Con frecuencia se ha escrito sobre este mítico e histórico Castillo en cuanto a definir a que término municipal le corresponde su pertenencia por razón de su asentamiento.
La situación de San Fernando, administrativamente considerada, unas veces como isla y otras como tierra firme y su localización geográfica dentro de la bahía, así como el trazado de sus caprichosos límites municipales que la naturaleza le ha proporcionado, le ha motivado no pocos problemas y discrepancias de esta índole y de otras incidencias parecidas.
Pero existe una realidad evidente que por su situación provoca una confusión o al menos una incertidumbre, como lo es el corto y escaso término municipal que poseemos, incluido la parte del parque natural de la Bahía que le rodea.
Y es que si miramos hacia Cádiz -el término- finaliza poco más de la Ardila, concretamente en el Río Arillo. Y desde allí, la distancia hacia la capital es considerable y mayoritariamente de uso como vía de comunicación (por carretera) a la misma.
Pero no sucede lo mismo hacia Puerto Real, cuyo término municipal acaba en la bajada del Puente Zuazo y por tanto el Real Carenero y el polígono de los Tres Caminos, pertenecen al citado municipio vecino. Sin embargo por su cercanía parece nuestro, dándonos la sensación que nuestro término finaliza en el entronque de carreteras de Los Tres Caminos por la configuración así dispuestas de los terrenos.
Finalmente si miramos hacia Chiclana, observaremos que en este caso, nuestro término difiere de aquellos y se debate ‘interiormente’ a través de una serie de muros, caños, esteros y salinas colindantes. Y por la ‘costa’ con nuestra gran playa a la que con lógica intención, dadas las circunstancias, desde hace tiempo se ha pretendido llamarla ‘La playa del Castillo’ título que por cierto no ha prosperado suficientemente, conociéndose más popularmente como la playa de -Camposoto- que por la del Castillo.
Y paradoja de la vida, si bien el Carenero y el Polígono, nos parece nuestro por su cercanía como ya se ha comentado, no tanto nos parecía el Castillo de Sancti Petri por su lejanía, cuando en realidad es tan nuestro, como así se ha demostrado después de tantos años de litigios, hasta que las sentencias judiciales y la reciente publicación del PGOU de Chiclana, haya reconocido por fin y así ha quedado acreditado, la pertenencia del Castillo de Sancti Petri a la Isla de San Fernando. No obstante pendiente de ciertos flecos por negociar y de algunos pecios y minerales que se suponen que quedan bajo su subsuelo, tanto marítimo como terrestre dentro de su término.
No cabe la menor duda, que dicha noticia, favorece a la magnífica y espaciosa playa natural que tenemos la suerte de poseer ya sea la de ‘Camposoto’ o la del ‘Castillo’ por su extensión, por la calidad de sus finas y rubias arenas, la limpieza y la pureza de sus transparentes aguas, la ausencia de emisarios; además de sus instalaciones, cuyos recursos, sobre todo los naturales, ya quisieran poseerlos en otros lugares de nuestras costas. Todo lo cual ha permitido que le vengan concediendo repetitivamente los distintivos ‘azules’ y la ‘Q’ de calidad que otorgan los organismos oficiales y competentes al respecto.
Y por otra parte ya cuenta con otro valor añadido, refiriéndome al citado reconocimiento otorgado al Castillo. Y también cómo no, por encontrarse situado en el arrecife formando un islote enfrente del caño de su nombre, bajo la consideración y apariencia histórica de templo mitológico y santuario de Hércules-Melkart; así contemplado como el colofón y punto final de nuestra más hermosa, inmensa e inigualable de nuestras playas ¿Qué playa termina con un Catillo con la historia del nuestro?
Y esto solamente lo apreciamos de verdad, cuando invitamos a un visitante, a un familiar o a un amigo a dar un paseo hasta la Punta del Boquerón (que sin conocerla) se quedan sorprendidos del espectáculo que la naturaleza regala y ofrece al que llega hasta allí.
Y como ejemplo puedo decir categóricamente algo que así lo define. ¿Habrá en Asturias paisajes variados y excelentes de sus acantiladas costas y escarpadas y no escarpadas playas? Pues bien, conozco a unos asturianos que hacen más de -mil kilómetros cada año- para venir expresamente a disfrutar de la nuestra, desde que un día la descubrieron.
Por eso a partir de este momento -El Castillo- además de haber sido declarado monumento -BIC- (bien de interés cultural) también adquiere otra dimensión añadida, así como la satisfacción recreativa que nos produce seguir disfrutando de él, no sólo después de finalizar de ese supuesto, relajante y placido paseo andando por la orilla hasta la Punta del Boquerón, como el lugar más idílico y cercano que nos conduce ante su presencia y a la de su natural y bello entorno, sino también por los senderos paralelos convenientemente habilitados al efecto -con buen criterio por cierto- para el disfrute de peatones, senderistas, ciclistas y sobre todo para los ‘discapacitados’.
Y dicho esto, ahora solamente hace falta usar el ingenio y obtener de esta situación privilegiada, el más plausible de los rendimientos al que me atrevería insinuar uno sólo -comunicar la Punta del Boquerón con el Castillo- porque hablar del Castillo y de sus posibilidades, merece un artículo aparte. Y a propósito, ¿conocen ustedes que hace años ‘unos japoneses’ propusieron instalar en el Castillo, un hotel flotante?
En cualquier caso tenemos una playa natural, espléndida y hermosa -de la mejores que existen- en los muchos kilómetros de costas que como península poseemos, ‘pero por favor no la estropeemos’. ¡Conservémosla y Disfrutémosla! DIARIO Bahía de Cádiz