Nuestra llamada democracia española está demasiado llena de corrupción y si hubiera políticos verdaderamente amantes de su profesión, de su patria y además con lo que hay que tener, le meterían mano a la situación pero bien a fondo. Qué cobardía hay en España, los mangantes son listos pero no son ni inteligentes ni sabios y al final, cuando los agarran, resultan ser unos cobardes y les sale el niño travieso y de mala leche que llevan dentro: yo no he sido, yo no sabía nada, dicen los culos cagados de turno.
Aún no he sabido de alguien que asuma la responsabilidad de sus actos y, ante las pruebas y la evidencia, diga: “Sí, he sido yo, y ahora, como me ha salido mal la jugada, cargo con las consecuencias”. Ahí están como gatitos asustados y temblorosos acudiendo a sus abogados para que alarguen los procesos todo lo que puedan y les eviten la trena esos leguleyos que se saben de memoria las trampas que pusieron por el camino los mismos que hicieron las leyes que son evidentemente los que más tienen que perder si los trincan vulnerándolas. Los que no tienen intereses qué leyes van a elaborar…
Si Rajoy quiere ganar las próximas elecciones con mayoría absoluta y no tener que depender del PSOE o de Podemos debe tomar varias medidas: una, examen de conciencia, propósito de la enmienda, dolor de contrición, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Dos, meter en la cárcel a un centenar de corruptos, al menos, con carácter preventivo, y sentar en el banquillo y otro centenar, al menos. Así la gente vería que sus sacrificios no han sido tan en vano y que los niños con mala leche lo están pagando caro, se han quedado sin postre. Pero Rajoy es demasiado mediocre para hacer eso, como lo es el nuevo del PSOE o el tal Cayo Lara, por eso la gente apuesta por esa ambigüedad llamada Podemos, pan para hoy, hambre para mañana, pero que, al menos, ilusiona.
Sin embargo, hay otra corrupción que no cesa y que no está penada. Se trata de los boicots de unas administraciones contra otras cuando son de diferente color político. Estoy hasta las narices de los ayuntamientos del PP peleándose contra la Junta de Andalucía del PSOE y de sus mayordomos de IU y de las pugnas del PSOE y de IU en Andalucía pasándole la patata caliente al PP de Madrid porque les recorta más que al resto. Y lo malo es que unos y otros tienen razón: como estos no son de los nuestros, vamos a joderlos.
Y quien se jode son los ciudadanos con este juego corrupto diario. Vamos a ser serios, ustedes –los partidos más presentes- esencialmente no se diferencian en nada, hasta las alternativas de IU podrían asumirlas las derechas de otros tiempos, ¿a quién quieren engañar? Se han distribuido en tribus y a jugar a la democracia se ha dicho, es como cuando yo era niño y me iba con mis amigos a jugar al fútbol en la plazoleta de tierra de mi barrio. Hacíamos dos equipos y a jugar a ser rivales.
Pero, ¿esto qué es?, ¿la democracia o el pitorreo de un montón de iletrados divirtiéndose en el patio de un colegio? Si hay que hacer algo que beneficie a la mayoría se hace sin mirar los carnets de identidad y se busca el dinero donde sea, en comandita. Pero, claro, la corruptela llega en este caso cuando esos señores y señoras -muchos de los cuales no tienen ni oficio, ni beneficio- piensan en las elecciones y en que tienen que seguir viviendo de las ubres públicas, entonces saben que ése es su sustento y su jubilación futura y continúan con su dinámica egoísta que nos la presentan como democracia cuando sólo es la defensa de un puesto de trabajo si es posible para toda la vida. DIARIO Bahía de Cádiz Ramón Reig