ahí es ná!, que es lo mismo que decir, pese a levantarse a las seis de la mañana cada día, usted es formidable.
Si no aplicamos las definiciones marxista por antiguas, si no aplicamos las teorías, que ni ellos saben, de los Alberts, solo me queda para saber si yo pertenezco a esa clase media, las rentas. Tendría que sacar el punto medio entre el que mayor renta tiene y el que menos, y ver cómo me sitúo yo respecto a este. Por ejemplo, Ortega gana setenta y cinco millones en un mes, el salario mínimo es de seiscientos cincuenta euros al mes, así que como mis rentas no llegan a los treinta millones, la mitad de Ortega, yo no soy clase media, y me temo que vosotros tampoco. Pero seamos optimistas.
El otro día me contaba una empleada de banca, que sigue a pies juntillas eso de crear lazos de empatía con el cliente, que forma parte de todos los cursos para empleados. A una persona que anduvo llegándose al banco cada día durante una semana, para preguntar si le había llegado la prestación por desempleo de cuatrocientos euros, y no, la transferencia no llegaba. Cuando al séptimo, ella le comenta “es que está la cosa fatal”, después que el contara que lleva cinco años en paro, como respuesta escucha: “pero parece que esta mejorando”, mientras recogía sus últimos cuatrocientos euros, la prestación se agota. Pero seamos optimistas.
Tan optimistas como haga falta, hasta convencernos de que somos parte de esas clases medias, tan ansiadas en las bolsas electorales de casi todos, o cuando tramitemos nuestras prestaciones en las oficinas del SAE, y sobre todo, cuando dentro de poco recibamos esos programas electorales. DIARIO Bahía de Cádiz