Ya estamos en campaña electoral, al menos oficialmente, ahora los mismos que hace ya meses ha sido nuestros invitados en salones, sobremesas, incluso en dormitorios a través de esa ‘caja tonta’ que llamamos televisión, ya nos piden nuestro voto para el próximo día veintiséis de junio (qué tontería, como si hasta ahora no lo hubieran pedido).
Escucharemos, seguro, eso del voto útil; nunca entendí eso de útil, como si cualquier voto no fuera útil en sí mismo, independientemente a quien sea, un voto es precisamente una de las expresiones de la voluntad individual de optar, de decidir, de apostar, y todos absolutamente todos son útiles por propia definición, a no ser que llamemos inútiles a alguien.
Me da la impresión que las próximas elecciones, lejos de ser un ‘hemos ganado’, así en plan general, en boca de todos los candidatos en la noche electoral, esta vez será diferente, aunque solo sea porque más de uno estaremos esa noche, no en la duda de si nuestro voto estará o no en un escaño, sino en si nuestro voto estará o no en una mayoría para gobernar, y probablemente podré contestar a mi hija su pregunta que desde niña me hacía en todas las elecciones: “… y los tuyos papá, ¿no ganan nunca?”. Ya ves, hoy sí, hoy no han ganado los de siempre.
Después de un periodo de épocas oscuras, de cuaresma forzada, donde solo se puede comer verdura o patatas como alternativa, después o durante este periodo gris y triste, la posibilidad de optar por un plato multicolor con otras opciones gastronómicas diferentes, más sugerentes, al menos nos hace sonreír, quebrantar el duelo, que de cualquier forma, no es poco.
Dicen que los más jóvenes lo tienen claro y de forma más o menos generalizada optaran por la regeneración, por la sonrisa, por el corazón. Dicen que en los grandes núcleos urbanos también, que la posibilidad de cambio de rumbo se va a decidir en zonas rurales y pequeñas ciudades. En definitiva en la capacidad de quebrar el duelo de este segmento social. Y no es fácil, que entre señoritos a caballo, o señoritos en coches oficiales, no hay tanta diferencia, tienen muy arado el campo (en sentido figurado). Imágenes de residencias de ancianos ‘conducidos’ hacia los colegios electorales, y de altos funcionarios recordando que si no salen los señoritos en coche oficial, peligra los puestos de trabajo, forman parte de días electorales en esta tierra.
Pero fíjate tú, si la noche del día veintiséis de junio, incluso esta Andalucía nuestra, pierde el miedo y quebranta el duelo.
Nota. Duelos y quebrantos es un plato típico de la Mancha que incluye huevos fritos y toda clase de carnes y embutidos de la matanza. Se menciona en el Quijote, y parece ser que era la forma gastronómica y popular de acabar con el ayuno de la Cuaresma. DIARIO Bahía de Cádiz Fermín Aparicio