El rosa ha sido el color de la semana en España. Primero, “La Roja” se ha desteñido y se ha convertido en rosa. Era ya demasiado tiempo de anacronismo. El muro de Berlín derribado, la URSS en el recuerdo, China convertida al mercado y además al mercado salvaje, Cuba abriendo cada vez más la mano a los pequeños empresarios…, y La Roja en España cuando estamos en tiempos rosas tal y como ha demostrado la coronación de un nuevo rey que sustituye al anterior pero no como dice el dicho popular –“a rey muerto, rey puesto”- sino que en este tema España ha cometido la única transgresión que ha consumado desde que murió Franco: un rey abdica y se va pero no se va, ahora en lugar de un rey tenemos dos, el rey junior y el rey sénior.
El entrenador Del Bosque debe estar en tratamiento con Danacol en cantidades industriales. Al final ha hecho lo que tantos entrenadores: unos cuantos del Madrid, otros cuantos del Barcelona y ésa es La Roja. En España no ha habido más Roja que Dolores Ibárruri, “Pasionaria” que, como no ha dicho Hollywood, Johnny Depp o las redes sociales quién es, la mayoría de los seguidores de La Roja ni lo sabrán. La Roja lo único que tenía de roja era el color de Cruzcampo o del Banco de Santander, a los muchachos los han agotado a base de partidos y de mimos y cuando han llegado a Brasil y han tropezado con los calores de allí, han dejado de ser los reyes del mambo que es lo que creían que eran. Yo pensaba que peor que lo había hecho el Betis no se podía hacer pero tengo el consuelo de saber que hay quien juega al fútbol de manera aún más calamitosa.
La de dinero que han tirado por la borda los “rojos”. Por eso van a ser más crueles con ellos. Los spots publicitarios, los patrocinios, los ingresos varios por televisión ya estarían calculados y van los niños y se les acaba el desodorante porque a ver quién se iba a esperar que a la primera los mandaran a la Venta del Nabo. Los mismos villanos que los han aclamado durante los últimos años los están arrojando a la basura porque así es la gente y ahora habrá que buscarles otros becerros de oro que les llenen su vacío interior y de paso que llenen los bolsillos de los conseguidores de mitos y talismanes.
El error ha sido de marketing, esa denominación, “La Roja”, no iba a ninguna parte. Y teníamos a huevo el apodo: “Los Nacionales”. Los rojos llevaron a España a la ruina con la República, ¿qué se puede esperar de los rojos salvo desorden, caos y fracasos? ¿Acaso estos rojos deportistas no han quemado los templos sagrados de las ilusiones patrias y han vuelto cautivos y desarmados a la madre patria que es tal por la acción de Los Nacionales de antaño? Cautivos de sus iniquidades y desarmados de alma española, es decir, desalmados, vergüenza de nuestra raza y de nuestra unidad de destino en lo universal. ¿Es que los peloteros sin pelotas no eran ya reos del oro del mercado vil que llevaba cuatro años por lo menos engordando sus vanidades ateas y presentándolos ante la opinión pública como si fueran caudillos cuando no son más que tuercebotas aventajados? ¿Cómo se puede esperar que un grupo infiltrado de separatistas catalanes pueda volver a dejar a España en todo lo alto por segunda vez cuando llevan cuatro años sometidos de manera intensa a un lavado de cerebro antiespañol?
De todo esto no se daban cuenta ni los locutores de la televisión de Berlusconi y de Prisa que es la que nos ha mostrado las desvergüenzas de estos rojos calzonazos. No he visto nunca a dos o tres locutores deportivos hablando tan deprisa para no decir apenas nada. Cuando en la primera parte del partido contra Holanda cualquier aficionado veía que los rojos no podían ni con los pelos de sus testículos los emisores (no me atrevo a llamarlos periodistas) hablaban de remontar y cosas por el estilo, igual que cuando Chile –que le puso los cojones con los que el augusto Pinochet dotó a aquel pueblo y no la roja esa que gobierna ahora- iba ganando por 2-0 todavía estos microfoneros alcoyanos, patriotas hasta pasarse, estaban más animados que los mismos futbolistas y que todos los aficionados del planeta, puede que tuvieran consignas de meterse demasiado en el acontecimiento y ser más papistas que el Papa. Faltando unos veinte minutos para el final empezaron a reconocer que aquello tenía menos porvenir que un estudiante de griego clásico. La retransmisión, con tanto ruido de fondo, me recordaba el humor del dúo Martes y Trece cuando imitaban estas cosas. Y pensaba que habíamos pasado del pasmo de José Ángel de la Casa en TVE al parloteo sin sentido de Tele 5.
La Roja se volvió rosa por no querer ser roja y gualda. Le ha pasado como al PSOE que fue del rojo al rosa y ahora es una rosa monárquica. Ni rojos ni nacionales, in medio, virtus, en una España rosa de reyes reales y reyes honoríficos, princesas y palacios de Justicia es el rosa lo que está de moda.
Existieron y existen otras rosas rojas como Rosa Luxemburgo, la política Rosa Bendala o la poeta Rosa Díaz; hay una película llamada La Rosa que se basa en la vida de Janis Joplin, una rebelde genial. Pero la memoria histórica en este sentido no funciona. Era lógico que la selección española saliera roja de su país y retornara rosa porque es que vivimos en un país rosa de rosas, rosas.