La presidenta de UPyD, doña Rosa Diez, tuvo en sus manos el poder alcanzar las mismas cotas de popularidad que su partido rival, Ciudadanos, del señor Albert Ribera que, de una manera sorprendente está consiguiendo avanzar en sus esperanzas de tener voz en el panorama político, sin que parezca que, salvo que ocurran cosas muy graves, de aquí a las próximas legislativas de final de año, esta tendencia pueda quebrarse. El caso de la actual presidenta de UPyD es el paradigma de aquello que no se puede hacer cuando se está al frente de un partido democrático, por mucho que la hayan avalado sus inicios como fundadora del partido y sus innegables años de trabajo en pro de la causa que ella siempre ha defendido y que la honra, de mantener la unidad de España y de no transigir con el terrorismo de la banda independentista ETA. Sin embargo, un partido no puede depender de una sola persona ni constituirse en un ente destinado a seguir incondicionalmente a un solo líder, por muy capacitado y carismático que éste sea. La democracia interna es básica para que, sin obviar la autoridad de quien manda, un partido político tenga posibilidades de medrar en la sociedad.
En cierta manera existe un cierto paralelismo entre lo que esta sucediendo en UPyD y los problemas por los que está pasando, problemas interiores, el PP del señor Rajoy. Como Rosa Diez, don Mariano ha pensado que debía llevar esta legislatura con mano firme, sin tolerar discrepancias, practicando un oscurantismo, en ocasiones muy difícil de entender por la masa que le votó y manteniendo, en ciertas cuestiones de Estado, como ha sido el caso del independentismo catalán, una postura ambigua, excesivamente complaciente y, para muchos, equivocada y de consecuencias desastrosas, como se ha podido constatar en todo el proceso que ha tenido lugar desde que el señor Mas dio a conocer su propuesta separatista hasta este momento, durante cuyo transcurso el separatismo se ha ido reforzando, adquiriendo adeptos, se ha enfrentado a las leyes estatales y la Constitución y ha hecho caso omiso de las sentencias judiciales que no le han convenido o le exigían que renunciase a sus tópicos nacionalistas. Los resultados han sido evidentes y la situación en Catalunya sigue estando lejos de solucionarse y de encontrar una solución adecuada.
Rosa Diez se equivocó cuando no quiso presentarse en las elecciones Catalanas de la mano del señor Rivera y volvió a errar cuando Ciudadanos le ofreció ir unidos a las elecciones andaluzas, donde se produjo la gran sorpresa de que, contra todo pronóstico, ésta formación obtuviera un inesperado magnífico resultado con 9 escaños en el Parlamento andaluz. No es muy probable que, para las elecciones del próximo Mayo, el señor Albert Rivera repita el ofrecimiento a Rosa Diez debido al desprecio, la tozudez, la falta de visión política y la egolatría de la presidenta de UPyD, algo que, vista lo que está sucediendo en UPyD, le ha facilitado las cosas. El número de deserciones que se están produciendo en las sedes regionales de UPyD y el malestar que se ha creado en las bases y en la propia dirección del partido, está provocando tal número de bajas, la mayoría de miembros que han decidido pasarse a las filas de Ciudadanos que, como siga esta tendencia, es muy posible que la UPyD de Rosa Diaz sufra uno de los descalabros más sonados en las próximas elecciones municipales y autonómicas.
