No hace falta más que darle tiempo al tiempo para que las piezas del rompecabezas vayan encajando cada una en su hueco. No era más que cuestión de paciencia el que surgieran las conexiones de Podemos, el partido de Pablo Iglesias y nuestros “amigos” los de la farándula, todos aquellos que ya llevan años subidos al tren de los despropósitos, pensando que el “arte” no depende del talento de cada uno, de su preparación, de sus facultades o de su trabajo y tesón, sino de las ayudas que el Estado les pueda conceder, de que los impuestos sobre las entradas de los espectáculos sean menores que los aplicables sobre el resto de los productos del mercado o de la pertenencia de cada artista, sea del ramo que sea, a una determinada filiciación partidista que ¡O casualidad! siempre suele ser filocomunista.
No hace falta más que ver cuales son los artistas más frecuentemente contratados en las TV o aquellos que aparecen más veces en las películas nacionales o en los teatros para poder distinguir, no precisamente a los mejores actores o actrices, ni a los literatos más sobresalientes o los pintores más talentosos, no, no señores, los que ustedes verán que aparecen con más frecuencia en la prensa, televisiones, cines, teatros o cualquier otro medio, sin duda, coincidirán con aquellos más críticos, más despechados, más enconados e intransigentes con los sistemas políticos que no sean de izquierdas o que defiendan determinados principios, valores, o sentimientos religiosos que se apoyen en principios morales o comportamientos éticos que, según su criterio, deben ser destruidos por ser propios de clérigos, derechas o conservadores “contrarios a las libertades de la ciudadanía”.
Es curioso que, a pesar de las envidias, rencores, desengaños y reconcomios que suelen existir entre los actores y actrices, u otros profesionales del Arte, de sus enfrentamientos, de sus jugarretas y deslealtades, no se fijan tanto para ser el objetivo de sus críticas, en aquellos que se han hecho ricos y han triunfado en la profesión, como en que los gobiernos sean de derechas o izquierdas de modo que si son de derechas, por definición, han de ser “incompetentes”, “antisociales”, “contrarios a las libertades”, “corruptos” y “reaccionarios” y, por tanto, culpables de todos los altibajos que se puedan producir durante el periodo en el que gobiernan aunque, como ha sido el caso de la crisis heredada del nefasto gobierno de Rodríguez Zapatero, del PSOE, los verdaderos responsables de que nos llevara a las puertas del “rescate”, fueron precisamente los de las izquierdas españolas.
Pero, señores, los que, a medida que discurre el tiempo van, poco a poco, dejando entrever sus verdaderas intenciones (aunque que pretendan encubrirlas para no asustar a los que tienen atontados con sus absurdas propuestas) son estos visionarios de la camada del señor Pablo Iglesias. En efecto, cuando han dejado entrever una parte de su plan de gobierno, en este caso el referido al “documento marco”, que dicen que será la base de su futuro programa en Cultura, el señor Iglesias ha enseñado, quizá llevado de su incontinencia verbal, el totalitarismo bolivariano que se esconde detrás del pala de su partido, Podemos, el mismo que ha contribuido, con su asesoramiento, a aplicar en Venezuela, y Ecuador ( Maduro y Correa); con tan “manifiestos e importantes resultados”, entre ellos: el silenciamiento de las prensa, la libertad de expresión y el confinamiento y acallamiento de la oposición, mediante su descabezamiento y el envío de sus líderes a las mazmorras del régimen chavista.
Al parecer lo que tiene en mente don Pablo, el coletilla, es implantar en España los mismos métodos represivos de la libertad de expresión, mediante el método de silenciar a la prensa hostil y eliminar lo que, para él, es “equilibrar el panorama de medios públicos y privados para evitar la presencia de grandes poderes financieros y el duopolio existente en su control y en las plataformas de gestión y difusión de los contenidos, físicos o digitales”. En realidad no se trata de nada nuevo porque este señor desde el primer día viene amenazando a los medios de comunicación privados por “atacar la libertad de expresión” ¡Se necesita tener cara dura para acusar a los medios privados (suponemos que se referirá a los de orientación conservadora) de atacar la libertad de expresión cuando, en realidad, son los únicos que se atreven a decir las verdades con plena libertad y lo mismo se puede decir del actual Gobierno, que permite una libertad de expresión con la que ni sueñan los medios informativos de Venezuela o Ecuador o, si quieren, la misma Bolivia!
