Breve y conciso desearía ser esta vez, porque la temática a la cual voy a referirme, está latente en todos los medios de comunicación, tertulias, bares y hogares.
Las nuevas generaciones, han roto el silencio, han dicho basta ya y por este motivo “el pueblo” anda revuelto, manifestándose en la calle, destrozando, mobiliario urbano y cuanto a su alcance encuentra, bancos, escaparate, vehículos. Enfrentándose a toda clase de autoridad del orden, que rechace sus movimientos.
Un caos sin límites, casi a diario, que parece no tener fin, cuando no en una ciudad es en otra. Las fuerzas del orden, cumpliendo los preceptos recibidos de sus mandos -y estos de los políticos de turno, que gobiernan el país-, intentando sofocar estos altercados.
Enfrentamientos salvajes que impiden la buena convivencia y funcionamiento de las ciudades, siendo raro el día, que no se producen heridos entre manifestantes y los agentes del orden. A nadie le gusta vivir así, sea de la opinión que sea. Los ciudadanos, sienten lesionados sus derechos y a la vez, temerosos, de que les pueda ocurrir alguna desgracia.
Y no son estas bandas de pillaje, las únicas culpables de estos altercados, sino, la cúpula del poder que gobierna, debido a su incompetencia y mala gestiones, más preocupados, por conservar su poder y puestos de trabajo, que la de gobernar con acierto y justicia, al un pueblo, y muy castigado.
Son cabezas cuadradas, por desgracia, elegidas por el pueblo que les entregaron las riendas del gobierno, por confiar en ellos. Algo que ya viene ocurriendo, desde tiempos pasados, en todos los pueblos de la tierra, a costa de pagar bajos salarios, convirtiendo en esclavos a los trabajadores, y tras exigirles toda clase de sacrificios, llevarlos a luchar y morir en los campos de batalla. Como siempre dicen ellos “para salvar al pueblo, del invasor”, de unos enemigos, cuando no imaginarios, contrarios a sus intereses suyos.
Un molde de poder, sujetado por cuatro fuertes y altos pilares, para poder mantener en pie, de forma, que sean ellos solos, los que puedan meter las manos dentro de él, y si algo cae lo recojan los de abajo,
El dominio ejercido por el poder del gobierno, según Abraham Lincoln, debería ser del pueblo y para beneficio del pueblo. Y no para un linaje privilegiado, (digo yo) harto y bien conocido, que se hace, con las riendas del poder para gobernar a los pueblos, con mano de obra barata, sin importarles un comino, las necesidades y sufrimiento de sus trabajadores. A los cuales, engañan, con promesas que nunca cumplen, sin importarles, cuanto les suceda.
Un país depravado como el nuestro donde la corrupción, ha salpicado los estamentos más altos del gobierno, y sido juzgados y encarcelados, altos cargos de la administración del Estado, y políticos que salieron de la nada, hoy, son altos ejecutivos de la banca y los negocios, hoy tienen asegurado el porvenir de la familia.
No es raro que la juventud esté reaccionando de esta manera, echándose a las calles y pidan justicia, por los millones de parados, y esos otros, eventuales, mal pagados. O aquellos otros, que viven a costa de familiares o la caridad.
Sr. Rajoy, dice usted que ha salvado a este país de caer en la banca rota, gracias a la política que hasta ahora ha llevado, le pregunto, si se encuentra satisfecho por su labor, donde el tiempo parece importarle poco y menos los números que aún sigue barajando, con el desempleo, los sueldos, los `precios de los alimentos, como esa Seguridad Social que la ha puesto a parir, por los recortes que sigue dando. No se asuste de lo que sucediendo está con los soberanistas e independentistas, de algunas regiones, dispuestos a fracturar éste país, y le pongan en un mal aprieto. Espero, al menos, en esto último no nos defraude una vez más.