No sé si se han fijado en que el trazado del AVE (siglas de High Spanish Speed) viene a recorrer los pueblos/ciudades de origen de los distintos y diversos presidentes del gobierno y coadlateres. Es un hecho que cuando uno llega a detentar responsabilidades tales, lo más normal es que le pongas un apeadero de alta velocidad a tu madre en la puerta de casa, al objeto de que los desplazamientos se te hagan más llevaderos.
A modo del “yo te compro un piso o llevarás luto por mí”, imagino a Josemari, Joseluí o a mi amado, añorado y actual abuelo cebolleta González, trazando en sus ensoñaciones juveniles, el recorrido del gran corcel de hierro, a la vez que Fabra, y otros tantos como él, le ponían a sus churris, cerquita de casa, nidos para que el gran pájaro de fuego las transportara raudo a las rebajas de Hihg Street Kensington o les diera el enlace para volar a New York. De todos es sabido que no eres naide si no vas a New York frecuently.
De todos los libros de Dominique Lapierre y Larry Collins “O llevara luto por mí” (que narra la vida del Cordobés, como hilo conductor y excusa para narrar la intrahistoria de la España de aquellos años) es el que más honda impresión me causó. Por encima de “Arde París”, “Esta noche la libertad” y “Oh Jerusalén”, incluso. La miseria, el hambre con mayúsculas, la intransigencia y el odio cainita que se respiraba en esta maltratada patria nuestra, me arrancaron muchas lágrimas de pena, rabia e indignación. Desde entonces, profeso una admiración inquebrantable por figuras como la de Manuel Benítez Pérez. Entendí perfectamente el desgarro y la verdad de su “más cornás da el hambre” y a a partir de ahí, como el Piyayo, me causa un respeto imponente.
(Ni él ni ningún otro, por cierto, muerto o vivo, se han salvado de Sálvame y demás anarosaquintanianos programas basura, inmorales e indignos. La vena que se me hincha en el cuello cuando los escucho, deja en una pequeña anécdota a la de la gran contertulia esa)
La historia de este país es un cúmulo de torpes desastres, de luchas fratricidas, de regidores inoperantes o directamente oligofrenicos. Los tres o cuatro con un par de dedos de frente decidieron gastarse, lo que no nos robaba el corsario, en guerritas santas con que ganarse el reino de los cielos. Como siempre, a costa de la sangre, sudor y lágrimas de los habitantes de a pié. Podemos darle vueltas, buscar y rebuscar, posiblemente saldrá alguno, tal vez una par de ellos por cada cincuenta mandatarios, reyes y presidentes ingleses, americanos…Somos un país sin suerte, ciertamente.
Y como relatan Lapierre y Collins, dentro de esta España nuestra, el siglo pasado existía un tercer mundo, Andalucía, donde el analfabetismo y todo lo que conlleva, llegaba a cotas impensables en un país de Europa occidental. Una gran parte de esta piel de toro, de riqueza natural inigualable, donde la cultura florecía, florece y florecerá en cada esquina, era un “cortijo”.
Llegó la democracia, la oportunidad, la justicia, la educación. Llegó el momento de poner a esta tierra donde le correspondía, y aunque muchas cosas se han hecho, seguimos saliendo a la calle a aplaudir a la duquesa de Alba mientras la nombramos hija predilecta. Seguimos rellenando bolsillos de los antiguos y los nuevos dueños del cortijo. No se equivoquen, parecen otros, pero son los mismos.
Ya lo dijo Lampedusa “que todo cambie para que todo siga igual”. Esta vez, con nuestra aquiescencia. DIARIO Bahía de Cádiz