Por otra parte, es muy probable y no parece que estén dispuestos a admitirlo, que el PP esté lejos de conseguir unos resultados lo suficientemente buenos que le permitan gobernar en solitario y, a cualquiera que siga la política de cerca y constate la notable tendencia hacia el voto a la izquierda, en esta ocasión centrado en el grupo de Podemos, se dará cuenta de que una de las únicas posibilidades que les quedan a los populares, si es que consiguen ganar las elecciones sin número de escaños suficientes para dominar el Parlamente de la nación, sería, sin duda, poder acercarse al señor Ribera, una persona de centro izquierda, pero sin ninguno de los defectos o condicionamientos ideológicos como los que impiden al PSOE y al resto de grupos de izquierdas, llegar a pactos de gobierno con el PP. No sabemos, aunque lo intuimos, si se debe al señor Arriola, el gran muñidor de don Mariano, el que se haya desatado esta absurda campaña que el grupo popular llevó a cabo en contra de la candidatura de Ciudadanos; algo que, incluso a los que hemos venido simpatizando de siempre con el partido de Fraga, nos ha hecho fruncir el entrecejo de preocupación, pensando que ya tienen bastante con luchar contra los potentes grupos de izquierdas, sus verdaderos adversarios, como para gastar salvas (en todo caso inútiles y problemáticas para unos futuros pactos) contra aquellos con los que más afinidades políticas se tiene.
Lo malo de esta iniciativas es que, como ha sucedido, en lugar de mejorar las perspectivas electorales del PP, han causado el efecto contrario y a quien han favorecido ha sido al señor Albert Ribera y los suyos, mientras aquellos se han puesto en una situación desairada, contra la que se han visto obligados a reaccionar e intentar deshacer el desaguisado, rectificando y ofreciéndose a mantener posibles acuerdos postelectorales después de las complicadas y determinantes elecciones legislativas de finales de año. En fin, lo hecho ya no tiene remedio, como no lo tiene el empecinamiento del señor Rajoy de volver a presentarse a las elecciones como líder del PP. Es evidente y así se destaca en todas las encuestas de opinión que van apareciendo, que ya hace meses que debió de preparar un sustituto para que le reemplazara como candidato y se hubiera empezado a dar a conocer, con tiempo, a los votantes. La nueva savia, como les ha sucedido a los de Podemos, siempre tiene la ventaja de la frescura, la novedad y la esperanza que inspira todo aquel que todavía no ha sido baqueteado por la lucha política y, en consecuencia, no tiene sobre sus espaldas políticas la pesada carga de la decepción de los ciudadano, las antipatías cosechadas y las cadenas de haber dirigido al país en momentos de vacas flacas, que han exigido sacrificios a la ciudadanía y, todo ello, debiendo enfrentarse a clamorosos casos de corrupción. Ahora ya es tarde y no le queda otro remedio que llevar su candidatura hasta el final.
Rosa Diez, no obstante, tenía por delante, si hubiera sabido tener en cuenta la opinión del resto de la dirección y escuchar los razonamientos de todos, en lugar de limitarse a hacerlo con quienes pertenecían a su exclusivo grupo de confianza; la gran posibilidad de presentarse como una persona de gran experiencia política y, por otra parte, sin los estigmas de haber gobernado. Una situación inmejorable para aprovecharse de su implantación nacional lo que, en principio, le daba ventaja sobre Ciudadanos, y al pactar con ellos, le hubiera permitido presentarse con posibilidades de éxito en Catalunya , al mismo tiempo que, le hubiera permitir introducir a miembros del partido de Rivera en sus propias organizaciones regionales; con lo cual hubiera impedido que éstos fueran por libre, como ha ocurrido, y ahora, si los resultados son parecidos a los de Andalucía, es muy probable que no necesiten para nada a UPyD, si es que, el gran maremoto por el que está pasando este partido, no acaba con su propia autodestrucción o lo deja reducido a un mero ente testimonial.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como se producen situaciones inverosímiles e impropias de dirigentes que, en apariencia, se presentan como capaces, solventes, prudentes y experimentados, pero que, en un momento determinado, cometen errores de bulto que resultan incomprensibles para aquellos ciudadanos que asisten incómodos a la decadencia de su partido, cuando habían puesto toda su confianza en él, como ocurrió el 20N del 2011. Y es que nolens volens la vida sigue y la Humanidad no deja de sorprendernos… casi siempre, para mal. DIARIO Bahía de Cádiz