Hace escasas horas y a través de un mail, he recibido textualmente ‘la bienvenida a bordo’ del director de este DIARIO Bahía de Cádiz (DBC) -Dany Rodway- al que previamente le había ofrecido mi incorporación a su diario. Y por tanto, he tenido que improvisar según mi deseo y con la urgencia de mi impaciencia, el presente artículo de presentación. Como creo que no puede ser de otra manera.
Antes de continuar debo decir, que a pesar de moverme desde hace años entre escritos y papeles: diarios, semanarios, revistas y boletines; de siempre he sido un negado resistente de entrar a participar en el mundo de la informática y en particular en el de la prensa digital.
Por cuya razón, confieso también que hasta hace poco, no me he asomado a este mundo, que evidentemente cada vez, se hace más participativo y común en los tiempos que corremos y en los que con toda seguridad han de venir supongo. Aunque para mí, todavía, tenga ciertos reparos y algunos matices por señalar. No obstante y curiosamente igual que las ramas de los árboles, a veces no dejan ver el bosque. Algo parecido ha ocurrido con este -DBC- teniéndolo tan cerca.
No me considero escritor. Mi intención solamente radica en la gran satisfacción personal que me produce la invitación a escribir despertando conciencias o sembrando inquietudes en pos del bien común y de la sociedad en su conjunto. Y si por añadidura lo escrito cala y algo de lo narrado hace efecto o se consigue, loado sea el empeño. ¡Ha valido la pena!
Me considero ciudadano del mundo y no distingo de raza, credo o de ideas. Sólo me interesa el ser humano tal cual se manifiesta, porque por insignificante que este sea -de él- siempre aprendemos algo nuevo. Soy un apasionado defensor de la Naturaleza y de todo lo creado al considerar que ha sido dispuesto para el uso y el disfrute del hombre dentro de la racionalidad benefactora de su consumo. Sin embargo, lo contrario como puede ser -el abuso- resulta pernicioso y por tanto: fatal y funesto para sí mismos y para los demás.
Pienso que todo aquello que se ignora o no se ve, parece que no existe, pero es tan cierto como la vida misma. Discrepo de las malas artes que a veces suceden a nuestras espaldas sin razones previas o aparentes que lo justifique. Asimismo reniego de las desigualdades; especialmente las que inciden en el hambre, la pobreza, el paro, la corrupción o las injusticias, que desde luego y sin apelativo alguno, se deberían combatir más contundente hasta su erradicación total y definitiva -una quimera- porque abordar esta lacra, que tanto penaliza y padece el mundo. Hasta ahora se reduce solamente a una declaración de buenas intenciones y poco más.
No es mi costumbre hablar o escribir públicamente o en privado, en primera persona y pido disculpa por ello. Pero hay ocasiones en la vida -y ésta creo que lo es- que por razones obvias de educación y de cortesía constituye una acción de obligado cumplimiento.
Y volviendo a DBC, que es realmente el objetivo que me impulsa a esbozar estas líneas. He de desearle su continuidad -por varios decenios más- apostando por tantas otras ricas y eficaces singladuras que están por llegar. Y estaré encantado de enrolarme a bordo de esta singular nave que surca las aguas de nuestra espléndida Bahía a la orden de su Capitán. Y así poder faenar, colaborando y divulgando, lo mejor que tenemos en Cádiz, ciudad milenaria; cuna de civilizaciones, de la libertad, del parlamentarismo, del periodismo y de tantos hombres ilustres. Pero sobre todo cuna de la alegría, la hospitalidad, el ingenio y el modo de encarar la vida que tiene el gaditano, que no es poco. Todo un compendio de la filosofía de la vida con la que se vive en esta tierra ¿Quieren comprobarlo? ¡Venga a Cádiz y a su Bahía!