El flamante nuevo secretario general del partido socialista, señor Pedro Sánchez, ha sabido utilizar bien el trampolín que le ha brindado el Congreso de su partido, para lanzar su particular campaña de propaganda en la que ¡cómo no! no han faltado los apoyos “incondicionales” de muchos de sus compañeros del grupo político al que pertenece, que no han querido ahorrarle beneplácitos ni alabanzas; como ha sido el caso del cesante señor Rubalcaba que, quizá nunca hubiera pensado que iba a ser defenestrado de una forma tan contundente, por lo que ha querido dar a su despedida un tono melodramático con el que ha pretendido alargar su momento de gloria para acaparar, puede que por última vez ( con él nunca se sabe), el reconocimiento y los aplausos de aquellos que, por otra parte, le han venido preparando el relevo, prácticamente desde que perdió estrepitosamente las últimas elecciones ante el PP.
El señor Sánchez (cuidadito con él) ha sabido mostrase humilde, generosos y moderado durante todo el periodo electoral; sin embargo, y el señor Madina ya se ha dado cuenta de ello, cuando se ha asegurado el puesto, ha tomado inmediatamente las riendas del partido, desentendiéndose de las buenas palabras respecto a conservar su unidad y colocar, en su nueva ejecutiva, a sus dos compañeros de terna que aspiraban al cargo. Se dice que se ha negado a hablar con su rival aunque éste, quejoso de que no se pusiera en la dirección a ningún miembro de su equipo, ha intentado contactar con él. El señor Sánchez sabe que, su única salida, es intentar borrar de la memoria de los ciudadanos el nefasto recuerdo de su antecesor, señor Zapatero, y saber torear con habilidad el espinoso tema catalán, respecto al cual es evidente que intenta soslayarlo con el famoso invento de federalismo ( no sabemos si simétrico o asimétrico) que, de momento, parece ser la única idea constructiva o aparentemente constructiva, que ha decidido esgrimir para evitar ponerse de parte del PP en el tema soberanista.
Lo que sucede es que, quizá sin darse cuenta de ello, en cualquier momento tendrá que explicarnos qué clase de federalismo es el que propone y en qué, realmente, se diferencia del actual estado de las autonomías vigente en España que, a la vista de las competencias delegadas por el Gobierno central a los gobiernos autonómicos, en especial en el caso de los catalanes y los vascos, es posible que no resista una comparación con muchos de los gobiernos federales existentes en la actualidad que, por raro que pueda parecer, resulta que disponen de menos poder que el que autonomías como la catalana y la vasca tienen otorgado en la actualidad.
Lo cierto que, salvo cambio de actitud de última hora, los catalanes han venido rechazando esta modalidad de sistema político, por considerarlo insuficiente por no ser lo que son sus verdaderas aspiraciones, que abarcan un mayor espacio de competencias que, en realidad, no se pueden entender sin que se les conceda la independencia que ellos reclaman. El señor Sánchez, que parece inteligente, conoce perfectamente que es muy difícil que, así como se encuentra hoy en día la relación Estado español- Generalitat catalana; y la misma inercia del conflicto, se pueda introducir un tercer elemento en la disputa que supondría, por mucho que se intente negar, una cesión para una de las dos parte en litigio.
Seguramente no pensará que, el PP del señor Rajoy, le va a conceder la baza electoral que supondría que admitiera la intermediación del PSOE en calidad de árbitro y, mucho menos que consintiese en modificar la Constitución para, con ello, dar entrada a la posibilidad de una España hecha a semejanza de la que el PSOE propone. Sólo basta pensar en ello con un poco de detención para ver la imposibilidad de que semejante propuesta fuera tenida en cuenta. Tampoco, por parte de Mas y Junqueras, y menos por éste último, se ve la probabilidad de que se avinieran a renunciar a la consulta del 9N por el derecho a decidir, para cambiarla por otra que pudiera considerarse como una bajada de pantalanes del nacionalismo catalán.
Es cierto que CIU no está para aguantar más tropiezos y, mucho más, desde que el señor Jordi Pujol ha revelado sus problemas con Hacienda y el hecho, difícilmente explicable, de que él y su familia, se llevaran una fortuna al extranjero, cuando fue el padre, en el 1974, de la explosión nacionalista catalana. La demostración de la poca confianza que tenía en su proyecto separatista, cuando se guardaba las espaldas y la de su familia asegurándose que, si iban mal dadas, tendría preservada su subsistencia acomodada en otro país; mientras dejaba a los suyos a los pies de los caballos, era patente. ¡Vamos, que no resulta una conducta muy ejemplar! y más para un verdadero líder, que no tuvo empacho alguno en negar las acusaciones que se le hicieron, tanto en el caso de Banca Catalana como, posteriormente, cuando se involucró a sus hijos y a él mismo en irregularidades; cuando existen testimonios visuales fehacientes de sus demostraciones de inocencia y sus amenazas a los acusadores; que desmienten cualquier excusa que pretendiera dar de los hechos que, el mismo a confesado.
No hay duda de que, al señor Pedro Sánchez, le queda una ardua tarea, cuando las aguas retornen a su cauce y los efectos de estas semanas de promoción se desvanezcan en la rutina del cada día. En Andalucía va a tener muchos de los miembros de su partido en los que aplicar sus promesas de regenerarlo, echando fuera a todos los que se han venido lucrando de sus cargos en el partido. Por otra parte, el regreso del señor Blanco resulta, cuando menos, sorprendente conociendo sus antecedentes y, el de la señora Chacón, aunque previsible, no deja de suponer un elemento de análisis conociendo sus aspiraciones, nunca negadas, de aspirar a la candidatura como aspirante a la presidencia de la nación. A algunos nos da la corazonada de que, el nuevo Secretario General de los socialistas, ha metido en su ejecutiva a una tigresa que todavía no nos ha enseñado sus zarpas, pero que, sin duda, las está afilando para exhibirlas en el momento oportuno.
Mucho nos tememos que el PSOE va a necesitar algo más que hablar de federalismo si aspira a recobrar los millones de votos perdidos; no creemos que, en España, el tema del federalismo, salvo como un recurso para evitar pronunciarse claramente en el tema catalán, sea importante ni tenga mucho recorrido electoral, incluso en las izquierdas. El recuerdo de los 7 años de gobierno socialista, de los graves errores cometidos por Rodríguez Zapatero y de la situación al borde de la catástrofe en la que dejaron el país; va a seguir pesando mucho en el voto y, ello, sin tener en cuenta que, por lo que se presume, la ejecutiva del señor Sánchez parece que va a virar aún más a la izquierda, para intentar recuperar los votos que se fueron a IU y los que pudiera arrebatarle la nueva formación, todavía un misterio en cuanto a su proyección de futuro, Podemos, del señor Pablo Iglesias que, si ha de conseguir votos, sin duda serán de la izquierda, porque en la derecha pocos va a captar. Los futuros meses y la consolidación de los datos favorables económicos que parece que pueden confirmarse, pueden marcar, en los comicios generales del 2016, lo que va a ser el voto de los españoles.
Entre tanto, la ciudadanía está más preocupada por conseguir un empleo y mejorar su situación económica que en el federalismo, la independencia de Catalunya y las peripecias de don Jordi Pujol. O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos a algunos vivir en la inopia.