¿Saben ustedes hasta dónde estoy de la cantinela del emprendimiento? Eso, hasta ahí. Porque es una falacia y es el reconocimiento de los emprendedores de siempre de que no pueden –o mejor, no quieren- dar empleo a quienes lo demandan después de haber cumplido con su obligación de prepararse, reciclarse, formarse y re-formarse. Claro que hay quien sale adelante, exactamente 2 iniciativas de cada 10 y me alegro de que este diario sea una de ellas porque es la primera vez que escribo en un diario con libertad después de haber ejercido el periodismo desde 1975 hasta 1991 en que me fui a la universidad porque me venía ya muy estrecho. En la universidad, por ahora, me dejan decir lo que me parece oportuno y mi conciencia me dicta y no dependo de nadie salvo de eso, de mi conciencia. Me refiero a la universidad pública.
Los empresarios buscan desde hace tiempo que se adoctrine a los niños desde el colegio en la necesidad de ser emprendedores. Ya no es suficiente que bastantes de ellos aboguen por el adoctrinamiento católico, ahora también deben saber que ser empresario es bueno. Me parece muy bien pero hay que decirlo todo, cuando enseñas a un niño o a un joven hay que informarle e interpretarle todos los hechos.
Hablémosle de religión a los discentes pero de todas las religiones y de sus significados. La religión posee un valor esencial en la existencia de los seres humanos y no explicarla es una torpeza y una estupidez. Pero eso es una cosa y otra muy distinta lavar el cerebro con pecados por todas partes y meterles complejos de culpa innecesarios si bien rentables en lo ideológico, en lo social y en lo económico.
En el tema del emprendimiento y la empresa, lo mismo. Durante toda la Historia el humano ha mantenido relaciones comerciales con sus semejantes, eso se explica, claro. Pero también cómo a partir del siglo XVIII, sobre todo, una serie de señores eminentes y partidarios del mercado y del emprendimiento dijeron y afirmaron que el egoísmo humano era bueno porque creaba riqueza y puestos de trabajo. Sin embargo, con eso no querían decir que los emprendedores se aprovecharan del prójimo y ese aprovechamiento llegara hasta extremos inclasificables de crueldad, como sigue sucediendo en estos tiempos en todo el planeta con distintas aplicaciones de esa crueldad. Es decir, emprender, sí, pero no para tener derecho de pernada, engañar al fisco y manejar a los gobiernos o conchabar con ellos ni para arrebatarles a los ciudadanos sus derechos más elementales, empezando por los más vulnerables.
El emprendimiento de ayer ha llegado a ser la tiranía de hoy contra la que es muy difícil luchar porque es un monstruo de múltiples cabezas que se presenta vestido de democracia. Se ha apropiado del mercado o de los mercados y ha convertido a eso del libre mercado en sólo una expresión. Andalucía hace años que viene siendo víctima de lo que digo. Por ejemplo, con la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea, hace tiempo que a España casi la condenaron al sol, el ladrillo, el turismo y olé y nuestros gobernantes nunca se plantan de verdad ante este hecho.
El emprendimiento sólo piensa en que todo el mundo sea empresario, aquí ya no hay “indios”, sólo jefes, aquí todos tenemos que estar agarrados de las partes bajas por los bancos y, si puede ser, por la Bolsa, nada de eso de ir al trabajo, formarse, cumplir, aportar tu granito de arena a tu patria y tener una vida con los tuyos, de ocio. Para cuatro días que vamos a vivir lo quieren convertir todo en un sin vivir. Todo mercado. Porque luego están las otras caras del emprendimiento, las no mercantiles: emprender para desarrollarse espiritualmente, intelectualmente, emprender para crear un cuadro, un poema, una novela, una escuela de pensamiento, un grupo de investigación y desarrollo para el pensamiento. De eso, nada, expulsemos de los estudios y de las mentes las asignaturas humanísticas y la mayoría de las sociales, fuera de la circulación las carreras con poca demanda porque las minorías no tienen derecho a la vida cognitiva.
El emprendimiento mercantil es la palabra infalible dotada de impunidad. Y como es así me gustaría que también gozáramos de emprendimiento para acabar con ese emprendimiento de contable barato que tanto contribuye a ampliar la ceremonia de la confusión.