(Para S.S.A., por ejemplo)
Estoy bien tesoro. No te preocupes.
Eso quiero creer. Eso sueño. Que lo estás. Como yo lo estoy.
Sí, estoy bien. He logrado escapar de toda la oscuridad posible. Sigo a salvo del ruido, y de la confusión. El dolor, ahora, es un recuerdo, cada vez más débil.
Estoy bien. Porque tu mano cogió la mía y me devolvió a la superficie, justo a tiempo, y me diste el norte que necesitaba cuando pensé que lo perdía. El norte tuyo, para mis pasos sin brújula. Tanta amistad, así, de golpe, sin pedirla, sin esperarla. Tanta sabiduría, tan grande, que no cabía en un solo desayuno. Sí, aquel que compartimos, cuando me escapé a verte, y tú fumabas, mientras me enseñabas dónde estaba la alegría, y cómo retenerla.
Y es que estamos tan contaminados, tan enfermos de indiferencia crónica. Y es que hay tantos frentes que se abren, rencores que ciegan, heridas viejas que no sanan, prejuicios. Es que hay tanto odio a no se sabe qué, a no se sabe quién.
Se nos va la vida propia, y la de los demás, sin abrazar bastante, sin demostrar lo suficiente. No pedimos disculpas, y bajamos la vista, huyendo de los ojos de los otros, o quizás de lo que duele. Se nos van los días, atrapados, inmóviles adrede, en el miedo. Compitiendo con la nada, ebrios de orgullo, a contracorriente.
Y perdemos el rastro de lo que es importante: la alegría. ¿Y dónde está? Aquí la tienes. Dormida ahora, quizás. Pero en ti. Recuérdala, tráela, retenla.
Llegó un día cualquiera a devolverme la fe en la amistad, a ayudarme a volver a los amigos y a recuperarme del todo. Y a ella le agradezco este trocito de vida nueva que quiero conservar intacto, por si acaso, y por si el invierno, y por si el miedo acecha, de nuevo.
Y porque a veces desaparece y la echo de menos. Y porque es poesía. Y por todo lo aprendido. Y porque quiero arroz con leche asturiano de verdad (el de ella). Y porque le gusta Benedetti, en este poema, le doy las gracias.
Defensa de la alegría (de Mario Benedetti)
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas.
Defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
De los neutrales y los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos.
Defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias.
Defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
Defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa.
Defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría. DIARIO Bahía de Cádiz
Precioso, como siempre!
¡Gracias Esther, amiga! Va por ti también. Un beso.