Si han oído que cayó el gordo en Caja Madrid no andan descaminados. A los mortales de dos velas en la napia, no nos ha tocado nunca ni un pellizco en la primitiva, pero a ellos sí, que se sacaban cenas de la manga, viajes inmemoriales y trajes de miles de euros.
La sombra que me ampara le llama de otra forma, a tamaña desvergüenza, diciendo que se quitaban el estrés a sopapos de euros. Pero nosotros, los que invocamos a los dioses impíos por un trabajo para los que nos sucederán en la tierra, nos quedamos alucinados por la sudadera de dinero a mansalva.
Los preferentistas deben andar al rojo fuego, de saber sus ahorros dilapidados, su trabajo de años, desmembrado y su futuro tan en la cuneta como los de la memoria histórica, que mueren cien veces más por el olvido que por la venganza certera de los años 30.
Son nuestros ochenteros, no grupos de música de cincuentones roqueros, sino ancianos dignos con pancartas que se las lleva el viento, porque se burlan de ellos, sacados a la fuerza en su vejez de sillones cómodos, ante plasmas pagados con mensualidades jubilarías y cupones de descuento. Es la vejez un remanso de paz, en una llena cuneta, como la de Marta, hundida y quieta, como la tantos que cayeron con balas españolas, que duermen la ignominia de que solo las internacionalidades de la ONU, se acuerden cómo se llamaban ellos, parias por siempre de una tierra abonada con sus huesos.
Es una lástima de país, éste por el que tanto trinan con las bocas abiertas, desgañitados o enfadados, caras opuestas de la misma moneda, políticos de quita y pon, que solo quieren poltrona que encular, para que los Artolas, los Mesa y los García, estén ahí estáticos y llorosos, quejándose con justicia sin que la justicia les dé tregua.
Es lástima gallardones con tan poca gallardía, con tantas tasas judiciales, con tanto temor a unas elecciones, y con tanto votante hasta los testículos ováricos, que sacian el alma vejada con siglas políticas y esperanzas fatuas, por no quemar hasta los cimientos del sistema. Andamos todos aleonados, atrigrados y aún más vencidos sin poder movernos, porque estamos hartos, asindicados, amortiguados, no por la pena sino por la estupefacción, pues no sabíamos que nos robaban tato y tantos, a manos llenas.
Se nos han recortado sueldos, se nos ha echado a la calle, los bancos se han rescatado de sus propias deudas y malas negociaciones y ahora vemos desfilar, no por los juzgados, sino por los programas satíricos y de prensa, caras de sobras conocidas, caras con mucha jeta que se llenaron a manos llenas sus nominas y cuentas en paradisiacos lugares de la tierra.
Tierra que no has de abonar más que con tus miserias, techo para cobijar a los que sustentas y sustento que no te llega, porque te despiden o te hacen un Ere con todas sus letras, y con tu productividad, tu nomina y tu despido, contratan a dos aprendices de FP salidos hace dos segunderas.
Sistema educativo sin plazas, gente sin aspiraciones, cortadas en una cuneta en vida, repleta de tierra seca porque los ahorros para las inversiones en pequeñas empresas generadoras de empleo, están colapsados, gastados en paraísos fiscales, en lujos impíos que llevarse a la cadera, salsa de birlibirloque facial de poner cara de duro y salirte con la tuya, que esto es España señores y hay mucho selfie que echarse al cuello.
No sé si se han enterado de dónde ha ido a parar el dinero que no tenemos, el de los créditos que no nos dan, el de las becas y la sanidad pública que nos merecemos.
Pero mejor no se enteren y vegeten, porque se les agriará la leche de las mamas aunque no tengan mamas, porque es para indignarse, para chillar y para pararse a pensar, qué hemos hecho para merecerlos a ellos, a estos sinvergüenzas, que nos sacan el resuello y se lo echan en los bolsillos, a manos llenas. DIARIO Bahía de Cádiz