Abrace el andalucismo desde el mismo día que fui consciente de su existencia, y de su importancia, para la liberación del pueblo andaluz al principio de la democracia. No formó parte de mi inicio político ya que mis inicios fueron en las Juventudes Socialistas de donde pase al PSOE (sector histórico) del que fui candidato a Cortes Generales en el 79, y colaboré con Rodoldo Llopis y Pablo Castellano con quienes coincidí en los conceptos “el partido admitirá en su seno a diversas interpretaciones del socialismo marxista, el socialismo autogestionario y de la tradición socialdemocracia reformista”, y ya con el nombre de PASOC ser miembro fundador de la hoy Izquierda Unida.
Desde dicha militancia participé de forma muy activa el día 4 de diciembre del 77, que debo reconocer fue el detonante de la semilla del andalucismo en mi pensamiento ideológico y político. Desde dicho día, a pesar de aún mi militancia en la izquierda estatal, ya miraba como el andalucismo podría ser el motor de cambio de la triste realidad de Andalucía.
Desde mi salida del estatalismo y adentrarme en el andalucismo, he participado en tres etapas diferentes en el andalucismo que defendía el Partido Andalucista. Las más importantes mi implicación con Pedro Pacheco y el PSA como portavoz nacional, hasta que por divergencias dimití, y después y por último como secretario local de Málaga del PA. Siempre comulgando con los conceptos de un andalucismo que creía más nacionalista y más identitario, y no en el que, muchos, lo han convertido hoy. La madurez, y la adaptación del desarrollo de las ideas en beneficio de la consecución de objetivos, es la senda por la que se debe caminar para conseguir tal fin. Nada se puede lograr desde el inmovilismo.
El andalucismo ha dejado de ser una herramienta válida para el nacionalismo andaluz, para convertirse en una idea romántica para muchos, y la herramienta para paralizar el desarrollo de un verdadero nacionalismo andaluz. Por tanto inválida para las necesidades políticas andaluzas actuales, e inútil para liberar al pueblo andaluz.
Celebramos el 80º aniversario del vil asesinato de Blas Infante, figura indiscutible del andalucismo para muchos, que no ya para mi. Para mi no es el asesinato de un andalucista abrazado a los estatalistas, para mi es el asesinato de un nacionalista andaluz. Él tuvo una progresión ideológica importante que pasa de un regionalismo de una Iberia federal, a un independentismo menos estudiado por no interesar a los andalucistas estatalistas “Sentimos llegar la hora suprema en que habrá que consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España (…). Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de la justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la Libertad; de este Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los Pueblos extranjeros (…). Ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional (Manifiesto de Córdoba)”.
Una celebración que debiera haber sido el momento de recuperar la figura del Blas Infante más nacionalista, cansado de la inutilidad de tratar con los señoritos estatalistas que, ya en la época, aprovecharon el ideario andalucista para lo contrario de lo que fue creado… para tener entretenido y aislado a un verdadero nacionalismo capaz de enfrenarse al Estado español. Nada ha cambiado en el andalucismo desde entonces.
Es hora de separar, por muy disparatada que pudiera parecer la idea, a Blas Infante nacionalista, del Blas Infante andalucista. De salvar la figura del nacionalista de su origen andalucista. No podemos seguir permitiendo, que siga secuestrado de sus propias ideas primigenias, en aras del interés de españolismo, en contra de los intereses del pueblo andaluz.
Es hora de rechazar como valido el andalucismo sumiso al españolismo que defienden los enemigos de una Andalucía soberana, y recuperar en nacionalismo como herramienta útil. Recuperar a Blas Infante del andalucismo para llevarlo al territorio del nacionalismo. Sacar a Blas Infante del seguidismo españolista, y llevarlo a la cabeza del movimiento nacionalista andaluz, a liderar el movimiento de liberación nacional andaluz, y ser la figura central del proceso constitutivo andaluz.
Es por ello que renuncio al andalucismo más cutre, de ese andalucismo en manos de los estatalistas y de los que lo aprueban. De ese andalucismo en manos de quienes lo venden al mejor postor por encima de los andaluces, para, de igual modo que hizo Blas Infante, migrar al nacionalismo de su declaración de Córdoba.
En el día que celebramos su asesinato, abandono el andalucismo para convertirme al Blas Infantismo nacionalista, ese que proclama “ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional” pues aquellos que defienden que es posible una Andalucía mejor a las órdenes estatales, son los enemigos de Andalucía. Lograr la plena soberanía del pueblo andaluz, y de Andalucía, mi único y más noble objetivo.
¡Viva Andalucía Libre y Soberana! DIARIO Bahía de Cádiz
ARTÍCULO DE: Pedro Ignacio Altamirano (coordinador federal de Somos Andaluces)
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