‘1984’ fue el título original de la novela política de ficción distópica que, el escritor Jorge Orwell, publicó en 1949. En lo que posteriormente se ha conocido como El Gran Hermano, se trata de un mundo futuro donde se desarrolla “una sociedad donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva y la represión política y social”. Desde entonces se utiliza el término “orweliano”, para hacer referencia a una sociedad que tenga las características de la sociedad descrita en la famosa novela de Jeorge Orwell. La popularidad que a través de los tiempos ha ido adquiriendo la, sin duda, más conocida obra del escritor, se ha materializado en numerosas películas, novelas de ficción y ensayos, en los que el tema de la opresión de los gobernantes sobre los gobernados llega a convertirlos en unos verdaderos esclavos del poder.
Es evidente que Orwell tuvo ejemplos recientes de este tipo de estados opresores en lo que fueron las famosas dictaduras comunistas del régimen de José Stalín y el nacional socialista de Adolf Hitler en la Alemania nazi, que se instaló en el poder a partir del año 1933. Tuvo material más que suficiente en el que basar sus imaginaria civilización que él situó en 1984, y ejemplos más que evidentes de las consecuencias, fatídicas para los pueblos, de esta clase de dictaduras, tanto sean de izquierdas como de derechas; basadas en la opresión e imposición ilimitada e incontrolada del poder dictatorial de unos pocos sobre todo un pueblo.
Seguramente, los que tengan la paciencia de leer este comentario, se preguntarán a qué viene semejante disquisición o preámbulo; pues, sencillamente a que, en mi búsqueda en la prensa diaria de temas sobre los que tratar, he topado con una noticia que me ha llamado la atención. Se titula “Obama da luz verde a la creación del ordenador más poderoso del mundo”. En realidad, la noticia apenas da para unas pocas líneas pero, sin duda alguna, su contenido es lo suficientemente jugoso e interesante como para que valga la pena fijarse en él. Al parecer, se rata de que los EE.UU de América, ahora más interesados en lo que se traen entre manos los chinos en materia de investigación y desarrollo que lo que urden, en estas materias, los rusos ( no está Rusia, por su frágil economía y a pesar de sus bravatas exhibicionistas; en condiciones, a causa de la baja generalizada de los precios de los combustibles y a sus esfuerzos por establecer un equilibrio, en armas convencionales, con las potencias de occidente, de hacer grandes dispendios económicos) andan unos años atrasados en cuanto a las más modernas innovaciones en técnicas de defensa y ataque, en las que se incluyen todo un mundo nuevo de la robótica y la guerra a distancia, en lo siguen siendo punteros los americanos. Sea como fuere éstos han decidido dar un paso al frente en incrementar su capacidad tecnológica, en un nuevo intento de situarse a la cabeza del mundo como potencia indiscutible en el control de la humanidad.
Nadie duda y recientes informaciones lo han puesto de relieve que: el Pentágono, el FBI, la CIA y el resto de agencias de inteligencia de los que disponen los americanos, tienen los más sofisticados sistemas dedicados a mantener controlados todos los movimientos de los gobiernos del resto de países, sin que (como se ha visto), en este aspecto, haya grandes diferencias entre amigos y enemigos. Podemos aceptar que haya temas como: el terrorismo, las investigaciones dedicadas a crear nuevas bombas o misiles atómicos, los movimientos revolucionarios y los contrabandos de armas a naciones que pudieran darles un destino ofensivo y no defensivo etc.; en los que sea preciso y conveniente que exista una vigilancia y un control que impidan que la humanidad pudiera caer en manos de personajes desaprensivos que pretendieran hacerse con el poder absoluto.
