“En las últimas vueltas de tuerta se pasaron de rosca. Motivando que, afortunadamente, comenzara un nuevo renacer en España con el 15-M”.
Creo presuntamente que, es de tal necedad y sordidez, en los actuales tiempos y pasados de hambruna y miserias, las tretas empleadas por los despreciables serviles del capitalismo dominante. Alfombreros carentes de vergüenza, honradez y ética, que se agrupan como las hienas ante la putrefacta carroña, o reptando como las víboras más dañinas, para codearse en opulentas mesas, con sus señores que ostentan pomposos tratamientos, por los servicios prestados al régimen.
He escuchado vociferar al trompetero actor oficial de turno “¡Majestad! ¡Alteza! ¡Excelencia!”, en escenificaciones teatreras o cinematográficas, producidas por el séptimo u otras artes de los pasados y actuales reinos de taifas. No teniendo duda que, la ruina universal existente, es como consecuencia de las justicieras arbitrariedades, extralimitaciones y presuntos saqueos llevados a cabo por malhechores de guante blanco.
Consecuentemente, cuando los sistemas de esas sabandijas perciben, el menor lamento contra sus métodos y dictámenes, oprimen a los pueblos para que nadie se escarie del redil marcado. Siendo ya muchas las vueltas de tuerca que ha soportado la humanidad sin poder alzar la voz. Pero en muchas de las últimas se pasaron de rosca, motivando que, afortunadamente, comenzara un nuevo renacer. Por ejemplo, como el que brotó cuando la indignada savia de las jóvenes generaciones, acampó en la Puerta del Sol y en muchas otras plazas. Provocando, por fin, la histórica hazaña del ciudadano Movimiento del 15-M, el despertar del anestesiado pueblo español, ante tantas desigualdades, atropellos, falsedades y mentiras…
Me acuerdo en estos momentos, de la significativa letra de la canción titulada En la plaza de mí pueblo, que dice:
–En la plaza de mi pueblo,
dijo el jornalero al amo,
“nuestros hijos nacerán,
con el puño levantado».
Esta tierra que no es mía,
esta tierra que es del amo,
la riego con mi sudor,
la trabajo con mis manos.
Pero dime, compañero,
si estas tierras son del amo,
¿por qué nunca lo hemos visto,
trabajando en el arado?
Con mi arado abro los surcos,
con mi arado escribo yo,
páginas sobre la tierra,
de miseria y de sudor–. DIARIO Bahía de Cádiz