Sí, ese ha sido el camino en unos días duros en el pensamiento. El intentar hacer cosas por los demás lleva consigo la crítica feroz de muchos, crítica destructiva y no constructiva, que hace que te plantees sinceramente si vale la pena seguir intentando aportar tu granito de arena al mundo, en mi caso, a mi ciudad, desde una Asociación que intenta que el Patrimonio se convierta en una oportunidad para el desarrollo.
Puede que no acertemos en muchas cosas, estoy convencido de ello, pero le ponemos voluntad, tiempo, ganas y hasta nuestros recursos. Es cierto que nadie nos pidió que hiciéramos esto, pero lo emprendimos por la necesidad que existía en la provincia de un ente que pusiera voz al pueblo y a las quejas vecinales y empresariales sobre la situación de abandono que sufría y sufre nuestro patrimonio cultural e histórico, además de intentar ser un viaducto de entrada en la investigación científica de los jóvenes licenciados, que mediante la pertenencia activa a un movimiento social ligado a sus estudios, pudieran también adquirir esa conciencia, basándonos en unos principios éticos que estimulan la investigación, la difusión y la defensa de todo aquello que nos legaron, como una fuente de historia viva que nos lleve a comprender el pasado y saber afrontar el presente de lo nuestro.
Dos años vamos a cumplir en esta labor, dos años de esfuerzo, de peleas con las administraciones, de difusión a la ciudadanía, de estudio, en los que no sé si conseguimos mucho, pero sí conseguimos que una parte de la población se interesara por ello, para lo bueno y para lo malo. Abrimos rincones y descubrimos a la ciudadanía esos rincones que ya lo estaban pero que nunca habían tenido la posibilidad de concebir con un sentido histórico y patrimonial, además de abrirles paso en la investigación, enseñándoles los métodos fundamentales y recuperando el interés por la historia en la ciudad más antigua de occidente.
Dos años en los que te planteas día a día si merece la pena dar la cara ante la sociedad, ser el malo del cuento para muchos con otros intereses y levantar la sospecha de que uno se está haciendo rico con esto cuando la Asociación tiene una cuenta de cero euros de ingresos, ya que todas nuestras acciones las dedicamos a ayudas sociales.
Pero es el momento en el que te das cuenta que la implicación social del que critica tu comportamiento o tus acciones es inversamente proporcional a la tuya, es decir, cuanto te das cuenta que la voz de la crítica rancia y dura no hace nada por su entorno ni por los demás cuando te sientes más fuerte. Una opinión crítica de una persona que se parte los cuernos por los demás, podría ser tenida en cuenta y mucho en el camino a seguir, pero la opinión del que pone fronteras a la inspiración, la del que opina sin ni siquiera conocer el trabajo, la del que te reclama dedicación sin dedicar ni dos minutos de su vida a mejorar nuestra sociedad, es sin más, una opinión inútil, contaminante, estéril, y lo que realmente ha conseguido ha sido tras unos días de reflexión, es que nos sintamos más fuertes, con más ganas, con más pasión. Por eso, Cádiz, mientras exista ADIP, no caminará sola. DIARIO Bahía de Cádiz Moisés Camacho