En realidad, lo que el señor Iglesias y sus colegas, pretenden no es eliminar lo que ellos denominan como duopolio,( el palabro tiene su qué), algo que deberían explicar más detenidamente ya que, en nuestra nación, si hay duopolios en la prensa o en las TV, no son precisamente de “potentados” de derechas, sino más bien de mafias de izquierdas, confabuladas en contra de la derecha y aliadas con aquellos grupos cuya única finalidad es llevar al país a la quiebra, mediante la implantación de un nuevo régimen totalitario de inspiración comunista. El señor Iglesias y su grupo pretenden sustituir la actual libertad de expresión, instituyendo un monopolio estatal y amordazando, como han hecho Maduro y Corre en sus países, a la prensa que quiere manifestarse en libertad. El Estado, en su concepción de Kominform, en manos de Podemos, ajenos por completo a los más elementales principios democráticos, defensores de un tipo de estado al estilo Gran Hermano ( Orwel) en el que, los tentáculos del “estado guardián” y “protector”, se extiende sobre la privacidad y libertad de los ciudadanos, reducidos a meros servidores de la cúpula que los gobierna; sin posibilidad alguna de ejercer las facultades democráticas ( como ya ocurre en algunos países de Sudamérica) que les permita elegir a otro que lo sustituya; porque los mecanismos para hacerlo han sido suprimidos en beneficio de la dictadura que se ha apoderado del país.
Las contradicciones en las propuestas de Podemos y la poca credibilidad de sus argumentaciones se demuestran cuando, en su programa económico, pretenden aumentar todos los impuestos (IRPF, nuevo impuesto sobre los bienes de lujo, Patrimonio, Sucesiones, Impuesto de Sociedades) menos, curiosamente, el IVA. Expliquémoslo: “un IVA superreducido común a todos los productos y manifestaciones culturales” (Aquí tienen la concesión a los de la farándula a cambio de su incondicional apoyo). Lo que no dicen es que, si pretenden gravar a los más ricos, a las sociedades más a potentes, incluso a las multinacionales, a los ahorros particulares etc.; es ¿cómo van a evitar que los más ricos se vayan de España, las sociedades foráneas trasladen sus fábricas y los inversores extranjeros (si, como dicen, piensan no pagar la deuda o, en su caso negociarla) dejen de invertir en España? Algo que ya está ocurriendo en Catalunya, donde la deuda de la Generalitat ha sido calificada, por las agencias de rating, como BBB- con perspectiva negativa o, hablando en román paladino, como deuda basura en la que ninguna persona con dos dedos de sentido común va a invertir un centavo.
Lo que sucede es que, cuando llega el momento de decir cómo van a financiarse, de dónde van a sacar los euros suficientes para estos planes a base de subvenciones y sus pretendidas buenas intenciones respecto a la clase media, suficientemente castigada por la crisis, a la que pretenden “ayudar” rebajándoles las cargas. Lo que se callan es que, la “ayuda”, acabe por consistir en un aumento draconiano de los impuestos que los acabe de acogotar. Lo que no pueden asegurar es que consigan la financiación a través de inversores extranjeros en bolsa o, todavía menos, por préstamos del BCE que, si en el caso griego, si gana Syrisa, ya veremos lo que ocurre; en el caso español, con un gobierno de Podemos, se puede asegurar que no recibiríamos ni un euro. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, vemos admirados como Podemos es capaz de vender una política tan absurda e irresponsable. DIARIO Bahía de Cádiz