No obstante, los ciudadanos tenemos la desagradable sensación de que, por parte de determinados grupos, lobbies, cárteles, agencias secretas y lo misteriosos y secretos monopolios de poderosos que son, en realidad, los que barajan, desde sus torres de oro, el destino de toda la humanidad como mejor convenga a sus intereses sin que, entre éstos, figure el bien de la humanidad en general; precisamente porque sus inmensas fortunas y su extremo poder se basan en que el mundo siga alimentando las guerras, los enfrentamientos, las matanzas, las opresiones y la miseria; en las que se consumen cantidades ingentes de armas con las que, los infelices que intervienen en todas ellas, se matan los unos a los otros sin que a esta situación se le pueda ver un fin cercano.
La noticia de que, en los EE.UU de América, se ponga en marcha otro de los poderosos medios de investigación, que se lleve a cabo la proeza de construir un gigantesco ordenador que multiplique por 1000 o por 1.000.000 o por miles de millones las capacidades de los actuales más modernos, no deja de ser inquietante por varios motivos. En primer lugar, si el fin de este costoso proyecto, según la información dada, es que “el país estadounidense quiere conseguir con él un control absoluto y de acceso de todos los organismos gubernamentales de la nación. El ordenador exaescale funcionará a 1.000 petaflops de potencia, una cantidad tremendamente grande de realizar operaciones aritméticas por segundo (miles y miles de billones de operaciones)”. La verdad es que, para simples ciudadanos de a pie, legos en la materia, nos resulta imposible imaginarnos semejantes magnitudes, cuando sólo pensar en un segundo ya nos parece una cantidad de tiempo despreciable. Ya sabemos que, cuando se habla de interconectar todos los organismos gubernamentales de la nación, se puede entender perfectamente que, este monstruo, estará capacitado para averiguar con sumo detalle y precisión, todo lo que estará ocurriendo en nuestro planeta, la Tierra.
Esto quiere decir que, si en la actualidad ya se teme, con razón, por la intimidad de los personajes importantes de todas las naciones, si ya están en peligro los secretos más peligrosos para la humanidad, cerrados bajo mil llaves y precauciones; no es difícil imaginar que, este maravilloso instrumento depredador de derechos individuales, tendrá la capacidad suficiente para tener a todos los ciudadanos de la humanidad bajo el más estricto control, sin que nadie puede efectuar un movimiento sin que esté vigilado por los poderes misteriosos de este nuevo chivato a escala internacional. Otro de los peligros es que, sin duda, se va a desarrollar una carrera entre todas las potencias mundiales para no quedar rezagadas en materia de tanta importancia, lo que significa que el ojo inquisidor del Gran Hermano de Orwell va a quedar, en muy poco tiempo, como un ridículo y trasnochado método de vigilancia al lado de lo que van a tener, en breve, tanto los EE.UU de América como otras grandes potencias como China, la India y todas aquellas que dispongan de medios para acometer tan cara investigación.
Ahora les propongo un simple ejercicio de imaginación. Piensen ustedes que, como ha sucedido con el caso de la energía atómica, que primero fue de propiedad de los americanos, luego la tuvo Rusia, más tarde Inglaterra, Francia y Alemania y ahora ya no hay país que se precie que no disponga de este peligroso artefacto, incluso Israel y, no lo duden, el mismo Irán, aunque se esmere en ocultarlo para que retiren los embargos sobre su país; ocurre lo mismo con estos nuevos superordenadores gigantes y, de aquí a un tiempo, países como los que amparan el terrorismo del DAES, el ISIS, el EI o como diablos quieran llamarlo; conseguirán este sistema que les otorgará el poder de causar el caos sobre todos los países de la humanidad. Habrá quien me dirá que, con él, se podrán hacer muchas cosas magníficas, medicinas que curen el cáncer y otras enfermedades que hasta ahora no tenían cura etc. Hasta puede que, quizá, nos abran esta puerta mágica que nos permita viajar a través del universo con la que tanto sueñan los científicos. Es posible, pero nadie, y digo nadie, será capaz de convencerme de que no es cierta la famosa ley de Murphy, cuando dice: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”. Y yo me lo creo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, los que somos incapaces de abarcar conocimientos tan difíciles, siempre miramos con prevención aquello que se sale fuera de nuestra comprensión. Es inevitable. DIARIO Bahía de Cádiz